2015
Lo más preciado que tengo
Marzo de 2015


Lo más preciado que tengo

La autora vive en Brasil.

Imagen
illustration of hand holding book

En la conferencia de juventud multiestaca que tuvimos, todos recibimos un ejemplar del Libro de Mormón y se nos invitó a que se lo obsequiáramos a alguien. Yo deseaba darle el mío a mi cantante favorito de música pop.

Cuando me enteré de que iba a dar un concierto en mi ciudad, pensé que sería la oportunidad perfecta. En cada uno de sus conciertos se lleva a cabo una rifa para seleccionar a quince admiradores que irán detrás del escenario para encontrarse con él. Es casi imposible ser seleccionado, pero, de todas maneras, me inscribí.

Unas cuantas semanas antes del concierto, escribí mi testimonio en un Libro de Mormón y oré. Le expliqué al Padre Celestial que las probabilidades estaban en mi contra y que necesitaba Su ayuda.

En cuanto dije “amén”, sonó mi teléfono celular con una llamada de la oficina del cantante. ¡Me habían seleccionado!

El día del concierto, detrás del escenario, le obsequié el libro al cantante. Lo abrió y leyó mi testimonio: “Dediqué mucho tiempo a pensar en un regalo útil y de valor para usted, y me di cuenta que debía darle algo que fuera de valor por su contenido y no por su precio. Éste es el Libro de Mormón; es lo más preciado que tengo. Si lo lee, también lo será para usted”.

Él me abrazó y me dijo que lo iba a leer. ¡No podía contener las lágrimas!

Es una experiencia poco frecuente darle un Libro de Mormón a una persona famosa, pero compartir el libro debería ser una experiencia común y corriente. Pude habérselo dado a una amiga de la escuela, a un vecino o a cualquier otra persona.

El obsequiar un Libro de Mormón, dar nuestro testimonio, hablar sobre la Iglesia y ser un ejemplo son nuestros deberes. Nunca debemos avergonzarnos de compartir el evangelio de Jesucristo.