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El servicio a la comunidad y a la nación


Lección 25

El servicio a la comunidad y a la nación

El propósito de esta lección es ayudarnos a comprender las responsabilidades que tenemos hacia nuestra comunidad y nuestra nación.

Introducción

Como miembros de la Iglesia de Jesucristo, debemos sentir hermandad y amor por todas las personas en todas las naciones del mundo, y especialmente por aquellos que residen a nuestro alrededor, en nuestra comunidad y en nuestra nación. Debemos ser leales a nuestro propio país y gente, y hacer todo cuanto esté a nuestro alcance para ayudar a nuestro gobierno a satisfacer las necesidades de aquellos a quienes gobierna.

Doctrina y Convenios proclama que: “Creemos que Dios instituyó los gobiernos para el beneficio del hombre, y que él hace a los hombres responsables de sus hechos con relación a dichos gobiernos” (D. y C. 134:1).

Nuestras responsabilidades individuales

Muchos de los problemas de la sociedad tienen lugar porque algunas personas y familias no llevan vidas honradas y morales, o no trabajan para mantenerse. Por lo tanto, antes de que podamos brindar servicio a nuestra comunidad o nación, debemos vivir vidas buenas y honradas, debiendo, en primer lugar, ocuparnos de nosotros mismos y de nuestra familia, y tratar de superar cualquier problema que le afecte.

Como siempre, nuestra mayor responsabilidad es vivir el Evangelio; y al hacerlo, no solamente nos ayudamos a nosotros mismos, sino que también ayudamos a otros, ya que el ejemplo de nuestra vida influirá en otros más de lo que lo harán nuestras palabras. Por ejemplo, en el Libro de Mormón se relata que a la gente de una ciudad inicua se le dijo que el Señor les libró solamente por las oraciones de los justos que vivían en esa tierra.

Solicite a los miembros de la clase que lean Alma 10:22–23.

A veces el Señor bendice a una comunidad entera debido a la rectitud de unos pocos. El presidente David O. McKay ha hablado sobre la necesidad de que los miembros de la Iglesia den un buen ejemplo: “Todos deberían sentir orgullo en hacer del ‘mormonismo’una [palabra] que inspire confianza, templanza, castidad, honradez, justicia, los cuales son principios fundamentales de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Al ejemplificar los mismos en nuestra vida, contribuiremos al [cambio] de la sociedad, y nuestra religión traerá como consecuencia mejores condiciones sociales, y la salvación y paz a los hombres aquí y ahora” (Conference Report, octubre de 1927, pág. 14).

Podemos fortalecer a nuestra comunidad y país cuando vivimos vidas honradas y buenas, cuando nos ocupamos de nuestra familia y al orar a fin de recibir la fuerza necesaria para dar un buen ejemplo.

Nuestras responsabilidades en el vecindario y la comunidad

El Señor espera que amemos y sirvamos a nuestros amigos y vecinos, lo cual no requiere grandes actos de sacrificio, ya que la amistad muy a menudo está basada en pequeños actos de bondad. El ser buenos vecinos consiste, en parte, en velar por las necesidades de los demás, incluso las de los huérfanos y las viudas; el mayor servicio que podemos brindar a nuestros vecinos es el de presentarles el Evangelio, pero independientemente de que lo acepten o no, debemos amarles y servirles.

Nuestra comunidad tiene gran necesidad de ciudadanos honrados y confiables que estén dispuestos a ayudar.

Pida a los miembros de la clase que lean D. y C. 58:27–28 y consideren por un momento los problemas con que se enfrentan las personas de nuestra comunidad. ¿Cuáles son algunas de las “buenas causas” que podríamos apoyar en nuestra ciudad o pueblo?
Muestre la ayuda visual 25-a, “Nuestra responsabilidad hacia Dios incluye el servicio a nuestros semejantes”.

Instrucción escolar

En algunos lugares se precisa construir o ampliar escuelas; en otros, las ya existentes necesitan mejores libros de texto, ayudas visuales y cursos de estudio. La historia que se relata a continuación muestra cómo algunos Santos de los Últimos Días mejoraron la calidad de la instrucción que las escuelas ofrecían a sus hijos:

“Uno de los aspectos sobresalientes de nuestra ciudad favorita, Seattle, en el estado de Washington, era el excelente sistema de escuelas públicas del vecindario. Durante los veinte años que vivimos allí, estuvimos tentados varias veces a mudarnos a las afueras de la ciudad, pero al final siempre decidíamos quedarnos, en parte por el gran aprecio que teníamos hacia las oportunidades escolares que se ofrecían a nuestros tres hijos en las escuelas públicas…

“Sin embargo, en los últimos años, vimos un cambio en la administración escolar que comenzó a desviarse de las antiguas normas educativas y financieras, que habían probado ser buenas… Comenzaron efectuando cambios radicales en los métodos y los planes de estudio… Otras normas arruinaron la moral estudiantil, dando paso a serios problemas de seguridad, moralidad y abuso de drogas.

“Este alarmante deterioro motivó a que muchos de nosotros aumentáramos nuestra actividad y servicio en la Asociación de Padres y Maestros y en los consejos escolares. En una área grande, aproximadamente correspondiente a los límites de nuestro barrio, padres y amigos preocupados [eligieron] a algunos de nosotros para ocupar cargos en ambas organizaciones.

“Con la experiencia que la Iglesia proporciona en el aspecto de llevar a cabo cosas por medio de la cooperación en reuniones, los miembros Santos de los Últimos Días comenzaron a ejercer su influencia sobre la administración escolar. Al mismo tiempo que apoyábamos los buenos programas, pudimos conseguir una reaparición facultativa del plan de estudios y método de enseñanza tradicional. Obtuvimos una mayor fuerza de seguridad con el fin de reducir la intimidación y los asaltos en los pasillos y patios de la escuela, así como los abusos morales y de las drogas. Obtuvimos mayor interés y participación por parte de los padres, y añadimos [a los estudiantes a nuestra organización]… Pudimos demostrar a los ciudadanos que ellos tienen el poder de influir en las decisiones de los oficiales electos…

“Estas experiencias muestran una vez más que cuando los Santos de los Últimos Días se unen y se apoyan con cooperación, y cuando hacen valer sus derechos, proporcionan poder para influir a una gran masa.

“Este testimonio me ha llevado a [participar] más en otras áreas de la comunidad, de los negocios, la política y la constitución; y me ha convencido de que los Santos de los Últimos Días no solamente debemos, sino que podemos efectuar los cambios sociales que tan desesperadamente necesitamos” (David L. Tomlinson, “We Changed Our Children’s Schools”, Ensign, junio de 1976, págs. 52–53).

¿Qué necesidades educativas tiene nuestra comunidad? ¿Qué podemos hacer para ayudar individualmente y como grupo del sacerdocio?

La moral

A menudo, la prostitución, la pornografía y otras iniquidades morales pueden detenerse sólo si un grupo de personas actúa en conjunto. Esto significa que en primer lugar alguien debe organizar al grupo. ¿Y quién mejor que un poseedor del sacerdocio para dirigir un movimiento contra tales maldades? Por ejemplo, los quórumes del sacerdocio en Salt Lake City organizaron manifestaciones silenciosas a las puertas de las salas que exhibían películas pornográficas.

¿Cuáles son los problemas morales de nuestra comunidad? ¿Qué podemos hacer para superar esos problemas?

Salud y seguridad

La mayor parte de las comunidades necesitan mejorar sus condiciones de salud y seguridad. Algunas ciudades necesitan tener mejor control de su tráfico o mejores reglas de seguridad; otros lugares precisan mejores instalaciones de agua o sanitarias.

Cuando tratemos de servir a nuestra comunidad, debemos considerar sus necesidades especiales; una vez que hayamos decidido qué problemas son los más urgentes, podemos seleccionar una necesidad y hacer un plan para ayudar a resolverla. Los miembros de la Iglesia han prestado ayuda en muchos proyectos comunitarios; algunos de ellos, por ejemplo, ocupan cargos políticos, sirven en comités o efectúan trabajos voluntarios para mejorar sus respectivas comunidades.

Ted Brewerton, un poseedor del sacerdocio en Calgary, Canadá, es un ejemplo de lo que una persona puede hacer para mejorar su comunidad. Recibió honores como el farmacéutico más sobresaliente de su provincia por su contribución en la lucha contra el abuso de las drogas; distribuyó folletos, dio conferencias, visitó escuelas y ayudó a los oficiales del gobierno a controlar el uso de las drogas. En verdad, este hombre efectuó un gran cambio en la vida de cientos de personas (véase Janice Smith, “Making a Difference”, Ensign, junio de 1976, pág. 50).

Algunos Santos de los Últimos Días se han justificado a sí mismos por no dedicar tiempo a su comunidad, diciendo que no podrían hacer ninguna contribución para bien de la sociedad, o que están demasiado ocupados; pero el Señor espera que todos nosotros tomemos parte y hagamos algo más que prestar servicio a la Iglesia. La mejora de la vida de la comunidad es también parte de la obra del Señor.

Hablen sobre las necesidades de salud y seguridad en su área. Como poseedores del sacerdocio, ¿qué podemos hacer para satisfacer esas necesidades?

Servicio de bienestar

En especial, es importante que los Santos de los Últimos Días estemos dispuestos a ayudar a otros en tiempos de emergencia. Un buen ejemplo de ese servicio tuvo lugar en 1976 cuando se rompió una represa y se inundaron varios pueblos cerca de Rexburg, en el estado de Idaho. Miembros de la Iglesia de todos los estados vecinos decidieron que ayudarían a limpiar los pueblos que habían sido destruidos o dañados. Los jóvenes y los quórumes del sacerdocio alquilaron autobuses y viajaron al área del desastre; ayudaron a limpiar, reparar y edificar nuevas casas, y varios hombres y mujeres cuidaron niños para que los padres pudieran trabajar en sus hogares dañados. En pocas semanas, la mayor parte del trabajo de limpieza se había realizado gracias a la ayuda voluntaria de los miembros de la Iglesia que desearon servir a sus semejantes.

Algunas de las formas en que podemos fortalecer nuestro vecindario y comunidad son:

  • Compartir el Evangelio con amigos y vecinos.

  • Amar y servir a nuestros vecinos demostrándoles pequeños, pero regulares, actos de servicio.

  • Estar “anhelosamente consagrados” a una buena causa comunitaria.

  • Ayudar a identificar y resolver problemas de la comunidad.

  • Servir en posiciones de liderazgo en la comunidad.

Responsabilidad para con nuestro país

El presidente N. Eldon Tanner dijo: “Esperamos que cada hombre sea leal a su país natal, al país donde nació, donde vive, trabaja y cría a su familia” (If They Will But Serve the God of the Land”, Ensign, mayo de 1976, pág. 48). Necesitamos sentir amor por nuestro país y su gente y desear para ellos lo mejor; tal amor llega en forma natural cuando aprendemos a apreciar la historia y los sacrificios de nuestros compatriotas.

El ser leales a nuestro país no significa que tengamos que estar de acuerdo con todo lo que hagan las personas que lo gobiernen. Sin embargo, la mayor parte de los oficiales del gobierno tratan sinceramente de hacer lo correcto, y nosotros debemos darles nuestro apoyo. Debemos orar a diario por ellos para que tomen las decisiones apropiadas y hagan lo correcto. El presidente Harold B. Lee tuvo una vez una entrevista con el Presidente de los Estados Unidos en la cual “le aseguró que independientemente de su nombre o su partido político, nosotros [la Iglesia] nos arrodillamos con frecuencia y oramos a Dios para que Él y los líderes de esta nación y del mundo nos hagan salir adelante de los [problemas de nuestra época]” (“A Time of Decision”, Ensign, julio de 1972, pág. 29).

El servir a nuestra nación incluye también el obedecer sus leyes. La paz puede existir solamente cuando todos obedecen la ley; el Artículo de Fe Nº 12 declara: “Creemos en estar sujetos a los reyes, presidentes, gobernantes y magistrados; en obedecer, honrar y sostener la ley”.

Si hay poseedores del sacerdocio jóvenes en la clase, hablen sobre las formas en que ellos pueden mostrar respeto por la autoridad y obediencia a la ley. ¿Cómo puede un joven prepararse a sí mismo para servir a su comunidad y su país?

Cada país tiene una manera diferente de establecer leyes. Algunos permiten a sus ciudadanos votar para elegir representantes que ayuden a crear las leyes. En esos países especialmente, los Santos de los Últimos Días tienen el deber de mantenerse informados en cuanto a asuntos de interés público y apoyar la candidatura de hombres buenos para ocupar puestos políticos. En los países donde se lleven a cabo elecciones públicas, cada ciudadano debe votar.

Conclusión

Como Santos de los Últimos Días, tenemos una gran responsabilidad hacia nuestra comunidad y nuestro país. Tenemos el deber de vivir rectamente y de ayudar a resolver los problemas y satisfacer las necesidades de nuestra sociedad.

A continuación detallamos algunas formas en las que podemos cumplir con nuestro deber hacia nuestro país:

  • Ser leales a nuestro país y a nuestra gente.

  • Orar por nuestros líderes.

  • Obedecer la ley.

  • Mantenerse informados en cuanto a los asuntos públicos.

  • Apoyar a hombres honrados y sabios.

Cometidos

  1. Seleccione una forma en que pueda ayudar a su vecindario o comunidad; haga un plan individual y comience su ejecución esta semana.

  2. Con el quórum, decida qué puede hacer el grupo del sacerdocio para mejorar la comunidad.

  3. En las oraciones familiares, oren por los líderes de la comunidad y la nación para que puedan guiarnos en rectitud.

Pasajes adicionales de las Escrituras

  • 1 Timoteo 1:8–10 (la necesidad de tener la ley).

  • 1 Timoteo 2:1–2 (debemos orar por los líderes del gobierno).

  • Tito 3:1 (debemos obedecer a nuestro gobierno).

  • 1 Pedro 2:13–14 (debemos someternos a las leyes establecidas por nuestro gobierno).

  • Mosíah 29 (el discurso del rey Mosíah sobre el gobierno).

  • D. y C. 134 (discurso sobre la necesidad de la ley y los principios de gobierno).

Preparación del maestro

Antes de presentar esta lección:

  1. Entérese de cuáles son las “buenas causas” que en su vecindario y comunidad pudieran recibir el apoyo de su quórum.

  2. Asigne a miembros de la clase para que relaten las historias y para que lean los pasajes de las Escrituras de la lección.