2023
¿Cómo reconozco al Espíritu?
Junio de 2023


“¿Cómo reconozco al Espíritu?”, Liahona, junio de 2023.

¿Cómo reconozco al Espíritu?

Para guiarnos en cuanto a cómo reconocer al Espíritu, el Señor ha proporcionado muchas descripciones del Espíritu Santo en las Escrituras.

Imagen
Jovencita sentada y meditando

Fotografía por Sam Solaita

El presidente Russell M. Nelson enseñó: “Nunca ha sido más necesario que en este momento, saber cómo el Espíritu Santo les habla”1. Y sin embargo, muchos todavía se preguntan: ¿Cómo reconozco al Espíritu? Se trata de una pregunta que me han hecho repetidas veces como maestro en el Centro de Capacitación Misional, en Seminarios e Institutos y en la Universidad Brigham Young. Afortunadamente, el Señor Jesucristo ha contestado esa pregunta en las Escrituras y en las enseñanzas de los profetas modernos.

El apóstol Pablo enseñó a los corintios que “nadie conoció las cosas de Dios, a no ser que haya tenido el Espíritu de Dios” (Traducción de José Smith, 1 Corintios 2:11 [en 1 Corintios 2:11, nota b al pie de página]). Debido a que las verdades espirituales por lo general no se ven con los ojos naturales, no se pueden aprender solamente mediante nuestros sentidos naturales ni el intelecto. Por lo tanto, solo podemos llegar a conocerlas por medio del Espíritu (véase 1 Corintios 2:9–10). El Espíritu Santo debe confirmárnoslas (véase Moroni 10:4).

Por eso es vital que cada uno de nosotros aprenda por sí mismo a reconocer y confiar en el Espíritu para conocer la verdad2. El presidente Boyd K. Packer (1924–2015), presidente del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “Si su percepción se limita a lo que ven con los ojos naturales y lo que oyen con los oídos naturales, entonces no saben mucho”3.

Para guiarnos en cuanto a cómo reconocer al Espíritu, el Señor ha proporcionado las siguientes descripciones:

“Paz a tu mente”. Para ayudar a Oliver Cowdery a reconocer al Espíritu, el Señor preguntó: “¿No hablé paz a tu mente en cuanto al asunto?” (Doctrina y Convenios 6:23)4. El élder Richard G. Scott (1928–2015), del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó: “El sentimiento de paz es el modo de ratificación más común que yo he experimentado. Cuando he estado muy preocupado acerca de algo importante, luchando sin éxito por resolverlo, he seguido esforzándome con fe; y entonces una gran paz me ha invadido, disipando mi preocupación, tal como Él lo ha prometido”5.

“A tu mente y a tu corazón”. En otra ocasión, el Señor dio esta descripción de la revelación: “[H]ablaré a tu mente y a tu corazón por medio del Espíritu Santo […]. [E]ste es el espíritu de revelación” (Doctrina y Convenios 8:2–3). En referencia a ello, el élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “El Señor indica [aquí] que la revelación con frecuencia viene como pensamientos a la mente y sentimientos al corazón”6.

Esos pensamientos y sentimientos inspirados pueden “ilumina[r] tu mente” (Doctrina y Convenios 11:13) y hacer que tu corazón “se llen[e] de alegría” (Mosíah 4:20). El profeta José Smith explicó que la “la primera indicación del espíritu de revelación” es cuando “sient[en] que la inteligencia pura fluye en ustedes”, dándoles “una repentina corriente de ideas”7.

“Ardía nuestro corazón en nosotros”. Reflexionando sobre el hecho de que el Cristo resucitado les enseñara, dos de Sus discípulos dijeron: “¿No ardía nuestro corazón en nosotros mientras nos hablaba en el camino y cuando nos abría las Escrituras?” (Lucas 24:32). De manera similar, Jesucristo le dijo a Oliver Cowdery: “haré que tu pecho arda dentro de ti” para confirmar la verdad (Doctrina y Convenios 9:8; véase también 3 Nefi 11:3). El presidente Dallin H. Oaks, primer consejero de la Primera Presidencia, explicó que “no es un calor físico como el que produce la combustión, sino un sentimiento de paz y calidez, de serenidad y bondad”8.

“Sentirás que está bien”. Jesucristo enseñó a Oliver Cowdery que sabría que algo era verdadero por el Espíritu porque “sentir[ía] que est[aba] bien” (Doctrina y Convenios 9:8). El élder Scott interpretó que eso significa que “[r]ecibirás entonces la respuesta como un sentimiento acompañado de una convicción”9.

“Una voz apacible y delicada”. El Señor enseñó a Elías el Profeta que por lo general no habla dramáticamente por medio de fuego, torbellinos ni terremotos, sino que, con más frecuencia, Su comunicación espiritual es sutil, por medio de “una voz apacible y delicada” (1 Reyes 19:12)10. Esa voz espiritual es como “un susurro” que penetra “hasta el alma misma” (Helamán 5:30), y “pese a que se describe como una voz”, enseñó el presidente Packer, “es algo que se siente, más que escucharse”11.

“Has recibido instrucción de mi Espíritu”. Debido a que el Espíritu se comunica de manera suave y sutil, podemos recibir revelación sin darnos cuenta. El Señor explicó a Oliver Cowdery: “… me has consultado, y […] cuantas veces lo has hecho, has recibido instrucción de mi Espíritu. De lo contrario, no habrías llegado al lugar donde ahora estás” (Doctrina y Convenios 6:14). El Señor lo guiaba todo el tiempo, pero Oliver no lo reconocía en ese momento. Solo en retrospectiva, cuando el Señor lo señaló, pudo recordar y ver la guía del Señor. Del mismo modo, también estamos “viviendo en la revelación”12 y tal vez no reconozcamos al Espíritu, sino hasta después de que Él nos haya guiado.

“Lo medité repetidas veces”. José Smith describió una experiencia con el Espíritu que tuvo mientras escudriñaba las Escrituras, y afirmó que un versículo “[p]areció introducirse con inmenso poder en cada fibra de mi corazón. Lo medité repetidas veces” (José Smith—Historia 1:12). Nosotros también podemos reconocer el Espíritu cuando los versículos de las Escrituras y las enseñanzas proféticas nos tocan el corazón y nos inspiran a volver a leerlos y meditarlos.

“Línea por línea”. Aunque a veces esperamos que la revelación llegue toda de una sola vez, el Señor ha explicado: “Daré a los hijos de los hombres línea por línea, precepto por precepto, un poco aquí y un poco allí” (2 Nefi 28:30). En otras palabras, el método preferido del Señor es dar revelación gradualmente, poco a poco, como ver la luz paulatina del amanecer, en lugar de verla de una sola vez tras encender la luz en un cuarto13. A menudo, esa revelación solo se reconoce cuando se ve en su conjunto.

“Induce a hacer lo bueno”. Algunos se preguntan si una impresión determinada de hacer el bien proviene del Espíritu o solo de sus propios pensamientos. Jesucristo respondió esto cuando enseñó a Hyrum Smith cómo reconocer Su Espíritu: “Pon tu confianza en ese Espíritu que induce a hacer lo bueno […]; y este es mi Espíritu” (Doctrina y Convenios 11:12). Debemos suponer que las impresiones espirituales de hacer el bien provienen del Espíritu, y debemos actuar de acuerdo con ellas.

Imagen
Un joven leyendo las Escrituras

Fotografía por Clayton Chan

“Quedaos tranquilos y sabed que yo soy Dios”. A veces, el Señor no responde por medio de Su Espíritu tan rápido como esperamos. Esto puede ser difícil y requiere que ejerzamos fe en Su guía para “queda[rnos] tranquilos y sabe[r] que [Él es] Dios” (Doctrina y Convenios 101:16). El presidente Nelson explicó: “Tal vez haya ocasiones en que piensen que los cielos están cerrados, pero les prometo que a medida que sigan siendo obedientes, expresando gratitud por cada bendición que el Señor les dé, y en tanto honren con paciencia el tiempo del Señor, se les dará el conocimiento y la comprensión que buscan”14. Cuando experimentamos ese silencio divino, debemos recordar, como enseñó el presidente Oaks, “que el Señor nos hablará en Su propio tiempo y a Su propia manera. […] y luego esperamos que el Señor nos envíe Su revelación”15.

Aunque estas descripciones son útiles, en última instancia siguen siendo inadecuadas. Como explicó el presidente Packer: “No poseemos palabras (tampoco las Escrituras las tienen) que describan perfectamente al Espíritu. Por lo general las Escrituras utilizan la palabra voz, que no describe exactamente lo que es. Esas delicadas y refinadas comunicaciones espirituales no las vemos con nuestros ojos, ni las escuchamos con nuestros oídos”16. Al final, reconocer al Espíritu es como probar la sal: difícil de describir con palabras, pero reconocible una vez que lo hayas experimentado personalmente17.

Es por eso que debemos aprender a reconocer el Espíritu por nosotros mismos. Si bien no podemos forzar las experiencias espirituales, podemos crear la atmósfera para que sucedan. El Señor Jesucristo ha revelado algunas de las cosas pequeñas y sencillas que podemos hacer para aprender a escucharlo cuando nos habla por medio de Su Espíritu, de modo que podamos reconocer mejor esa influencia espiritual cada vez que Él nos hable.

Las Escrituras. El Señor Jesucristo reveló que podemos escuchar que Su voz espiritual nos habla cuando estudiamos las Escrituras. Dijo:

“Estas palabras no son de hombres, […] sino mías […].

“Porque es mi voz la que os las declara; porque os son dadas por mi Espíritu, y por mi poder las podéis leer […].

“Por tanto, podéis testificar que habéis oído mi voz” (Doctrina y Convenios 18:34–36).

Al explicar ese principio, el élder Bednar enseñó: “Una de las maneras en que puedo escucharlo a Él es en las Escrituras. Las Escrituras constituyen la voz del Señor registrada en tiempos antiguos. No es que vas a escuchar una voz por sí misma, aunque eso puede ocurrir; es escuchar las Escrituras en un sentimiento: un sentimiento en mi mente, un sentimiento en el corazón. Para mí, las Escrituras son clave para recibir y reconocer esos pensamientos y sentimientos”18.

Imagen
Una mujer de pie, frente a un templo

El templo. El presidente Nelson enseñó que “[t]ambién podemos escucharlo en el templo. La Casa del Señor es una casa de aprendizaje […]. Allí aprendemos cómo podemos apartar el velo y comunicarnos más claramente con el cielo”19. El profeta José Smith oró para que pudiéramos aprender a reconocer el Espíritu más plenamente en el templo cuando suplicó: “que todos los que adoren en esta casa […] crezcan en ti y reciban la plenitud del Espíritu Santo” (Doctrina y Convenios 109:14–15). Cuando adoramos continuamente en el templo, obtenemos experiencia al sentir el Espíritu y aumenta nuestra capacidad de reconocer Su voz en nuestra vida.

Los profetas. “Por último”, enseñó el presidente Nelson, “lo escuchamos a Él al dar oído a las palabras de los profetas, videntes y reveladores”20. Al escuchar con regularidad los mensajes de nuestros profetas y apóstoles vivientes, y actuar de acuerdo con sus consejos, invitamos al Espíritu Santo a enseñarnos. Esa es otra importante fuente de experiencia con el Espíritu que puede ayudarnos a reconocer Su influencia.

Además, podemos orar sinceramente, servir con fidelidad en la Iglesia, tomar nota de las impresiones espirituales y participar de manera digna de la Santa Cena. Al hacer estas cosas con fe en Jesucristo, el Espíritu vendrá y lo reconoceremos por las descripciones de las Escrituras, nos familiarizaremos con Sus susurros por experiencia propia y reconoceremos con más confianza Su influencia en todos los aspectos de nuestra vida. “[A]l aprender a reconocer y entender el Espíritu de Dios, podrán crecer en el principio de la revelación hasta que lleguen a ser perfectos en Cristo Jesús”21 y obtener “la mente de Cristo” (1 Corintios 2:16).