Conferencia General
La bendición de la revelación continua a los profetas y de la revelación personal para guiar nuestra vida
Conferencia General de abril de 2020


La bendición de la revelación continua a los profetas y de la revelación personal para guiar nuestra vida

Se ha recibido y se sigue recibiendo revelación continua por medio de los canales que el Señor ha establecido.

Hoy voy a hablar sobre la revelación continua a los profetas y la revelación personal continua para guiar nuestra vida.

En ocasiones recibimos revelación aun cuando no sabemos los propósitos del Señor. Poco antes de que el élder Jeffrey R. Holland fuera llamado como apóstol en junio de 1994, tuve una hermosa experiencia reveladora que me hizo saber que él sería llamado. Yo era representante regional y no veía ninguna razón para que se me diera ese conocimiento, pero fuimos compañeros cuando éramos misioneros jóvenes en Inglaterra a principios de la década de 1960 y sentía gran afecto por él. Consideré la experiencia como una tierna misericordia para mí. En estos últimos años me he preguntado si el Señor me estaba preparando para ser miembro de los Doce de menor antigüedad que él, quien fue mi compañero menor cuando éramos misioneros jóvenes1. A veces advierto a los misioneros jóvenes que sean amables con sus compañeros menores porque nunca saben cuándo ellos podrían ser su compañero mayor.

Tengo un firme testimonio de que esta Iglesia restaurada es dirigida por nuestro Salvador, Jesucristo. Él sabe a quién llamar como Sus apóstoles y en qué orden llamarlos; también sabe cómo preparar a Su apóstol de mayor antigüedad para ser el profeta y Presidente de la Iglesia.

Tuvimos la bendición esta mañana de escuchar a nuestro amado profeta, el presidente Russell M. Nelson, pronunciar una profunda proclamación para el mundo en el bicentenario, la cual trata de la Restauración de la plenitud del evangelio de Jesucristo2. Esta trascendental declaración del presidente Nelson ha puesto en claro que la Iglesia de Jesucristo le debe su origen, existencia y rumbo para el futuro al principio de la revelación continua. La nueva proclamación representa la comunicación amorosa de un Padre con Sus hijos.

Hace años, el presidente Spencer W. Kimball expresó los sentimientos que tengo hoy. Él declaró: “De entre todas las bendiciones, aquella por la cual debemos estar más agradecidos […] es el hecho de que los cielos de verdad están abiertos y que la Iglesia restaurada de Jesucristo está fundada sobre la roca de la revelación. La revelación continua es en verdad la savia misma del evangelio del Señor y Salvador viviente, Jesucristo”3.

El profeta Enoc previó los días en que vivimos. El Señor declaró a Enoc la gran iniquidad que prevalecería y profetizó de las “grandes tribulaciones” que tendrían lugar. No obstante, el Señor prometió: “Mas preservaré a mi pueblo”4. “[Y] justicia enviaré desde los cielos; y la verdad haré brotar de la tierra para testificar de mi Unigénito”5.

El presidente Ezra Taft Benson enseñó con gran poder que el Libro de Mormón, la piedra clave de nuestra religión, salió de la tierra en cumplimiento de la declaración del Señor a Enoc. El Padre y el Hijo y los ángeles y profetas que se aparecieron al profeta José Smith recibieron “guía del cielo para restaurar los poderes necesarios al reino”6.

El profeta José Smith recibió revelación tras revelación, y se ha hecho referencia a algunas de ellas durante esta conferencia. Muchas revelaciones que recibió el profeta José se han preservado para nosotros en Doctrina y Convenios. Todos los libros canónicos de la Iglesia contienen la intención y la voluntad del Señor para nosotros en esta última dispensación7.

Además de estos grandes libros de Escrituras fundamentales, tenemos la bendición de la revelación continua a los profetas vivientes. Los profetas son “agentes comisionados del Señor, autorizados para hablar por Él”8.

Algunas revelaciones son de importancia monumental, mientras que otras aumentan nuestro entendimiento de verdades divinas esenciales y brindan guía para nuestro tiempo9.

Estamos increíblemente agradecidos por la revelación al presidente Spencer W. Kimball que extendió las bendiciones del sacerdocio y del templo a todos los miembros varones dignos de la Iglesia el 8 de junio de 197810.

He prestado servicio con muchos de los Doce que estuvieron presentes y que participaron cuando se recibió esa valiosa revelación. Cada uno de ellos, en conversaciones personales, confirmó la potente y unificadora guía espiritual que el presidente Kimball y ellos experimentaron. Muchos de ellos dijeron que fue la revelación más poderosa que habían recibido antes o después de esa ocasión11.

Los que actualmente prestamos servicio en el Cuórum de los Doce Apóstoles hemos sido bendecidos en nuestros días cuando se han recibido revelaciones importantes por medio de profetas recientes12. El presidente Russell M. Nelson ha sido un agente del Señor comisionado especialmente en lo que respecta a revelaciones que ayudan a las familias a edificar santuarios de fe en sus hogares, a congregar al Israel disperso en ambos lados del velo y a bendecir a los miembros investidos en los asuntos relacionados con las ordenanzas sagradas del templo.

Cuando se anunciaron cambios importantes para bendecir nuestros hogares en la Conferencia General de octubre de 2018, testifiqué “que en las deliberaciones del Consejo de la Primera Presidencia y Cuórum de los Doce Apóstoles en el templo […] después de que nuestro amado profeta solicitó al Señor revelación […] todos recibimos una poderosa confirmación”13.

En esa ocasión, se habían recibido otras revelaciones relacionadas con las ordenanzas sagradas del templo, pero no se habían anunciado ni puesto en práctica14. Esa guía comenzó con revelación profética individual al presidente Russell M. Nelson y con una tierna y poderosa confirmación a los que participaron en el proceso. El presidente Nelson específicamente incluyó a las hermanas que presiden las organizaciones de la Sociedad de Socorro, Mujeres Jóvenes y la Primaria. La guía final, en el templo, a la Primera Presidencia y al Cuórum de los Doce Apóstoles, fue profundamente espiritual y poderosa. Cada uno de nosotros supimos que habíamos recibido la intención, la voluntad y la voz del Señor15.

Declaro con toda solemnidad que se ha recibido y se sigue recibiendo revelación continua por medio de los canales que el Señor ha establecido. Testifico que la nueva proclamación que el presidente Nelson pronunció esta mañana es una revelación para bendecir a todas las personas.

Extendemos a todos la invitación de deleitarse a la mesa del Señor

También declaramos nuestro deseo sincero de reunirnos de nuevo con los que han tenido dificultades con su testimonio, que han estado menos activos o que han pedido que su nombre sea retirado de los registros de la Iglesia. Deseamos deleitarnos con ustedes “en las palabras de Cristo” a la mesa del Señor, a fin de aprender lo que todos debemos hacer16. ¡Los necesitamos! ¡La Iglesia los necesita! ¡El Señor los necesita! Nuestra oración sincera es que se unan a nosotros para adorar al Salvador del mundo. Sabemos que algunos de ustedes posiblemente hayan sido objeto de ofensas, crueldad o de alguna otra conducta que no es cristiana; también sabemos que algunos han pasado por desafíos de fe que quizás no se han reconocido, entendido o resuelto completamente.

Algunos de nuestros miembros más leales y fieles han atravesado desafíos de fe durante cierto tiempo. Me encanta la historia verdadera de W. W. Phelps, quien había abandonado la Iglesia y testificado en contra del profeta José Smith en un tribunal en Misuri. Después de arrepentirse, le escribió a José: “Conozco mi situación, usted la conoce y Dios la conoce, y quiero ser salvo, si mis amigos me ayudan”17. José lo perdonó, lo puso nuevamente a trabajar y con cariño le escribió: “… los que fueron amigos, de nuevo amigos serán”18.

Hermanos y hermanas, independientemente de su situación, sepan que la Iglesia y sus miembros los recibirán de nuevo.

Revelación personal para guiar nuestra vida

La revelación personal está disponible para todo el que humildemente busque la guía del Señor. Es de igual importancia que la revelación profética. La revelación personal y espiritual del Espíritu Santo ha resultado en que millones de personas han recibido el testimonio necesario para ser bautizados y confirmados miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

La revelación personal es la bendición profunda que se recibe después del bautismo cuando somos “santificados por la recepción del Espíritu Santo”19. Recuerdo una revelación espiritual especial que recibí cuando tenía quince años. Mi apreciado hermano estaba buscando la guía del Señor sobre la manera de responderle a nuestro querido padre, que no quería que él sirviera en una misión. Yo también oré con sincera intención y recibí revelación personal sobre la veracidad del Evangelio.

La función del Espíritu Santo

La revelación personal se basa en verdades espirituales recibidas por medio del Espíritu Santo20. El Espíritu Santo es quien revela toda verdad y testifica de ella, especialmente la del Salvador. Sin el Espíritu Santo, no podríamos realmente saber que Jesús es el Cristo. Su función trascendental es dar testimonio del Padre y del Hijo y de Sus títulos y Su gloria.

El Espíritu Santo puede influir en todos de una manera poderosa21. Esa influencia no será constante a menos que uno se bautice y reciba el don del Espíritu Santo. El Espíritu Santo también funciona como agente purificador en el proceso del arrepentimiento y el perdón.

El Espíritu se comunica de maneras maravillosas. El Señor utilizó esta hermosa descripción:

hablaré a tu mente y a tu corazón por medio del Espíritu Santo que vendrá sobre ti y morará en tu corazón.

“Ahora, he aquí, este es el espíritu de revelación”22.

Aun cuando su impacto puede ser increíblemente poderoso, a menudo viene calladamente, como una voz suave y apacible23. En las Escrituras hay muchos ejemplos de las formas en que el Espíritu influye en nuestra mente, entre las cuales se encuentran hablar paz a nuestra mente24, ocupar nuestra mente25, iluminar nuestra mente26 e incluso enviar una voz a nuestra mente27.

Entre los principios que nos preparan para recibir revelación se encuentran los siguientes:

  • Orar para pedir guía espiritual. Con reverencia y humildad debemos buscar y pedir28, y ser pacientes y sumisos29.

  • Prepararse para recibir inspiración. Esto requiere que estemos en armonía con las enseñanzas del Señor y que estemos cumpliendo Sus mandamientos.

  • Participar dignamente de la Santa Cena. Cuando lo hacemos, damos testimonio a Dios y hacemos convenio con Él de que tomamos sobre nosotros el nombre de Su santo Hijo y que le recordamos y guardamos Sus mandamientos.

Estos principios nos preparan para recibir, reconocer y seguir las impresiones y la guía del Espíritu Santo, que incluyen las “cosas apacibles […] que trae[n] gozo [y] […] vida eterna”30.

Nuestra preparación espiritual mejora mucho cuando estudiamos frecuentemente las Escrituras y las verdades del Evangelio y meditamos en nuestra mente la guía que buscamos; pero recuerden ser pacientes y confiar en el tiempo señalado por el Señor. La guía la brinda un Señor omnisciente cuando Él “deliberadamente decide instruirnos”31.

Revelación en nuestros llamamientos y asignaciones

El Espíritu Santo también nos brindará revelación en nuestros llamamientos y asignaciones. Según mi experiencia, la mayoría de las veces la guía espiritual significativa llega cuando estamos tratando de bendecir a los demás al cumplir con nuestras responsabilidades.

Recuerdo que cuando era un joven obispo recibí una llamada desesperada de un matrimonio poco antes de salir a tomar un avión para un compromiso de negocios. Antes de que llegaran, le supliqué al Señor para saber cómo los podía bendecir y me fue revelada la naturaleza del problema y la respuesta que debía dar. Esa guía reveladora me permitió cumplir con las responsabilidades sagradas de mi llamamiento de obispo a pesar de tener una cantidad de tiempo muy limitada. Hay obispos del mundo entero que también comparten ese mismo tipo de experiencias conmigo. Como presidente de estaca, no solo obtuve revelación importante, sino que también recibí una corrección personal que fue necesaria para lograr los propósitos del Señor.

Les aseguro que cada uno de nosotros puede recibir guía reveladora conforme obremos humildemente en la viña del Señor. La mayoría de la guía que recibimos proviene del Espíritu Santo. En ocasiones, y para ciertos propósitos, viene directamente del Señor. Testifico personalmente que esto es verdad. La guía para toda la Iglesia la recibe el Presidente y profeta de la Iglesia.

Nosotros, como apóstoles modernos, hemos tenido el privilegio de trabajar y viajar con nuestro profeta actual, el presidente Nelson. Parafraseo lo que Wilford Woodruff dijo sobre el profeta José Smith, que es igualmente verdadero en cuanto al presidente Nelson. He visto “cómo el Espíritu de Dios obr[a] en él, así como las revelaciones que recib[e] de Jesucristo y el cumplimiento de estas”32.

Mi humilde súplica hoy es que cada uno de nosotros busque revelación continua para guiar nuestra vida y que sigamos al Espíritu al adorar a Dios el Padre en el nombre de nuestro Salvador, Jesucristo, de quien doy testimonio. En el nombre de Jesucristo. Amén.

Notas

  1. En 1960, cuando la edad para el servicio misional de los jóvenes se redujo de veinte a diecinueve años, yo fui uno de los últimos misioneros de veinte años, y el élder Jeffrey R. Holland fue uno de los primeros misioneros de diecinueve años.

  2. Véase “La Restauración de la plenitud del evangelio de Jesucristo: Una proclamación para el mundo en el bicentenario”, 5 de abril de 2020, en el discurso de Russell M. Nelson, “Escúchalo”, Liahona, mayo 2020, 91. Esta proclamación se suma a cinco otras que han sido emitidas en esta dispensación por la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles.

  3. Véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Spencer W. Kimball, 2006, págs. 267–268; véase también Mateo 16:13–19.

  4. Moisés 7:61.

  5. Moisés 7:62. El Señor continuó diciendo: “… y haré que la justicia y la verdad inunden la tierra como con un diluvio, a fin de recoger a mis escogidos de las cuatro partes de la tierra” (Moisés 7:62; véase también Salmos 85:11).

  6. Ezra Taft Benson, “El don de la revelación moderna”, Liahona, enero de 1987, pág. 81.

  7. Véase Ezra Taft Benson, “El don de la revelación moderna”, pág. 81.

  8. Hugh B. Brown, “Joseph Smith among the Prophets”, decimosexto discurso anual conmemorativo de José Smith, Instituto de Religión de Logan, 7 de diciembre de 1958, pág. 7.

  9. Véase Hugh B. Brown, “Joseph Smith among the Prophets”, pág. 7. En todos los casos, las revelaciones están en armonía con la palabra de Dios dada a profetas anteriores.

  10. Véase Declaración Oficial 2; véase también 2 Nefi 26:33. La revelación puso en práctica la doctrina establecida en el Libro de Mormón de que “todos son iguales ante Dios”, incluso “negros o blancos, esclavos o libres, varones o mujeres” (2 Nefi 26:33). El Consejo de la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles recibió y confirmó esta extraordinaria revelación en la santa sala superior del Templo de Salt Lake.

  11. Muchos de los apóstoles indicaron que la revelación fue tan poderosa y tan sagrada que el utilizar palabras para describirla hubiera sido insuficiente y, de ciertas maneras, disminuiría la profunda y potente naturaleza de la revelación.

  12. Véase “La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, Liahona, mayo de 2017, pág. 145. El presidente Gordon B. Hinckley anunció esta proclamación en la reunión general de la Sociedad de Socorro que se llevó a cabo el 23 de septiembre de 1995, en Salt Lake City, Utah. Véase también Thomas S. Monson, “Bienvenidos a la conferencia”, Liahona, noviembre de 2012, págs. 4–5. El presidente Monson anunció una reducción de la edad requerida para el servicio misional.

  13. Quentin L. Cook, “Una conversión profunda y duradera al Padre Celestial y al Señor Jesucristo”, Liahona, noviembre de 2018, pág. 11.

  14. Las revelaciones relacionadas con las ordenanzas sagradas del templo se pusieron en práctica en todos los templos a partir del 1. de enero de 2019. Es importante entender que solo en el templo se habla de los detalles específicos de las ordenanzas del templo; sin embargo, los principios se enseñan. El élder David A. Bednar enseñó maravillosamente la importancia de los convenios y las ordenanzas del templo y cómo mediante ellos “el poder de la divinidad puede fluir a nuestra vida”. Véase David A. Bednar, “Edifíquese esta casa a mi nombre”, Liahona mayo de 2020, pág. ?.

  15. Este proceso y las reuniones que se llevaron a cabo tuvieron lugar en el Templo de Salt Lake en enero, febrero, marzo y abril de 2018. La revelación final a la Primera Presidencia y al Cuórum de los Doce Apóstoles se recibió el 26 de abril de 2018.

  16. Véase 2 Nefi 32:3.

  17. Santos: La historia de La Iglesia de Jesucristo en los últimos días, tomo I, El estandarte de la verdad, 1815–1846, 2018.

  18. Santos, 1

  19. 3 Nefi 27:20.

  20. El Espíritu Santo es miembro de la Trinidad (véase 1 Juan 5:7; Doctrina y Convenios 20:28). Tiene un cuerpo de espíritu con forma y aspecto de hombre (véase Doctrina y Convenios 130:22). Su influencia puede estar en todas partes. Está unido en propósito con nuestro Padre Celestial y con Jesucristo, nuestro Salvador.

  21. Para lograr un amplio entendimiento de la Luz de Cristo y la diferencia que existe entre la Luz de Cristo y el Espíritu Santo, véase 2 Nefi 32; Doctrina y Convenios 88:7, 11–13; “Luz, luz de Cristo,” Guía para el Estudio de las Escrituras. Véase también Boyd K. Packer, “La luz de Cristo”, Liahona, abril de 2005, págs. 8–14.

  22. Doctrina y Convenios 8:2–3.

  23. Véanse Helamán 5:30; Doctrina y Convenios 85:6.

  24. Véase Doctrina y Convenios 6:23.

  25. Véase Doctrina y Convenios 128:1.

  26. Véase Doctrina y Convenios 11:13.

  27. Véase Enós 1:10.

  28. Véase Mateo 7:7–8.

  29. Véase Mosíah 3:19.

  30. Doctrina y Convenios 42:61.

  31. Neal A. Maxwell, All These Things Shall Give Thee Experience, 2007, pág. 31.

  32. Wilford Woodruff, en Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 299.