“Escuchar al profeta”, El Amigo, octubre de 2023, págs. 4–5.
Escuchar al profeta
A Francesco le entusiasmaba escuchar al presidente Nelson.
Esta historia tuvo lugar en Argentina.
Francesco se sentó en el sofá junto a la ventana y colocó sus autitos de juguete en el borde de la ventana formando una fila.
“Es hora de leer las Escrituras”, dijo la mamá. Francesco y sus hermanos y hermanas se reunieron en la sala de estar y la mamá abrió el Libro de Mormón.
Francesco escuchaba a su mamá leer el relato de Abinadí, un profeta que trató de enseñar al pueblo, pero no lo escucharon.
“¿Verdad que era valiente?”, preguntó la mamá. “Tenía un mensaje importante de Jesucristo para enseñar al pueblo. ¡Y no dejó de intentarlo!”.
Francesco asintió y se imaginó a Abinadí enseñando al pueblo.
“¿Recuerdan lo que sucederá la próxima semana?”, preguntó el papá.
“¡Sí!”, Francesco se incorporó. “¡La conferencia general!”.
“Así es”, dijo la mamá. “En la conferencia general podemos escuchar a nuestro profeta”.
De pronto oyeron un sonido que provenía de la calle. “¡Hoy tengo calabazas, pimientos y tomates!”, gritó alguien.
¡Francesco conocía esa voz! Era Ramón, el vendedor de frutas y verduras. Todos los días pasaba con su camioneta por la calle, diciéndoles a todos qué frutas y verduras tenía para vender. Utilizaba un altavoz para que las personas pudieran oírlo desde el interior de las casas y luego salir a comprar los alimentos.
“¡También tengo sabrosas manzanas y bananas!”, gritaba Ramón.
Aquello le dio a Francesco una idea. “¡Mamá! ¡Los profetas son como un altavoz!”.
“¿Qué quieres decir?”, le preguntó su hermana.
“Jesús utiliza al profeta para compartir Sus palabras, igual que Ramón usa el altavoz. ¡Así todos en el mundo pueden oírlo!”. Francesco sonrió de oreja a oreja.
Pasaron los días y pronto llegó el momento de la conferencia general. Papá conectó un proyector para que pudieran ver la conferencia en la pared. ¡Era como una sala de cine!
Mamá hizo galletas con chocolate para comerlas mientras miraban la conferencia. Todos estaban entusiasmados cuando llegó el turno del profeta.
“Entren en la senda de los convenios y permanezcan en ella”, dijo el presidente Nelson.*
“¡Yo quiero hacer eso!”, dijo Francesco, “pero ¿cómo?”.
“Ya lo estás haciendo”, sonrió el papá. “Seguiste a Jesucristo al ser bautizado y ahora puedes permanecer en la senda de los convenios al tratar de seguirlo todos los días”.
Francesco sonrió. Él quería seguir a Jesucristo ¡y podía hacerlo si seguía al profeta!
Ilustraciones por Carolina Farías