2005
Seminario al anochecer
octubre de 2005


Seminario al anochecer

En la isla de Takaroa, a 600 km al noreste de Tahití, seminario no es una actividad que se lleva a cabo temprano por la mañana, sino al anochecer. Una vez por semana, cada miércoles, cuando el sol se pone, la hermana Hina Garbutt enseña a sus alumnos sobre el Evangelio restaurado; sigue un modelo de estudio establecido en la década de 1850, fecha en la que llegaron y empezaron a predicar los primeros misioneros Santos de los Últimos Días. De hecho, las clases de seminario se imparten al lado de una capilla edificada en la década de 1890.

Para los adolescentes de Takaroa, seminario es la única enseñanza formal disponible. Si bien hay escuelas de educación primaria, la única opción de los alumnos de secundaria es asistir a una escuela como internos en una isla lejana.

“De entre los jóvenes todos los varones somos presbíteros”, dice Tetuarere Temahaga (arriba), de 17 años, miembro de la Rama Takaroa 2, Distrito Takaroa, Tuamotu. “Todos los diáconos y los maestros se han ido a estudiar fuera, pero los seis presbíteros y las tres mujeres jóvenes que quedamos seguimos asistiendo a seminario. Creemos que para nosotros es como una escuela, y por eso vamos. Aprendemos mucho y lo pasamos bien juntos. Seminario nos permite seguir aprendiendo”.

Como la mayoría de los jóvenes de Takaroa, Tetuarere trabaja en las granjas de perlas. Se tiene que levantar a las 4:30 de la mañana, pasa casi todo el día buceando, nadando y cargando pesadas ristras de ostras en los botes. Otros jóvenes, como las jovencitas (derecha) Hinanui Tehina, de 14 años, y Tapiu Tino, de 15, trabajan todo el día atando las ostras en ristras de nylon para que los muchachos las devuelvan al agua. Así es como crecen las perlas y la economía de Takaroa permanece a flote. “Se nos necesita aquí”, explica Tapiu. Por una temporada, ella fue a la escuela como interna, pero descubrió que allí había muchas influencias negativas, así que decidió volver con su familia y estar rodeada de las personas a las que ama.

Después de una larga jornada de trabajo, ¿qué hacen los jóvenes de Takaroa para relajarse? “No mucho”, dice Tetuarere, riéndose. “Vemos la televisión, aunque no hay mucho que ver, o nos vamos a nadar. Casi siempre vamos de pesca; pescamos para comer pero también para divertirnos”.

Los domingos y los miércoles son días que esperan con ansia. “El domingo, claro está, vamos a la Iglesia y el miércoles por la noche a seminario”, explica Hinanui. “Aprendemos mucho sobre el Evangelio”. Tetuarere habla de uno de los muchos principios que ha estudiado: la importancia del templo. “No puedes entrar allí llevando contigo las cosas del mundo. Es la casa del Señor y ninguna cosa impura puede entrar en ella”.

De hecho, una de las metas más atractivas para los alumnos de seminario es ahorrar el dinero que ganan para ir con otros miembros de la rama al Templo de Tahití. “Haremos bautismos por los muertos”, dice Hinanui. “Es una buena meta. Todo lo que aprendemos en las reuniones y en seminario nos dirige hacia la casa del Señor”.