2015
La rebelión de Satanás
Marzo de 2015


La rebelión de Satanás

El autor vive en Utah, EE. UU.

¿Cuál es la verdadera naturaleza de lo que Satanás propuso en el concilio preterrenal?

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illustration of sheep and wolf

Ilustraciones por sirup/iStock/Thinkstock.

Cuando era joven, comencé a notar una tendencia curiosa entre los miembros de la Iglesia. Cuando veían una situación en la cual se habían acordado ciertas reglas y se aplicaban las consecuencias de la desobediencia (como por ejemplo, en la disciplina en la Iglesia, la disciplina de los padres, poner en vigor las reglas de la misión o las normas de conducta en los colegios de la Iglesia), con frecuencia decían: “Pero, ¿no sería eso semejante al método de Satanás? ¿No están obligando a la gente a ser recta?”.

Al principio, esa reacción me sorprendía; ¿cómo podía alguien pensar que las prácticas aprobadas por el Señor y por Su Iglesia fueran parte del “plan de Satanás”? Desde entonces, he llegado a darme cuenta de que malentendidos como esos referentes a la rebelión de Satanás y a la guerra en los cielos son en realidad muy comunes, así como lo son las acusaciones apresuradas de lo que parece ser ese plan hoy en día. Desafortunadamente, esos malentendidos doctrinales pueden conducir a resultados perjudiciales.

Por ejemplo, esos errores podrían ocasionar que algunos padres piensen que no pueden alentar a sus hijos a asistir a la Iglesia; también podrían ser la causa de que los miembros de la Iglesia apoyen la legalización de graves pecados morales. Esos malentendidos incluso podrían llevar a algunos miembros a pensar que el hacer y guardar convenios y compromisos de obediencia es, en cierta manera, contrario al plan de Dios cuando, irónicamente, esa obediencia bajo convenio es fundamental en Su verdadero Plan de Salvación.

Lo que dicen las Escrituras

Algunas ideas sobre lo que Satanás propuso en el mundo preterrenal más bien parecen tener su origen en la tradición que en la revelación en cuanto al tema. Por consiguiente, es útil acudir a las Escrituras mismas para averiguar lo que el Señor realmente ha revelado sobre este asunto tan importante. En las Escrituras, la fuente principal de lo que Satanás propuso se encuentra en los primeros versículos del cuarto capítulo de Moisés.

“Y yo, Dios el Señor, le hablé a Moisés, diciendo: Ese Satanás, a quien tú has mandado en el nombre de mi Unigénito, es el mismo que existió desde el principio; y vino ante mí, diciendo: Heme aquí, envíame a mí. Seré tu hijo y redimiré a todo el género humano, de modo que no se perderá ni una sola alma, y de seguro lo haré; dame, pues, tu honra.

“Pero, he aquí, mi Hijo Amado, que fue mi Amado y mi Escogido desde el principio, me dijo: Padre, hágase tu voluntad, y sea tuya la gloria para siempre.

“Pues, por motivo de que Satanás se rebeló contra mí, y pretendió destruir el albedrío del hombre que yo, Dios el Señor, le había dado, y que también le diera mi propio poder, hice que fuese echado abajo por el poder de mi Unigénito;

“y llegó a ser Satanás, sí, el diablo, el padre de todas las mentiras, para engañar y cegar a los hombres y llevarlos cautivos según la voluntad de él, sí, a cuantos no quieran escuchar mi voz” (Moisés 4:1–4).

El padre de todas las mentiras

De estos versículos, queda claro que nuestro Padre Celestial no pidió voluntarios para idear y presentar diferentes planes de salvación contradictorios, como algunas personas han supuesto; más bien, era el plan de nuestro Padre Celestial, y Él lo presentó a Sus hijos procreados en espíritu que se encontraban reunidos en el gran concilio de los cielos. Jesucristo, que fue “escogido desde el principio” para ser el Salvador en ese plan, propuso humildemente que se sostuviera el plan del Padre Celestial al decir: “Padre, hágase tu voluntad [o, en otras palabras: Tu plan]”. Fue en esas circunstancias que Satanás presentó la propuesta inoportuna y arrogante de cambiar el plan del Padre Celestial a fin de que proporcionara una salvación universal para todos (véase Moisés 4:1). Antes de analizar cómo pensaba lograr eso, es importante hacer notar que, en estos versículos, a Satanás se lo llama “el padre de todas las mentiras” (Moisés 4:4). En otra ocasión, se lo llama “mentiroso desde el principio” (D. y C. 93:25). Seríamos absurdamente ingenuos si supusiéramos que Satanás decía la verdad cuando hizo esa afirmación exagerada de una salvación universal.

Si entendemos el carácter de Satanás y su historia, sería más apropiado verlo como el primer estafador que trata de vender un producto que sabía que nunca podría proporcionar. Afirmó que podía brindarnos a todos la salvación si lo seguíamos a él en lugar de seguir el plan que nuestro Padre Celestial había establecido para nuestra salvación y que el Salvador Jesucristo apoyaba.

Lo que Satanás propuso era una mentira; no hubiera dado resultado. No era una alternativa viable al ya perfecto plan del Padre Celestial, sino que era una trampa para atrapar y engañar a la gente para que siguiera a Satanás. Era, finalmente, un plan de condenación, no un plan de salvación.

Destruir el albedrío

Lo que es importante, es que esos pasajes no dicen claramente cómo intentaba Satanás llevar a cabo esa mentira; todo lo que dicen es que “[destruiría] el albedrío del hombre” (Moisés 4:3). El presidente J. Reuben Clark (1871–1961), Primer Consejero de la Primera Presidencia, sugirió dos posibilidades principales para lo que Satanás propuso hacer, y nos recordó que ninguna de las dos hubiera tenido éxito. Él explicó: “Al leer las Escrituras, veo que el plan de Satanás exigía una de dos cosas: o la coacción… del hombre, o la salvación del hombre en el pecado. Dudo que la inteligencia del hombre se pueda coaccionar. Indudablemente, el hombre no puede salvarse en el pecado” (en Conference Report, octubre de 1949, pág. 193; citado en Doctrina del Evangelio, Manual del alumno, 2010, pág. 19).

Si bien ninguna de esas posibilidades hubiera funcionado, vemos elementos de cada una de ellas en el empeño y en las tácticas de Satanás de hoy día. Por ejemplo, los déspotas que quieren tener poder sobre las naciones y los activistas políticos que procuran limitar la libertad religiosa y obligar a la sociedad a aceptar comportamientos pecaminosos usan la compulsión y la fuerza. El Señor ha condenado específicamente el uso del “dominio o compulsión sobre las almas de los hijos de los hombres, en cualquier grado de injusticia” (D. y C. 121:37).

Sin embargo, el Señor también explicó que el poder y la influencia se pueden usar para fomentar la rectitud por medio de la tierna persuasión, la justa reprimenda y las consecuencias adecuadas (véase D. y C. 121:41–43). Esta importante aclaración muestra que el aplicar la debida disciplina por parte de la Iglesia y de los padres, poner en vigor las reglas y las normas en las misiones y colegios de la Iglesia, y establecer leyes justas en la sociedad, son todas prácticas aprobadas por el Señor y no parte del “plan de Satanás”. Honrar el albedrío no significa abrazar la anarquía.

La segunda posibilidad de cómo Satanás propuso salvar a todos se describe en el diccionario bíblico [en inglés]: “Lucifer y sus seguidores querían que la salvación fuera automática para todos los que pasaran por la mortalidad, sin considerar preferencias individuales, albedrío ni dedicación voluntaria” (“Guerra en los cielos”). En otras palabras, otra interpretación es que Satanás se proponía salvarnos a todos, sin importar lo que hiciéramos, lo cual destruiría el albedrío, volviéndolo nulo. Si las consecuencias de nuestras decisiones se eliminaran por completo y todos recibieran la misma recompensa, nuestras decisiones dejarían de tener significado y se destruiría el albedrío.

Esta interpretación de cómo Satanás se proponía salvarnos también se ve en muchos de sus esfuerzos y tácticas que nos son tan familiares hoy día. Satanás constantemente promete a la gente que pueden vivir una vida de pecado y aun así ser salvos o que pueden hallar felicidad en la iniquidad. Este mensaje seductor de salvación fácil y de un estilo de vida pecaminoso es muy popular en la actualidad, así como lo fue la propuesta de Satanás en la guerra de los cielos donde “muchos lo siguieron” (Abraham 3:28).

Mediante estos ejemplos, podemos ver que el método de Satanás no ha cambiado mucho desde la vida premortal. Satanás continúa mintiendo a la gente prometiéndoles que si lo siguen serán salvos, o felices, o lo que sea que quieran oír. También sigue usando compulsión para tratar de imponer sus puntos de vista y prácticas inicuas sobre los demás. De manera que “la guerra sigue en la mortalidad… seguimos batallando con los mismos problemas y la misma salvación está en juego” (Diccionario bíblico [en inglés], “Guerra en los cielos”).

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Un plan de rebelión

Quizás la manera mas sencilla de describir el plan de Satanás no se base en las teorías especulativas sobre lo que él se proponía hacer, sino en lo que su plan lo llevó a él y a sus seguidores a hacer en realidad, es decir: rebelarse. En las Escrituras se expresa repetidamente que Satanás se rebeló abiertamente contra Dios. Por ejemplo, el Señor declaró que “Satanás se rebeló contra mí” (Moisés 4:3); “un ángel de Dios que tenía autoridad delante de Dios, el cual se rebeló en contra del Hijo Unigénito” (D. y C. 76:25); y “se rebeló contra mí, diciendo: ‘Dame tu honra, la cual es mi poder’” (D. y C. 29:36).

De estos versículos queda claro que la propuesta de Satanás no era una sugerencia inocente para modificar el plan de Dios; era una rebelión, una revuelta, un intento de amotinamiento para destronar a Dios y tomar control de los cielos. Aquellos que siguieron a Satanás declararon la guerra en los cielos y se convirtieron en enemigos de Dios. Su albedrío quedó destruido porque se negaron a “escoger la libertad y la vida eterna, por medio del gran Mediador”, y en vez de ello escogieron “la cautividad y la muerte, según la cautividad y el poder del diablo; pues él busca que todos los hombres sean miserables como él” (2 Nefi 2:27). Por consiguiente, “alejó de [Dios] a la tercera parte de las huestes del cielo, a causa de su albedrío” (D. y C. 29:36).

En otras palabras, la manera más sencilla de considerar el plan de Satanás es como un plan de rebelión y desobediencia a Dios. Por el contrario, Dios resume Su plan en estas palabras: “…y con esto los probaremos, para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare” (Abraham 3:25). Además, “Creemos que por la Expiación de Cristo, todo el género humano puede salvarse, mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio” (Artículos de Fe 1:3). Por lo tanto, el plan de Dios es un plan de obediencia y rectitud, mientras que el plan de Satanás es uno de desobediencia y rebelión.

Reconocer el plan

El entender correctamente la diferencia que existe entre los objetivos del plan de Dios y el plan de Satanás nos ayudará a discernir más claramente quién realmente sigue a Satanás y quién no. Nos ayudará a evitar acusar a quienes fomentan la rectitud y defienden la obediencia de seguir el plan de Satanás cuando en realidad están siguiendo el plan de Dios; y también expondrá a los verdaderos seguidores del plan de Satanás en la actualidad.

Quienes protestan y se rebelan contra Dios y Sus profetas, quienes procuran cambiar el plan de Dios, quienes exigen que se rebajen las normas de rectitud y tratan de obligar a otras personas a aceptar comportamientos inmorales, y quienes procuran engañar a la gente para que crean que la maldad es felicidad y que podemos ser salvos en el pecado, todos dan apoyo a diferentes elementos de la estrategia rebelde de Satanás.

Ruego que sigamos el verdadero plan de nuestro Padre Celestial, un Plan de Salvación “por la expiación de Cristo” y mediante la “obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio” (Artículos de Fe 1:3).