1990–1999
La Crianza De Los Hijos En Un Ambiente Contaminado
Octubre 1993


La Crianza De Los Hijos En Un Ambiente Contaminado

“No tengan temor de fijar normas claras de comportamiento. Digan “no” cuando se requiera.”

No hace mucho, tuve una conversación con un grupo de padres que se sentían muy preocupado por tener que criar a sus hijos en un ambiente moralmente contaminado. Y me pidieron ayuda para guiar a sus hijos en un mundo que parece estar desmoronándose

Escuchamos y leemos a diario sobre el ambiente contaminado: la lluvia ácida, el humo [smog], los desperdicios tóxicos. Pero estos padres reconocen que existe otra clase de contaminación mucho mas peligrosa: la contaminación moral y espiritual.

En una conferencia reciente, el elder Boyd K. Packer dijo: “Al hacer una prueba del medio ambiente moral, encontramos que el índice de contaminación continua empeorando” (Liahona, julio de 1992, pág. 73). El apóstol Pablo predijo “… que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos …” (2 Timoteo 3:1). Y refiriéndose a los Últimos Días, el profeta Moroni declaró:

“Sí, sucederá en un día en que habrá grandes contaminaciones sobre la superficie de la tierra …” (Mormón 8:31).

Lamentablemente, el efecto de esta gran contaminación se hace mas evidente en los medios de comunicación como las películas, la televisión y la música popular. El senador de los Estados Unidos Robert D. Byrd dijo:

“Si en este país continuamos presentando imágenes de asesinatos, violencia, abuso de drogas … perversiones y pornografía … ante los ojos de millones de niños, año tras año, y día tras día. no debiera sorprendernos que los cimientos de nuestra sociedad se carcomieran como si tuvieran lepra” (Michael Medved, Hollywood vs. America, Nueva York: Harper Perennial, 1992, pág. 194).

A pesar de que existen algunas excepciones, la mayoría de los medios de comunicación parecen haber declarado la guerra en contra de lo que la mayoría considera mas valioso: la familia, la religión y el patriotismo. Degradan el matrimonio y promueven e idealizan las relaciones premaritales y el adulterio.

Las expresiones mas vulgares y degradantes bombardean los oídos de todos los que pueden oír. Se dice que en una película no apta para menores se dijo la palabrota mas común ¡doscientas cincuenta y seis veces! La exposición constante de violencia y de crímenes degrada el valor de la vida humana. Recuerden que cualquier cosa que no esta bien para los niños muy pocas veces esta bien para los adultos.

Como parte de una campana infructuosa para evitar que las jovencitas solteras tengan hijos y combatir las terribles enfermedades que azotan a nuestra sociedad, se distribuyen libremente ciertas cosas para el control de la natalidad. Estoy convencido de que esta practica enseña a los jóvenes que pueden hacer cualquier cosa con tal de que se protejan para evitar las consecuencias.

No es de extrañar que los padres se preocupen tanto al tratar de cumplir con el sagrado cometido de criar a los hijos cuando se enfrentan a tan horribles influencias. Lamentablemente, estos problemas acechan tanto a los miembros de la Iglesia como a los que no lo son.

Los padres que realmente quieran recibir ayuda deben volver a lo básico, que son los principios del evangelio. Entre todo lo que pueda decirse, les doy cuatro sugerencias que, si las aplican, les darán resultados positivos.

Primero: No tengan temor de fijar normas claras de comportamiento. Digan “no” cuando se requiera. Y como lo aconsejo el Dr. John Rosemond:

“… den a sus hijos a diario varias dosis de vitamina N. Este nutriente esencial se compone de las dos letras mas disciplinarias de la lengua castellana. [No]… Lamentablemente, muchos niños en la actualidad, por no decir todos, sufren una deficiencia de la vitamina N. Ellos han sido malcriados por padres bien intencionados que les han dado demasiado de las cosas que querían y muy poco de lo que realmente necesitaban” (John Rosemond, Six-Point Plan for Raising Happy, Healthy Children, Kansas City, Misuri: Andrews & McMeel,, pág. 114).

Aunque los hijos digan: “Todos mis amigos van a quedarse hasta la una o las dos de la madrugada y los padres los dejan. ¿Por que no puedo hacerlo yo? ¿no confían en mi?” Díganles que hay ciertas cosas que como miembros de la familia de ustedes simplemente no pueden hacer. Algunos padres tienen una preocupación hasta morbosa de que sus hijos no sean aceptados en la sociedad y les permiten hacer muchas cosas que saben que no están bien, como comprar ropa costosa o indecente, regresar tarde a la casa, tener novio o novia antes de los dieciséis años, ver películas indecorosas, etc. Tanto los hijos como los padres que hacen lo correcto muchas veces se sentirán solos. A veces tendrán que quedarse en casa mientras otros van a las fiestas, dejar de ver algunas películas y hasta divertirse un poco menos que los demás. Pero la paternidad no es un concurso de popularidad.

Tal vez tengan que consultar a los padres de los amigos de sus hijos y ponerse de acuerdo con ellos para darles permiso a los jóvenes para divertirse en forma aceptable y volver a una hora prudente. Sus hijos se sentirán malhumorados al principio, pero un día llegaran a quererlos aun mas porque se darán cuenta de que les pusieron reglas y normas, debido al cariño que les tienen.

Segundo: Enseñen a los hijos a trabajar y a ser responsables. Especialmente en las ciudades, muchos niños crecen en un ambiente en el que no tienen mucho para hacer. Son como el jovencito de trece años al que le preguntaron que hacia durante el verano:

“Bueno, me levanto a las diez u once, después mama me da el desayuno. A veces voy con los muchachos a jugar al básquetbol (baloncesto), o miro televisión y después voy a las tiendas o a los centros comerciales a mirar a las chicas y a pasar el rato”.

Y cuando le preguntaron a que hora se acostaba, dijo: “Alrededor de la una o las dos. Voy a la casa de un amigo y miramos videos. Es fabuloso porque la madre de mi amigo le permite alquilar y mirar cualquier clase de película, incluso las no aptas para menores”.

Me preocupa mucho el futuro de este joven Santo de los Últimos Días y también el de sus amigos.

Me gusta lo que el presidente Spencer W. Kimball ha dicho sobre el tema:

“La generación holgazana desperdicia los días sin nada que hacer …

“Queremos que ustedes, los padres, inventen trabajo para sus hijos …

“‘¿que podemos hacer?’ se preguntaran.

“Vayan al mercado, trabajen en el hospital, ayuden a los vecinos y al limpiador de la capilla, laven la vajilla, barran los pisos, hagan las camas, aprendan a coser y a cocinar.

“Lean buenos libros … limpien la casa, planchen la ropa, junten las hojas, saquen la nieve, repartan periódicos …”

Y entonces termina diciendo:

“Los gobernantes, para proteger a los niños, han hecho leyes para que no se los obligue a trabajar, pero se han ido al otro extremo. Pero no hay leyes que prohíban los trabajos que sugiero … y los padres pueden inventar otras tareas” (The Teachings of Spencer W. Kimball, ed. Edward L. Kimball, Salt Lake City: Bookcraft, 1982, págs. 360–361).

Además, ayuden a los hijos a autodisciplinarse con actividades como tocar un instrumento musical u otra actividad que requiera esfuerzo y concentración. Recuerdo lo que contó un vendedor que fue a una casa un día de mucho calor, y por la puerta entreabierta, vio a un niño estudiando escalas en el piano. Tenía un guante de béisbol y la gorra a su lado. El vendedor preguntó: “¿Esta tu madre?” y el niño contestó: “¡Que pregunta!” ¡Es una suerte tener buenos padres!

Se debe ayudar a todos los niños a desarrollar algún talento del que puedan sentirse orgullosos y los ayude a sentirse seguros de si mismos.

Los misioneros que van a la misión sabiendo trabajar mucho y que son autodisciplinados tienen mas éxito que los demás.

Tercero: Creen un ambiente en el hogar propicio a las experiencias espirituales. Por ejemplo:

  • Recuerden orar a diario como familia. Si los horarios de todos fueran muy diferentes, tal vez tengan que orar mas de una vez a medida que estén disponibles. Mandar a los hijos a la calle sin la protección que brinda la oración es como mandarlos sin abrigo en una tormenta.

  • Tengan noches de hogar todas las semanas sin fallar. Esos momentos son ideales para expresarles a sus hijos el testimonio que poseen. Denles también a ellos la oportunidad de expresar lo que piensan y sienten acerca del evangelio. Ayúdenlos a reconocer la presencia del Espíritu. La noche de hogar creara una atmósfera de seguridad dentro de su propia casa.

  • Lean las Escrituras juntos todos los días para que sientan el poder que ellas tienen. El presidente Benson ha dicho: “… permítanme exhortarlos a que participen en un programa diario de lectura y de meditación de las Escrituras … El Libro de Mormón cambiará sus vidas, los fortificará en contra de la maldad de hoy día y les dará una espiritualidad que ningún otro libro puede darles” (véase Liahona, julio de 1986, pág. 41).

¿Leen el Libro de Mormón tanto como las demás Escrituras? Cuenten la cantidad de promesas que el presidente Marion G. Romney hizo a los padres cuando dijo:

“Estoy seguro de que si los padres leen el Libro de Mormón en forma regular y con oración, solos y con sus hijos, el gran espíritu de ese libro penetrara en sus hogares … el espíritu de reverencia aumentara y el respeto y la consideración mutuos serán aun mayores, desvaneciéndose el ánimo de contención; los padres aconsejaran a sus hijos con mas amor y sabiduría, y los hijos serán mas sumisos al consejo de sus padres; la justicia aumentara; la fe, la esperanza y la caridad, que constituyen el amor puro de Cristo, engalanaran el hogar y la vida y les darán paz, gozo y felicidad” (véase Liahona, julio de 1980, pág. 109).

Debemos tomar muy en serio esas diez promesas.

Cuarto: Sigan el consejo de los profetas. Escuchen sus discursos en esta conferencia y vuelvan a leer los consejos que dieron en ocasiones previas. Si ustedes o su familia no viven de acuerdo con los consejos que han recibido, entonces, por el bienestar de todos ustedes, cambien de vida.

El presidente Harold B. Lee dijo: “… Debemos obedecer las palabras y los mandamientos que el Señor nos dará por medio de Su profeta … [y citando de Doctrina y Convenios], ‘… con toda fe y paciencia como si viniera de mi propia boca’ (D. y C. 21:5).” Luego continuó: “Habrá muchas cosas que requieran paciencia y fe. Es posible que no les guste lo que dicen las Autoridades de la Iglesia. Puede que contradiga sus opiniones políticas o sociales. Puede que interfiera con su vida social … La seguridad de todos nosotros depende de si seguimos o no a los que Dios ha llamado para presidir Su Iglesia …” (véase Liahona, febrero de 1971).

Desde nuestro punto de vista personal, ¿en que nos beneficia tener profetas vivientes si no obedecemos sus consejos?

Padres, no es demasiado tarde para cambiar. Todavía hay esperanzas. Empiecen hoy mismo a aplicar estas sugerencias y otras que se les ocurran. Podemos ayudar a nuestros hijos y nietos a sobrevivir espiritual y moralmente en un mundo en el que el índice de contaminación continua escalando. Nuestra intención no es apartarlos del mundo sino, como rogó nuestro Señor, guardarlos del mal (véase Juan 17:15).

Yo se que nuestro Padre Celestial vive. Nosotros somos Sus hijos espirituales y El ama a Su familia.

Jesús es el Cristo, esta es Su Iglesia y la dirigen profetas vivientes.

De esto testifico con toda sinceridad en el nombre de Jesucristo. Amén.