1990–1999
La Sociedad De Socorro: La Caridad, Un Principio Guiador
Octubre 1993


La Sociedad De Socorro: La Caridad, Un Principio Guiador

YA sea que la persona sea miembro de un barrio firmemente establecido o de una rama que apenas empieza, lo que ella aporte a la obra como miembro participante afectará lo que le. suceda a ella y a los que la rodean.

Gracias por esa hermosa música; gracias a los que la compusieron y a los que la presentaron. Agradezco el poder que tiene ese himno para conmoverme; es un testimonio del amor de Cristo y de lo que puede resultar de nuestra relación con El. Como miembros de la Sociedad de Socorro, reclamamos el derecho de ser Sus discípulas y nos regocija serlo. Ruego que lo que diga ahora, fortalezca nuestra comprensión de Su misericordia para con nosotros.

Esta sociedad, organizada y dedicada para poner en practica el amor y la caridad, en 151 años ha crecido de 20 mujeres a mas de 3.4 millones por todo el mundo. La idea

de tener una organización femenina en la recién establecida Iglesia de 1842, provino de la iniciativa de mujeres rectas. Como resultado de su petición, un profeta de Dios creó una entidad para ellas, a la que llamamos Sociedad de Socorro. Sólo mediante el poder del sacerdocio y por medio de la autoridad de un profeta, podrían las mujeres de la Iglesia organizarse de una manera que desempeñaran un papel significativo en la Iglesia, dándoles así una participación importante en la edificación del reino de Dios. Poco después de su fundación, el profeta José Smith dijo “Ahora os entrego la llave en el nombre de Dios, y esta Sociedad se regocijara y de ahora en adelante recibirá conocimiento e inteligencia … este es el comienzo de días mejores para esta Sociedad” (Derr, Cannon, Beecher, Women of Covenant, pág. 47, cursiva agregada). En el libro Women of Cotoenant (“Mujeres del convenio”), recientemente publicado en inglés sobre la historia de la Sociedad de Socorro, leemos que los deberes temporales de la organización de la Sociedad de Socorro cambiarían según las circunstancias lo requirieran, pero que su propósito espiritual era permanente. El profeta José Smith declaró: “Enseñad a las hermanas de la comunidad … y salvad almas”. En 1906, el presidente Joseph F. Smith nos volvió a recordar el propósito: “Ellas deben (o sea, la Sociedad de Socorro) estar pendientes del bienestar espiritual y la salvación de las madres e hijas de Sión; y asegurarse de que no se descuide a nadie, y que a todas se les proteja contra la desgracia, la calamidad, los poderes de las tinieblas y las maldades que las amenazan en el mundo” (Ibíd, pág. 48).

Cuando la hermana Elaine Jack fue llamada Presidenta en 1990, y la hermana Chieko Okazaki y yo fuimos nombradas consejeras, las tres humildemente deseamos ser instrumentos en manos de Dios con cl fin de aumentar los “días mejores” de nuestras hermanas por todo el mundo. Sabíamos que sus circunstancias eran muy variadas y que no debíamos descuidar su bienestar espiritual. Enfocamos nuestra atención en Jacob, capitulo 4, versículo 13. “… porque el espíritu habla la verdad, y no miente. Por tanto, habla de las cosas como realmente son, y de las cosas como realmente serán; así que estas cosas nos son manifestadas claramente para la salvación de nuestras almas”. Sabíamos que aquellas mujeres que luchaban por definir su identidad podrían hacerlo, no comparándose con otras mujeres, sino obteniendo una comprensión del importante lugar que ocupan como compañeras de los hombres y con iguales derechos de recibir, con rectitud, las ordenanzas salvadoras establecidas por Cristo. Sabemos que tanto los hombres como las mujeres son bautizados, se les ofrece el don del Espíritu Santo, participan de la Santa Cena y hacen sagrados convenios en los templos de la Iglesia exactamente de la misma manera. Decidimos que no trataríamos de describir a la mujer mormona ideal, sino que en vez de ello trataríamos de enseñar que Cristo es nuestro modelo, y que a medida que nos llenemos de Su amor, nos convertiremos en Sus discípulas. Deseamos tener las bendiciones descritas en Moroni 7:48 de que seremos “… semejantes a El …”.

Contemplamos nuestra organización y vimos que desde un punto de vista estructural, la responsabilidad de la Sociedad de Socorro hoy día. es de: dar lecciones dominicales, hacer las visitas de maestras visitantes, tener reuniones de Economía Doméstica, prestar servicio caritativo y velar por el bienestar de los miembros. El cumplir con estas responsabilidades provee a nuestros miembros maneras de aumentar su conocimiento de los principios del evangelio y de cuidarse las unas a las otras. Una vez al mes dedicamos una hora y media para recalcar la importancia de nuestros hogares y que deben ser un refugio para nuestra familia. Esta reunión de Economía Doméstica nos ayuda a atender mejor a nuestras familias, a edificar la hermandad y a desarrollar y a poner en practica la caridad.

Pero el ver únicamente la estructura no revela todo lo que abarca. La Sociedad de Socorro se esta estableciendo en muchos lugares del mundo en donde la Iglesia es relativamente nueva. Esto nos permite ver claramente que la fortaleza de nuestra sociedad se logra cuando la estructura se vivifica por medio de la fe, el empuje y las obras de sus miembros. Ya sea que la persona sea miembro de un barrio firmemente establecido o de una rama que apenas empieza, lo que ella aporte a la obra como miembro participante afectara lo que le suceda a ella y a los que la rodean. El enseñar y ayudar a salvar a otros, el ver que no se descuide a nadie, es una gran causa. Esta obra requiere el trabajo de todas y requiere nuestros mejores esfuerzos.

En la Sociedad de Socorro, la caridad de que habla nuestro lema no es algo abstracto; es un amor que va mas allá de lo que podamos sentir por otras o de lo que otras personas sientan por nosotros. No es una clase de amor condicional. El ser cordiales, generosas y consideradas son cualidades que nos ayudan a olvidarnos de nosotras mismas, pero la clase de amor desinteresado que Cristo nos mandó aprender es verdaderamente algo sublime. “… bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (3 Nefi 12:44). El nos promete que si aprendemos a amar de esa manera, ¡podemos llegar a ser perfectos!

Últimamente he visto que alguien ha puesto eso en practica. Una mujer a la que no conocía vino a mi hogar y me habló de la congoja que sentía al ver su matrimonio arruinado por el engaño y la crueldad. Se sentía apesadumbrada por sus hijos jóvenes que se sentían confusos y heridos. En tres ocasiones diferentes ella había sido presidenta de la Sociedad de Socorro de barrio y también había sido presidenta de la Sociedad de Socorro de estaca, servicio que le había demostrado la evidencia irrefutable de la bondad y la misericordia de Dios, así como algunas de las difíciles y dolorosas realidades que muchas personas sufren; aun así, le sorprendió no estar mejor preparada para hacer frente a su propia tragedia. Como ultima cosa, dijo: “Lo único que puedo hacer ahora es aferrarme a mi fe en Dios y orar para que mi amor por Cristo y por mis hijos me ayude a salir adelante”. En ese momento, el dolor impedía reconocer su propio valor y resolución. En medio de esa tribulación, se mantuvo firme en Cristo y manifestó su amor y caridad. Yo sabia que ella y sus hijos aun tendrían que soportar muchas cosas, pero ambas oímos resonar las palabras de Moroni, de que quien poseyera la caridad o el amor puro de Cristo en el postrer día le iría bien (véase Moroni 7:47). Mediante la dolorosa experiencia de buscar la verdadera naturaleza del amor, ella literalmente estaba ofreciendo lo que Dios requiere de cada uno de nosotros, o sea, un corazón quebrantado y un espíritu contrito. A la vez, al tener esa actitud positiva, estaba adquiriendo fortaleza y paz.

Otro ejemplo del poder del amor desinteresado es la experiencia de mis amigos Thales y Charone Smith, quienes recientemente regresaron de una misión humanitaria en Albania. El, pediatra, y ella, enfermera, fueron los primeros misioneros que la Iglesia mandó a esa región. Se embarcaron en la tarea tal como lo habían hecho durante los 46 años de matrimonio; cada uno encontró oportunidades de utilizar sus talentos. Thales trabajó como instructor en un hospital pediátrico que proporcionaba una variedad de servicios. A Charone se le asignó trabajar en un hospital en el que había ochenta niños, desde recién nacidos hasta niños de dos o tres años de edad, que recibían tratamiento por deficiencias nutritivas y otros problemas graves. A causa de que el hospital abarcaba una zona muy extensa, los padres raras veces podían visitar a los niños. A algunos niños los dejaban abandonados a causa de la pobreza y de las circunstancias desesperantes de los padres. Cuando Charone llegó, los pequeños pacientes estaban apáticos e indiferentes; a la mayoría los envolvían con frazadas de manera de que no se podían mover en la cama. Ella observó que tanto los médicos como las enfermeras actuaban como profesionales y hacían todo lo posible por mantener a los niños limpios y alimentados, pero que todo eso se llevaba a cabo siguiendo un estricto horario. Los niños carecían totalmente de cariño y de cuidado individual. A Charone se le asigno el cuidado de diez niños; empezó a cantar y a hablarles a medida que trabajaba. Al principio los niños ni siquiera se fijaban en ella; ella los sostenía en los brazos cuando les daba el biberón en vez de acomodárselos para que ellos se alimentaran solos, y les hablaba. En menos de dos semanas empezaban a fijar la vista en ella y a seguirla con la mirada. Después de seis semanas todos notaron los cambios. Los niños empezaron a sonreír, aumentaron de peso y empezaron a manifestar su personalidad. Charone les hacia ejercitar los brazos y las piernas y les enseñaba a sentarse. Bajo su cuidado, los niños progresaron tanto que los doctores le modificaron el horario a fin de que ella y otras enfermeras pudieran cuidar a los ochenta niños. A pesar de que los pequeños pacientes aun enfrentaban dificultades, cuando llego el tiempo en que Charone tuvo que partir, había ocurrido un cambio maravilloso en la condición de aquellos niños. El amor no solamente es bueno sino que es esencial para la vida.

Como podrán ver en el video que se va a presentar, hay muchas evidencias de la bondad de todas ustedes, hermanas, y de los principios que generan su servicio y fidelidad. Ustedes nos dan dignidad a todas nosotras a medida que buscan el Espíritu del Señor, trabajan con los líderes del sacerdocio, utilizan su capacidad para determinar lo que se necesita y actúan con valor. Su trabajo trae bendiciones a la vida de los demás y edifica el reino de Dios en la tierra. La Sociedad de Socorro enseña que el poner en práctica el amor y la caridad, y el participar plenamente en las ordenanzas esenciales del evangelio restaurado y gozar de sus bendiciones nos ayuda a ser mas como Cristo. Esto es ciertamente el “conocimiento y la inteligencia” que nos llevara a “días mejores” para todas alcanzar la vida eterna y llegar a ser como dioses. De esto testifico en el nombre de Jesucristo. Amén.