2007
¡Hola! Soy Clara Christensen: Vivo en Keewatin, Ontario, Canadá
Abril de 2007


De amigo a amigo

¡Hola! Soy Clara Christensen: Vivo en Keewatin, Ontario, Canadá

Desde su patio trasero, Clara Christensen, de 11 años, disfruta de un paisaje digno de un almanaque. Su casa se asienta en el borde de una colina desde la que se contempla Lake of the Woods (que se traduce “lago del bosque”), una vasta extensión de aguas claras que linda al sur con los Estados Unidos de América y al oeste con Manitoba. En verano, el sol destella sobre la superficie y, en invierno, el lago brilla por el hielo cubierto de nieve.

El lago y los bosques que rodean su patio son una especie de paraíso para una persona activa y enamorada de las actividades al aire libre como Clara. En verano, le gusta nadar remar, ir de pesca, ir de excursión y salir a acampar. En invierno, le gusta patinar sobre hielo, andar en motonieve, hacer esquí de fondo y de descenso y lanzarse colina abajo en trozos de alfombra. En invierno, la temperatura desciende hasta 40º bajo cero por la noche y la nieve alcanza entre 1 y 2 metros de altura. A pesar de eso, el otoño y el invierno son las estaciones preferidas de Clara.

Esta ágil niña también tiene muchas aficiones que hace en casa. Le gusta leer, tejer y tocar la flauta dulce y el piano; además, se ha propuesto aprender a tocar todos los himnos y las canciones de la Primaria. Clara tiene un corazón tierno y le encanta cuidar tanto a las personas como a los animales con cariño; con frecuencia cuida de sus primitos y, cuando no hay niños que cuidar, juega con su colección de muñecas. Los gatos son su otro gran amor; Lilo, Hero y Hope la adoran y suelen recostarse en su cama. El arca de Noé es su relato favorito de las Escrituras porque le hace acordar de todos los animales. Cuando crezca, le gustaría trabajar con niños pequeños o con gatos.

Sea cual fuere lo que desee hacer, lo hará bien porque le gustar concluir toda tarea lo mejor posible y es una cualidad que le ha ayudado a superar ciertos problemas. A Clara se le diagnosticó apraxia fónica infantil, que significa que aunque sabía lo que ella quería decir, la comunicación entre el cerebro y la boca no era del todo exacta y no podía hablar con claridad. Ella ha dedicado innumerables horas a aprender a mover la mandíbula, los labios y la lengua para producir los sonidos correctos y transformarlos en palabras. Ha sido una labor muy ardua, pero, con la ayuda de sus padres, ha practicado sin descanso y todavía sigue haciéndolo. Ahora habla bien, aunque algunas palabras todavía le cuestan mucho trabajo.

El año pasado los compañeros de clase de Clara, de cuarto grado, recibieron la asignación de preparar discursos de entre cuatro y cinco minutos. Clara escogió dar un discurso sobre el Holocausto Judío y lo dio como si ella misma fuera una niña de un campo de concentración. La primera vez que practicó el discurso, le llevó 8 minutos y 40 segundos debido a las muchas palabras difíciles que tenía que pronunciar. Así que lo practicó repetidas veces y el discurso se fue haciendo más breve porque lo iba diciendo con mayor fluidez. Al final, presentó su discurso en 4 minutos y 40 segundos, y sus compañeros de clase la eligieron para que los representara en toda la escuela. Cuando lo hizo, todos los alumnos irrumpieron en un gran aplauso. Muchos la conocían casi desde primer grado y su progreso les pareció milagroso. “El director estaba emocionado”, recuerda la madre de Clara, “ y también lo estaba la maestra que había tenido dos años antes. Su maestra actual gritaba de júbilo. ¡Fue una verdadera victoria, uno de los mejores momentos de mi vida!”.

¿Qué fue lo que aprendió Clara de aquella experiencia? “Sigan intentándolo”, les dice a todos los niños, “nunca se rindan”.

La oración tuvo un papel vital en ese triunfo. Clara tiene una gran fe en nuestro Padre Celestial y en Jesucristo. La Primaria, las noches de hogar, el estudio de las Escrituras y las enseñanzas de sus padres han sido de mucha ayuda. Sus hermanas mayores también han aportado su granito de arena dándole buenos ejemplos y utilizando materiales de lectura. Cuando Calry y Josie cumplieron 12 años respectivamente, (hoy Calry tiene 18 y Josie tiene 15), comenzaron a poner pósteres de la revista New Era, una publicación de la Iglesia para jóvenes y jovencitas en espejos de la casa. Además, Clara ha memorizado los pasajes del Dominio de las Escrituras, de seminario, y conoce los seis puntos del mensaje del presidente Hinckley dirigido a los jóvenes de la Iglesia.

Su padre es el presidente de rama y su madre es la presidenta de Mujeres Jóvenes, así que Clara participa mucho en las actividades de la rama. La Rama Kenora es pequeña durante el otoño, el invierno y la primavera. De hecho, Clara suele ser la única miembro de su clase de la Primaria, clase que imparte su abuela, que es la presidenta de la Primaria; sin embargo, en verano, cuando miles de turistas vienen a disfrutar de Lake of the Woods, la rama se llena de gente todos los domingos con los miembros que llegan de otros lugares y a ella le encanta disfrutar de todas las nuevas amistades. La familia permanece cerca de la Iglesia todo el año asistiendo a actividades de estaca en Winnipeg, Manitoba, que está a unas dos horas y media hacia el oeste y puesto que es de noche cuando regresan a casa, suelen ver la aurora boreal en el cielo.

Clara es muy unida a su familia. Los primos y los tíos duermen en casa de la abuela en Nochebuena y allí comen, cantan, cuelgan los calcetines de Papá Noel, preparan una escena de la Natividad en familia, escuchan el relato de la Navidad y se arrodillan juntos para orar. La mañana de Navidad es sinónimo de chocolate caliente, panecillos recién horneados y regalos. Por la noche, la familia vuelve a reunirse en la casa de Clara para cenar y, al día siguiente, celebran una cena “progresiva”, o sea, que van a la casa de diferentes miembros de la familia y en cada casa se sirven alimentos diversos.

Clara ha crecido bajo la inspiración de la belleza de la naturaleza y en medio del candor del amor familiar y la luz del Evangelio de Jesucristo y esas influencias se reflejan claramente en su rostro y en su espíritu. Aun en el día más frío del invierno ella es capaz de ofrecer calidez a las personas que mejor la conocen. Como su madre dice: “Gracias al cielo, tenemos a Clara con nosotros”.