2019
¿Qué es verdadero y qué no lo es?
Marzo de 2019


¿Qué es verdadero y qué no lo es?

¿Alguna vez te has preguntado cómo determinar lo que es realmente verdadero?

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girl looking at tablet

Ilustraciones fotográficas por David Stoker.

Hace poco conocí a una joven notable, Caylee, de 17 años, al compartir ella sus sentimientos sinceros en una conferencia de estaca. Declaró que Dios es real, que la Iglesia es verdadera y que el presidente Russell M. Nelson es el profeta de Dios. También dio un fuerte testimonio de que las cosas negativas que algunos dicen acerca de la Iglesia y del evangelio de Jesucristo son falsas.

Quedé impresionado por la convicción de Caylee y su capacidad de discernir lo que es verdadero y lo que no lo es,

pero quedé aún más impresionado cuando hablé con ella después de la reunión y me enteré de que su discernimiento y convicción no los había adquirido fácilmente. De hecho, ella había soportado un serio desafío a su fe.

Esto es lo que compartió.

Luchó por encontrar respuestas

Caylee siempre ha sido miembro activa de la Iglesia. Sin embargo, cuando comenzó a pensar profundamente sobre el Evangelio y la Iglesia, surgieron algunas preguntas serias en su mente. Se sentía culpable por dudar y comenzó a buscar respuestas.

“Mi problema”, dice Caylee, “fue que busqué en los lugares equivocados. En lugar de buscar en las Escrituras o en discursos de las conferencias y hablar con mis padres, encontré diferentes artículos en línea que afirmaban tener las respuestas a mis preguntas”.

Al principio, Caylee pensó que los artículos en línea arrojaban luz sobre sus preguntas; sin embargo, ella dice: “A medida que continuaba investigando mis preguntas, todo lo que leía me llenaba de más y más preguntas y más y más dudas”.

Caylee comenzó a perder tanto la fe como la esperanza. “La luz de mi testimonio estaba parpadeando”, recuerda, “y gradualmente dejé de hacer las cosas que se me habían enseñado: leer las Escrituras, orar y asistir a Seminario”.

Finalmente, se sintió abrumada por las tinieblas y la confusión que sentía. Ella dice: “No podía determinar qué era de Dios y qué era una idea loca, retorcida y creada por alguien para confundirme. Ya no podía discernir qué era verdad y qué era engaño. Me estaba destrozando”.

Caylee compara su situación con la de José Smith cuando él dijo: “Finalmente llegué a la conclusión de que tendría que permanecer en tinieblas y confusión, o de lo contrario, hacer lo que Santiago aconsejaba, esto es, recurrir a Dios. Al fin tomé la determinación de ‘pedir a Dios’ [Santiago 1:5], habiendo decidido que si él daba sabiduría a quienes carecían de ella, y la impartía abundantemente y sin reprochar, yo podría intentarlo” (José Smith—Historia 1:13).

Habló con personas en quienes confía

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girl with mother

En este momento crítico, Caylee se acercó a su maestra de Seminario, a su abuela y a su madre. Su maestra de Seminario le aseguró que sus sentimientos no estaban equivocados y que no era la única persona que tenía preguntas. Su maestra le compartió su testimonio y le recomendó material de lectura que podría ayudarla en su búsqueda.

Su abuela no la sermoneó; simplemente la instó a considerar qué fuentes de información la elevaban: ¿la información en línea o la doctrina de la Iglesia? Caylee comenzó a comparar: “¿Cuál me elevaba? ¿Cuál le brindaba gozo y paz a mi alma? ¿Cuál me enseñaba que estaría con mi familia para siempre en un estado de interminable felicidad si seguía los mandamientos de Dios? ¿Cuál ponía voces persistentes en mi cabeza?”.

Buscó a Dios mediante la oración y las Escrituras

La madre de Caylee la alentó a orar. Finalmente, esta fue a su habitación y derramó su alma a Dios. Ella explica: “No pasó nada; no descendieron ángeles; el corazón no se me llenó de paz y gratitud. Volví con mi mamá; oramos juntas y ella me animó a que leyera el Libro de Mormón durante 10 minutos. Mientras leía, sentí una promesa en mi corazón de que, si continuaba haciéndolo, vería bendiciones. Sería capaz de ver claramente y saber qué enseñanzas eran de Dios y cuáles no lo eran”.

Caylee comenzó a orar todos los días y a leer el Libro de Mormón. Se alejó de Twitter y de los sitios web que originaron sus dudas. Fue a Seminario con la intención de aprender, no de buscar cosas negativas sobre la Iglesia.

Discernió lo que es verdadero

Después de unas dos semanas de esfuerzo constante, sintió que las voces negativas se calmaban. Le iba mejor en la escuela; el trabajo era más agradable, y tenía una mejor relación con sus padres. Se sentía más contenta.

Debido a esa felicidad, ella dice: “Finalmente vi la respuesta. Pude discernir lo que era de Dios y lo que no, porque vi personalmente lo que Él hacía por mí cuando yo hacía lo que Él pide”.

“Esa”, concluye ella, “es la única manera en la que puedes discernir verdaderamente cuál es la verdad de Dios y cuál no es. Podemos estudiar, meditar y cuestionar todo lo que queramos, pero no es sino hasta que hacemos lo que Santiago indica y lo que José Smith hizo, preguntar y actuar, que podemos realmente saber qué es verdadero y qué no lo es”.

¿Qué aprendemos entonces de la experiencia de Caylee? Estas son algunas ideas:

  • No debemos sentirnos mal si tenemos preguntas.

  • Nunca debemos dejar de orar mientras buscamos respuestas.

  • Debemos leer el Libro de Mormón y meditar acerca de él.

  • Al elegir cuidadosamente lo que leemos y escuchamos, podemos acallar las voces estridentes de la tecnología y los medios de comunicación que nos alejan de la verdad y pretenden destruir.

  • Debemos buscar el consejo de personas que conocemos, amamos y respetamos, en lugar de buscar la ayuda de desconocidos.

  • Dios finalmente contestará nuestras preguntas a Su propia manera y en Su propio tiempo. Él nos ama.

  • Las respuestas vendrán al hacer lo que nuestro Padre Celestial pide, no cuando hacemos lo que el mundo sugiere.

Me siento inspirado por Caylee y por ustedes, mujeres y hombres jóvenes que Dios ha preparado para este tiempo. Ella, como muchos de ustedes, ejemplifica el tipo de persona que el presidente Russell M. Nelson visualizó: “Necesitamos mujeres con el don de discernimiento que puedan ver las tendencias mundanas y detecten aquellas tendencias que, a pesar de ser populares, sean insustanciales o peligrosas”1.

Ustedes buscan la verdad, guardan los convenios y edifican el reino. Con la ayuda de Dios y mediante el poder de Jesucristo y Su expiación, pueden recibir el don del discernimiento y saber, vivir y compartir lo que es verdadero.

Nota

  1. Russell M. Nelson (citando a Boyd K. Packer), “Una súplica a mis hermanas”, Liahona, noviembre de 2015, pág. 96.