¡Piensen de manera celestial!
Lo que ustedes escojan determinará dónde vivirán durante la eternidad, el tipo de cuerpo con el que resucitarán y las personas con quienes vivirán para siempre.
Mis queridos hermanos y hermanas, estoy profundamente agradecido por poder hablarles hoy. A mi edad, cada nuevo día trae sorpresas tan maravillosas como desafiantes. Hace tres semanas, me lesioné los músculos de la espalda, así que, aunque he pronunciado de pie más de cien discursos en la conferencia general, pensé que hoy lo haría sentado. Ruego que el Espíritu transmita mi mensaje al corazón de ustedes hoy.
Hace poco celebré mi cumpleaños número noventa y nueve y, por lo tanto, comencé mi año de vida número cien. A menudo me preguntan cuál es el secreto de una vida tan larga. Una mejor pregunta sería esta: “¿Qué he aprendido en casi un siglo de vida?”.
Hoy el tiempo no me permite responder esta pregunta por completo, pero permítanme compartir una de las lecciones más cruciales que he aprendido.
He aprendido que el plan del Padre Celestial para nosotros es fabuloso, que lo que hacemos en esta vida importa de verdad y que la Expiación del Salvador es lo que hace posible el plan de nuestro Padre1.
Al lidiar con el intenso dolor que me causó mi reciente lesión, he sentido un aprecio aun mayor por Jesucristo y el incomprensible don de Su Expiación. ¡Piensen en ello! El Salvador sufrió “dolores, aflicciones y tentaciones de toda clase”2 para que Él nos pudiera consolar, sanar y rescatar en los momentos de necesidad3. Jesucristo describió Su experiencia en Getsemaní y en el Calvario: “Padecimiento que hizo que yo, Dios, el mayor de todos, temblara a causa del dolor y sangrara por cada poro”4. Mi lesión me ha llevado a reflexionar una y otra vez sobre “la grandeza del Santo de Israel”5. En mi proceso de sanación, el Señor ha manifestado Su poder divino de maneras apacibles e inequívocas.
Gracias a la Expiación infinita de Jesucristo, ¡el plan de nuestro Padre Celestial es un plan perfecto! La comprensión del fabuloso plan de Dios elimina el misterio de la vida y la incertidumbre de nuestro futuro; permite que cada uno de nosotros elija cómo vivirá aquí en la tierra y dónde vivirá para siempre. El concepto infundado de que deberíamos “come[r], bebe[r] y divert[irn]os, porque mañana moriremos; y nos irá bien”6 es una de las mentiras más absurdas del universo.
Esta es la gran noticia del plan de Dios: ¡esas mismas cosas que harán de su vida terrenal la mejor vida posible son exactamente las mismas cosas que harán de su vida, durante toda la eternidad, la mejor vida posible! Hoy, para ayudarlos a hacerse merecedores de las abundantes bendiciones que el Padre tiene para ustedes, ¡los invito a adoptar la costumbre de “pensar de manera celestial”7! Pensar de manera celestial significa ser de mente espiritual. Del profeta Jacob, en el Libro de Mormón, aprendemos que “ser de mente espiritual es vida eterna”8.
La vida terrenal es una clase magistral sobre cómo aprender a elegir las cosas de mayor importancia eterna. Hay demasiadas personas que viven como si no hubiera nada más que esta vida. Sin embargo, lo que ustedes escojan hoy determinará tres cosas: dónde vivirán durante toda la eternidad, el tipo de cuerpo con el que resucitarán y las personas con quienes vivirán para siempre. Por lo tanto, piensen de manera celestial.
En mi primer mensaje como Presidente de la Iglesia, los alenté a comenzar con el fin en mente. Esto significa hacer del Reino Celestial su meta eterna y luego pensar detenidamente a dónde los llevará en el mundo venidero cada una de las decisiones que tomen mientras estén aquí en la tierra9.
El Señor ha enseñado con claridad que solamente los hombres y las mujeres que sean sellados como esposo y esposa en el templo, y que guarden sus convenios, estarán juntos por las eternidades. Él dijo: “Todos los convenios, contratos, vínculos, compromisos, juramentos, votos, prácticas, uniones, asociaciones o aspiraciones que no son hechos, ni concertados, ni sellados por el Santo Espíritu de la Promesa […] termina[n] cuando mueren los hombres”10.
Por consiguiente, si imprudentemente escogemos vivir leyes telestiales ahora, estamos escogiendo resucitar con un cuerpo telestial; estamos escogiendo no vivir con nuestra familia para siempre.
Por lo tanto, mis queridos hermanos y hermanas, ¿cómo, dónde y con quién quieren vivir ustedes para siempre? Ustedes eligen11.
Cuando tomen decisiones, los invito a adoptar una perspectiva a largo plazo: una perspectiva eterna. Pongan a Jesucristo en primer lugar, porque su vida eterna depende de la fe en Él y en Su Expiación12, y depende también de su obediencia a Sus leyes. La obediencia les prepara el camino para una vida de gozo hoy en día y para una gran y eterna recompensa mañana.
Cuando afronten un dilema, ¡piensen de manera celestial! Cuando la tentación los ponga a prueba, ¡piensen de manera celestial! Cuando la vida o sus seres queridos los decepcionen, ¡piensen de manera celestial! Cuando alguien muera prematuramente, piensen de manera celestial. Cuando la enfermedad devastadora de alguien se prolongue, piensen de manera celestial. Cuando las exigencias de la vida los invadan, ¡piensen de manera celestial! Cuando se estén recuperando de un accidente o una lesión, como yo ahora, ¡piensen de manera celestial!
Al centrarse en pensar de manera celestial, cuenten con que afrontarán oposición13. Hace décadas, un compañero de trabajo me criticó por dedicarme “demasiado al templo” y más de un supervisor me penalizó debido a mi fe. Sin embargo, estoy convencido de que pensar de manera celestial mejoró mi carrera profesional.
A medida que piensen de manera celestial, el corazón les cambiará poco a poco. Querrán orar con más frecuencia y con más sinceridad. Por favor, no dejen que sus oraciones suenen como la lista de las compras. La perspectiva del Señor trasciende la sabiduría terrenal de ustedes. La respuesta de Él a sus oraciones podría sorprenderlos y los ayudará a pensar de manera celestial.
Piensen en la respuesta del Señor a José Smith cuando él suplicó alivio en la cárcel de Liberty. El Señor enseñó al Profeta que el trato inhumano que estaba recibiendo le serviría de experiencia y sería para su bien14. “Si lo sobrellevas bien”, prometió el Señor, “Dios te exaltará”15. El Señor estaba enseñando a José a pensar de manera celestial y a visualizar una recompensa eterna en lugar de centrarse en las insoportables dificultades de aquel momento. Nuestras oraciones pueden ser —y deberían ser— conversaciones reales con nuestro Padre Celestial.
Al pensar de manera celestial, se darán cuenta de que evitan todo aquello que los prive de su albedrío. Todas las adicciones —ya sean los videojuegos, los juegos de azar, las deudas, las drogas, el alcohol, la ira, la pornografía, el sexo o incluso la comida— ofenden a Dios. ¿Por qué? Porque la obsesión de ustedes se convierte en su dios y, para encontrar consuelo, recurren a esa obsesión, en lugar de recurrir a Él. Si están lidiando con una adicción, busquen la ayuda espiritual y profesional que necesiten. Por favor, no dejen que una obsesión los prive de su libertad para seguir el fabuloso plan de Dios.
Pensar de manera celestial también los ayudará a obedecer la ley de castidad. Hay pocas cosas que compliquen la vida más rápidamente que el violar esta ley divina. Para quienes han hecho convenios con Dios, la inmoralidad es una de las maneras más rápidas de perder el testimonio.
Muchas de las incesantes tentaciones del adversario implican violaciones de la pureza moral. El poder para crear vida es el único privilegio de la divinidad que el Padre Celestial permite ejercer a Sus hijos terrenales. Por consiguiente, Dios estableció unas pautas claras para el uso de este poder viviente y divino. La intimidad física es exclusivamente para un hombre y una mujer que estén casados el uno con el otro.
Una gran parte del mundo no cree en esto, pero la opinión pública no es el árbitro de la verdad. El Señor ha declarado que solo las personas castas llegarán al Reino Celestial. Por lo tanto, cuando tomen decisiones relativas a la moralidad, por favor, piensen de manera celestial. Y si no han sido castos, les ruego que se arrepientan. Vengan a Cristo y reciban Su promesa de perdón completo conforme se arrepientan plenamente de sus pecados16.
Al pensar de manera celestial, verán las pruebas y la oposición con otros ojos. Cuando uno de sus seres queridos ataque la verdad, piensen de manera celestial y no cuestionen su propio testimonio. El apóstol Pablo profetizó que, “en los últimos tiempos, algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”17.
Los engaños del adversario no tienen fin. Por favor, estén preparados; no escuchen nunca el consejo de quienes no creen. Busquen guía en las voces en las que pueden confiar: en los profetas, videntes y reveladores y en los susurros del Espíritu Santo, que les “mostrará todas las cosas que deb[en] hacer”18. Por favor, esfuércense en lo espiritual para aumentar su capacidad para recibir revelación personal19.
A medida que piensen de manera celestial, su fe aumentará. Cuando yo era un joven pasante, ganaba quince dólares al mes. Una noche, mi esposa, Dantzel, me preguntó si pagaba el diezmo de aquel escaso salario. Yo no lo estaba pagando. Rápidamente me arrepentí y comencé a pagar un dólar y medio más en nuestro diezmo mensual.
¿Cambió la Iglesia en algo porque nosotros pagáramos más diezmo? Desde luego que no. Sin embargo, pagar un diezmo íntegro me cambió a mí. Fue entonces cuando aprendí que pagar el diezmo es una cuestión de fe, no de dinero. Al llegar a pagar un diezmo íntegro, las ventanas de los cielos empezaron a abrirse para mí. Atribuyo al pago fiel de nuestros diezmos varias oportunidades profesionales que tuve posteriormente20.
El pago del diezmo requiere fe, y también edifica la fe en Dios y en Su Hijo Amado.
Escoger llevar una vida virtuosa en un mundo sexualizado y politizado edifica la fe.
Pasar más tiempo en el templo edifica la fe. Y su servicio y su adoración en el templo los ayudarán a pensar de manera celestial. El templo es un lugar de revelación. Allí se les enseña a progresar hacia una vida celestial. Allí se acercan más al Salvador y se les concede un mayor acceso a Su poder. Allí se los guía para que solucionen los problemas de su vida, incluso los problemas más desconcertantes.
Las ordenanzas y los convenios del templo tienen una importancia eterna. Seguimos edificando más templos para que estas posibilidades sagradas se conviertan en una realidad en la vida de cada uno de ustedes. Hoy estamos agradecidos de anunciar nuestros planes de edificar un templo en cada uno de los veinte lugares siguientes:
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Savai’i, Samoa
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Cancún, México
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Piura, Perú
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Huancayo, Perú
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Viña del Mar, Chile
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Goiânia, Brasil
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João Pessoa, Brasil
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Calabar, Nigeria
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Costa del Cabo, Ghana
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Luanda, Angola
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Mbuji-Mayi, República Democrática del Congo
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Laoag, Filipinas
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Osaka, Japón
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Kahului, Maui, Hawái
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Fairbanks, Alaska
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Vancouver, Washington
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Colorado Springs, Colorado
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Tulsa, Oklahoma
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Roanoke, Virginia
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Ulán Bator, Mongolia
El Señor nos manda que edifiquemos estos templos para ayudarnos a pensar de manera celestial. Dios vive. Jesús es el Cristo. Se ha restaurado Su Iglesia para bendecir a todos los hijos de Dios. Testifico de ello en el sagrado nombre de Jesucristo. Amén.