Ministración
Transmitir un interés genuino
Principios


Principios para ministrar

Transmitir un interés genuino

Hay muchísimas maneras en que podemos mostrar un interés genuino, especialmente en Navidad. Podemos decirlo, enviar un mensaje de texto, escribirlo, darlo, compartirlo, decirlo en oración, cocinarlo, cantarlo, abrazarlo, representarlo, plantarlo o limpiarlo. Simplemente inténtalo.

Liahona, diciembre de 2018

Imagen
communicating you care

Mostrar amor a otras personas es la esencia pura de la ministración. La Presidenta General de la Sociedad de Socorro, Jean B. Bingham, dijo: “… la verdadera ministración se realiza uno por uno, siendo el amor la fuerza motivadora… Con el amor como la fuerza motivadora, ocurrirán milagros y encontraremos maneras de llevar a nuestros hermanos y hermanas ‘ausentes’ al abrazo incluyente del evangelio de Jesucristo”1.

El que las personas sepan que nuestro interés es genuino es un aspecto esencial en el desarrollo de las relaciones humanas. Pero cada persona es diferente y recibe el mensaje de diferentes maneras. Así pues, ¿cómo podemos expresar adecuadamente nuestro amor por los demás de maneras que ellos lo entiendan y lo valoren? Estas son algunas maneras de transmitir un interés genuino, junto con varias ideas para comenzar tus propias reflexiones.

Dilo

A veces no hay nada como decir lo que sientes por alguien. Aunque esto puede suponer decirle a alguien que lo amas, también implica compartir lo que admiras de esa persona, u ofrecer un cumplido sincero. Este tipo de afirmaciones ayuda a fortalecer las relaciones. (Véase Efesios 4:29).

  • Busca una oportunidad de hacer saber a la persona lo mucho que admiras alguna de sus fortalezas.

  • Pasa a verla, llámala o envía un correo electrónico, un mensaje de texto o una tarjeta diciéndole a esa persona que piensas en él o ella.

Visita

Dedicar tiempo a hablar con una persona y a escucharla es una poderosa manera de mostrar lo mucho que la valoras. Ya sea que converses con ellos en el hogar, en la Iglesia o en otro lugar, hay mucha gente que necesita alguien con quien hablar. (Véanse Mosíah 4:26; D. y C. 20:47).

  • En función de las necesidades de la persona, programa una visita. Dedica tiempo a escuchar de verdad y a comprender sus circunstancias.

  • Cuando sea difícil visitar el hogar de las personas por cuestiones de distancia, costumbres u otras circunstancias, tal vez podrían pasar tiempo juntos después de las reuniones de la Iglesia.

Presta servicio con un objetivo

Ten en cuenta las necesidades de la persona o la familia. El prestar servicio significativo transmite interés genuino, ya que combina los valiosos dones del tiempo y del esfuerzo concienzudo. “… los simples actos de servicio pueden tener efectos profundos en los demás”, dijo la hermana Bingham2.

  • Brinda servicio que fortalezca a las personas y a sus familias, como cuidar de los hijos para que los padres puedan asistir al templo.

  • Busca maneras de aliviar las cargas cuando se hacen abrumadoras, como limpiar las ventanas, pasear al perro o ayudar en el jardín.

Hagan cosas juntos

Hay personas que no “conectan” mediante conversaciones profundas. Algunos establecen relaciones al encontrar intereses comunes y pasar tiempo juntos haciendo esas cosas. El Señor nos instó a “estar con [nuestros hermanos y hermanas] y fortalecerlos” (véase D. y C. 20:53).

  • Vayan a dar un paseo, planeen una tarde de juegos o fijen una hora habitual para hacer ejercicio juntos.

  • Presten servicio juntos en un proyecto de la comunidad o la Iglesia.

Da un regalo

En ocasiones, el tiempo o las oportunidades para interactuar son limitadas. En muchas culturas, dar un regalo es una señal de interés y empatía. Incluso un regalo sencillo y ocasional puede transmitir tu deseo de construir una relación más estrecha. (Véase Proverbios 21:14).

  • Llévales su postre favorito.

  • Comparte una cita, un pasaje de las Escrituras u otro mensaje que sientas que podría beneficiarles.

Una obra de amor

A medida que llegues a conocer a aquellas personas a quienes ministras y para las cuales buscas inspiración, aprenderás de manera más concreta cómo transmitir tu amor e interés individualmente por ellas.

Kimberly Seyboldt, de Oregón, EE. UU., cuenta un relato sobre la búsqueda de inspiración y el hacer regalos para mostrar amor:

“Cuando la vida hace que me sienta desanimada, me levanto y hago pan de calabacín, normalmente unos ocho panes. Mi ingrediente especial es la oración que ofrezco en silencio mientras cocino para saber quién necesita esos panes. He podido conocer mejor a mis vecinos, ya que el pan de calabacín recién horneado ha sido la invitación para entrar en sus hogares y sus vidas.

“Un caluroso día de verano pasé junto a unos puestos de venta de moras que una familia había instalado a un lado de la carretera. Yo no necesitaba más moras, pero el joven y delgado muchacho que había en el puesto se alegró mucho al verme, pensando que yo era su próximo cliente. Compré algunas moras, pero yo también tenía un regalo para él: le di dos panes. Él se volvió a su padre en busca de aprobación y luego dijo: ‘Mira, papá, ahora tenemos algo para comer hoy’. Me sentí llena de gratitud por esa oportunidad de mostrar amor de una manera sencilla”.

El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, rogó “que cada hombre y mujer —y nuestros jóvenes y jovencitas mayores— [tengan]… un compromiso más profundo de cuidar los unos de los otros de todo corazón, motivados únicamente por el amor puro de Cristo… trabajemos hombro a hombro con el Señor de la viña, dando al Dios y Padre de todos nosotros una mano de ayuda con Su asombrosa tarea de contestar oraciones, dar consuelo, secar lágrimas y fortalecer las rodillas débiles”3.

Jesucristo se interesa

Antes de que Jesucristo levantara a Lázaro de entre los muertos, “lloró Jesús.

“Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba” (Juan 11:35–36).

“… tengo compasión de vosotros”, dijo Cristo a los nefitas. Luego pidió que le trajeran a sus enfermos y afligidos, a sus cojos y sus ciegos, “y los sanaba” (véase 3 Nefi 17:7–9).

El Salvador nos dio el ejemplo cuando cuidó a otras personas. Él nos enseñó:

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente.

“Este es el primero y grande mandamiento.

“Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37–39).

¿Quién necesita tu ayuda? ¿Cómo podrías mostrarles un interés genuino?

Notas

  1. Jean B. Bingham, “Ministrar como lo hace el Salvador”, Liahona, mayo de 2018, pág. 106.

  2. Jean B. Bingham, “Ministrar como lo hace el Salvador”, pág. 104.

  3. Jeffrey R. Holland, “Estar con ellos y fortalecerlos”, Liahona, mayo de 2018, pág. 103.