2025
Una conexión más fuerte y cercana con Dios por medio de múltiples convenios
Febrero de 2025


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Una conexión más fuerte y cercana con Dios por medio de múltiples convenios

Tomado de un devocional para alumnos de la Universidad Brigham Young en Provo, Utah, EE. UU., 5 de marzo de 2024. Para ver el discurso completo, vaya a speeches.byu.edu.

Para crecer y recibir el tipo de vida que el Padre Celestial tiene, cada uno de nosotros necesita hacer y guardar convenios con Dios.

una estatua del Christus junto a un espejo de agua

Los convenios que Dios estableció se basan en una ley eterna e inmutable. Solo hay una manera de regresar a vivir con Él y se le ha dado el nombre de la senda de los convenios. La frase senda de los convenios se refiere a la serie de convenios mediante los cuales venimos a Cristo y nos conectamos con Él y con nuestro Padre Celestial. Hacer convenios y guardarlos es la forma en que nos reconciliamos con Dios. Estos convenios no son negociables. Por medio de ellos, el Señor nos transforma, nos salva y nos exalta. Los hacemos al participar en las ordenanzas del sacerdocio. A cambio de guardar esos convenios, Dios nos garantiza ciertas bendiciones. Un convenio es un compromiso para el cual debemos prepararnos, que debemos comprender claramente y honrar absolutamente.

La senda de los convenios comienza para todos con el convenio del bautismo (véase 2 Nefi 31:17–18). Para los varones, la senda de los convenios incluye el paso esencial de recibir el Sacerdocio de Melquisedec. Para todos, la senda de los convenios continúa con los convenios de la investidura del templo, donde hacemos convenio de obedecer cinco leyes. Sin embargo, estas cinco leyes no se pueden separar: uno no puede elegir obedecer un subconjunto de las cinco. Se hace convenio de obedecer las cinco o ninguna. El convenio final que hacemos con Dios en el templo es el que se efectúa cuando un hombre y una mujer son sellados en el nuevo y sempiterno convenio del matrimonio (véase Doctrina y Convenios 131:1–4).

¿Por qué se necesitan varios convenios? Es porque los muchos convenios no son solo secuenciales, sino que también son acumulativos e incluso sinérgicos en nuestra relación con Dios. Cada convenio añade un vínculo que nos acerca a Dios y fortalece nuestra conexión con Él.

El presidente Russell M. Nelson señala que profundizamos nuestra relación con Dios cuando hacemos múltiples convenios. Él dijo: “Dios tiene un amor especial por cada persona que hace convenio con Él en las aguas del bautismo, y ese amor divino se profundiza a medida que se llevan a cabo y se cumplen fielmente convenios adicionales”.

Eso significa que desarrollamos una conexión más fuerte y cercana con Dios por medio de esos múltiples convenios. Al afrontar los desafíos de la vida, disminuye la probabilidad de que nos distanciemos de Dios.

una pila bautismal de un templo

1. El bautismo

El bautismo es el primer convenio que todas las personas hacen en la senda de los convenios. El convenio bautismal es un testimonio público al Padre Celestial de tres compromisos específicos: servir a Dios, guardar Sus mandamientos y estar dispuestos a tomar sobre sí el nombre de Jesucristo (véanse 2 Nefi 31:7, 13–14; Mosíah 18:10; 21:32, 35; Doctrina y Convenios 20:37). Los otros aspectos que con frecuencia se relacionan con el convenio bautismal —que “llev[emos] las cargas los unos de los otros”, “llor[emos] con los que lloran” y “consol[emos] a los que necesitan de consuelo” (Mosíah 18:8–9)—, son los frutos de hacer el convenio en lugar de formar parte del convenio en sí. Esos aspectos son importantes porque son lo que naturalmente haría un alma que está convertida.

una sala de ceremonia de investidura

2. La investidura

El siguiente convenio que todas las personas hacen en la senda de los convenios es la investidura. Como mencioné, la investidura incluye convenios para obedecer cinco leyes inseparables. Al repasar cada uno de ellos, vean cómo se alinean con el convenio bautismal y recalcan aspectos de este.

Primero, en la investidura hacemos convenio de “vivir la ley de obediencia”, lo que significa que nos “esforza[mos] por guardar los mandamientos del Padre Celestial”. Ese convenio se alinea directamente con la promesa del convenio bautismal de guardar los mandamientos de Dios.

Segundo, hacemos convenio de “obedecer la ley de sacrificio, que significa sacrificarse a fin de apoyar la obra del Señor y arrepentirse con un corazón quebrantado y un espíritu contrito”. Este convenio se alinea con las promesas bautismales de servir a Dios y guardar Sus mandamientos. Además, el arrepentimiento es un aspecto clave de tomar el nombre de Jesucristo.

Tercero, hacemos convenio de “obedecer la ley del Evangelio de Jesucristo”. Hacemos esto, en parte, al vivir la doctrina de Cristo. Esto incluye “hacer convenios con Dios mediante la recepción de las ordenanzas de salvación y exaltación” y guardar esos convenios a lo largo de nuestra vida. El convenio incluye “esforzarse por vivir los dos grandes mandamientos”: amar a Dios y al prójimo (véase Mateo 22:37, 39). Este convenio se alinea con los tres aspectos del convenio bautismal.

Cuarto, hacemos convenio de guardar la “ley de castidad [de Dios], que significa abstenerse de las relaciones sexuales fuera del matrimonio legal entre un hombre y una mujer”.

El élder Jeffrey R. Holland dijo: “Desde el Jardín de Edén en adelante, se tuvo el propósito de que el matrimonio significara la completa unión de un hombre y una mujer: sus corazones, esperanzas, vidas, amor, familia, futuro, todo […]. [Habrían de] se[r] ‘una sola carne’ durante su vida juntos [véase Génesis 2:23–24]”.

No podemos lograr el tipo de vida que nuestro Padre Celestial disfruta sin un compromiso absoluto de fidelidad a nuestro esposo o esposa en el matrimonio, de acuerdo con el plan de Dios. Este convenio se alinea con el aspecto del convenio bautismal de guardar los mandamientos de Dios.

Quinto, hacemos convenio de “guardar la ley de consagración”, que significa dedicarnos a nosotros mismos y todo con lo que el Señor nos ha bendecido para edificar Su Iglesia. Las llaves del santo sacerdocio fueron restauradas para que las ordenanzas del sacerdocio pudieran llevarse a cabo, permitiéndonos hacer convenios con Dios. Es solo por medio de la Iglesia restaurada de Jesucristo que se puede hacer esto por los hijos de Dios en ambos lados del velo. Nos comprometemos a apoyar la obra de Dios. Este convenio se alinea con el aspecto del convenio bautismal de servir a Dios. Además, este convenio se alinea con tomar sobre nosotros el nombre de Cristo, porque vivirlo requiere que mantengamos permanentemente un corazón que haya cambiado potentemente.

una sala de sellamientos

3. El sellamiento para unir a una mujer y a un hombre

Ahora el escenario está preparado para el convenio relacionado con el sellamiento para unir a una mujer y a un hombre. En esa ordenanza, estos reciben promesas, hacen un convenio el uno con el otro, y hacen un convenio con Dios. Para repasar las promesas, retrocedamos miles de años. Abraham recibió el Evangelio (véanse Doctrina y Convenios 84:14; Abraham 2:11) y entró en el convenio del matrimonio celestial, que es el convenio de la exaltación (véanse Doctrina y Convenios 131:1–4; 132:19, 29). Abraham recibió la promesa de que todas las bendiciones de esos convenios se ofrecerían a su posteridad terrenal (véanse Doctrina y Convenios 132:29–31; Abraham 2:6–11). Todos los que se embarcan en la senda de los convenios llegan a ser “descendientes de Abraham […], y herederos conforme a la promesa” (Gálatas 3:29).

Cuando un hombre y una mujer son sellados el uno al otro, se les prometen esas bendiciones, tal como ocurrió con Abraham. Las bendiciones incluyen que “saldr[án] en la primera resurrección, […] heredar[án] tronos, reinos, principados, potestades y dominios […]; y los ángeles […] que están allí les dejarán pasar a su exaltación y gloria en todas las cosas, […] y esta gloria será una plenitud y continuación de las simientes por siempre jamás” (Doctrina y Convenios 132:19; véase también el versículo 20). Durante el sellamiento, la mujer hace un convenio con su esposo y el hombre hace un convenio con su esposa. Las labores de la vida terrenal llegan a ser algo en conjunto. Tanto el esposo como la esposa entran en un orden del sacerdocio en el que ninguno de los dos podría entrar individualmente y que es necesario para entrar en el grado más alto del Reino Celestial (véase Doctrina y Convenios 131:1–4). Se prestan servicio el uno al otro y a sus hijos y, por lo tanto, sirven a Dios. Al ser sellados como hombre y mujer, hacen convenio con Dios de guardar todos los mandamientos relacionados con el matrimonio en el nuevo y sempiterno convenio.

Los elementos de la investidura y del sellamiento se alinean y recalcan los tres aspectos del convenio bautismal. Cada aspecto del convenio bautismal y los convenios de la investidura y el sellamiento se superponen y se recalcan el uno al otro.

No se nos obliga ni se nos compele de ninguna manera a permanecer en una relación de convenio con Dios, incluso después de haber elegido hacer esos convenios. Cuando establecemos un vínculo de convenio con Dios, compartimos un convenio con Él. Experimentamos el convenio y participamos juntos en él. Esto también ocurre cuando una mujer y un hombre son sellados; hacen un convenio el uno con el otro. Creo que es engañoso pensar que uno está ligado al otro por la eternidad; no están esclavizados, ni bajo coerción, ni en grilletes, ni bajo compulsión. Más bien, comparten y experimentan juntos el convenio. El albedrío sigue siendo un componente primordial del matrimonio eterno. El élder Dallin H. Oaks, Primer Consejero de la Primera Presidencia, dijo: “También sabemos que [Dios] no impondrá a nadie una relación de sellamiento en contra de su voluntad. Las bendiciones de una relación bajo sellamiento están aseguradas para todos aquellos que guardan sus convenios, pero nunca imponiendo una relación bajo sellamiento a otra persona que no sea digna o que no esté dispuesta”. Nadie será forzado a vivir en un matrimonio que no elija o acepte, incluso después del sellamiento en el templo.

Múltiples convenios nos unen más fuertemente a Dios

Los múltiples convenios nos acercan más a Dios y fortalecen nuestra conexión con Él. El propósito de esos vínculos es ayudarnos a llegar a ser discípulos de Jesucristo más convertidos, fieles y dedicados. Mi experiencia personal indica que, con el tiempo, los adultos que han sido bautizados, investidos y sellados a un cónyuge tienen más probabilidades de mantener y profundizar su discipulado a lo largo de la senda de los convenios. Es menos probable que lo hagan los adultos que han sido bautizados e investidos, pero que no están sellados a un cónyuge. Es menos probable que mantengan y profundicen su discipulado con el tiempo los adultos que han sido bautizados, pero que no han recibido la investidura. A medida que nuestro discipulado madura, añadimos los convenios de la investidura a nuestro convenio bautismal. Eso nos liga más fuertemente a Dios. Luego, si se recibe la bendición de sellarse a un cónyuge, el vínculo del convenio puede llegar a ser aún más fuerte.

Sin embargo, recuerden que estos factores no son determinantes. Ustedes y yo conocemos a personas que no han sido investidas y que son discípulas de Cristo extraordinariamente fieles, y conocemos a quienes han sido selladas a un cónyuge y no lo son. La fidelidad es una decisión individual sobre cómo vivir los convenios que hemos hecho. El no estar sellado a un cónyuge no detiene su progreso en su discipulado para con el Salvador. A medida que sigan siendo valientes en su testimonio de Jesucristo, su progreso continúa.

Invitaciones a quienes aún no han recibido la investidura

Dicho esto, como apóstol del Señor Jesucristo, tengo invitaciones para cada uno de ustedes. Mi invitación para aquellos que han sido bautizados, pero que aún no han sido investidos es que se preparen para su investidura y que la reciban. La decisión de recibir la investidura es algo personal y se debe tomar con espíritu de oración. Depende solo de su albedrío y del de nadie más. Además, no es el lugar de ninguna otra persona —líderes, amigos, grupos de personas afines, familiares o yo— el decidir eso por ustedes ni influir indebidamente en ustedes para que lo hagan. Muchos de ustedes ya cumplen con todos los requisitos para ser investidos si sienten el deseo de recibir y honrar los convenios sagrados del templo a lo largo de su vida. En el Manual General, leemos:

“Los miembros pueden decidir recibir su propia investidura en el momento en que cumplan con todas las condiciones siguientes:

  • Tener por lo menos dieciocho años.

  • Haber terminado la escuela secundaria o su equivalente, o ya no asistir a la secundaria.

  • Que haya transcurrido un año completo desde su confirmación.

  • Sentir el deseo de recibir y honrar los convenios sagrados del templo a lo largo de su vida”.

Hasta que estén listos, continúen preparándose. Eso incluye efectuar la obra de historia familiar y cumplir los requisitos de la recomendación para el templo, y utilizarla para bautismos y confirmaciones por representante. Además, concéntrense meticulosamente en el convenio que ya han hecho. Tomen la Santa Cena a conciencia cada semana. Si deciden faltar a la reunión sacramental cuando podrían asistir, se ponen en peligro espiritual. Continúen viviendo fielmente el Evangelio de Jesucristo. Al aceptar esta invitación, se acercarán más a Dios.

Invitaciones a quienes aún no han sido sellados

Hablemos de quienes han sido bautizados e investidos, pero no están sellados a un cónyuge. Todos sabemos que el sellamiento al cónyuge implica el albedrío de otra persona. Ustedes no determinan ese paso por su cuenta solamente. Mi invitación se centra en lo que ustedes pueden hacer.

Si aún no tienen la bendición del sellamiento al cónyuge en la medida que depende de su albedrío, no se demoren en aprovechar sus oportunidades. No cierren la puerta a la posibilidad. En mayo de 2023, el presidente Dallin H. Oaks enseñó:

“Un Padre Celestial amoroso tiene un plan para Sus jóvenes adultos, y parte de ese plan lo constituyen el matrimonio y los hijos […].

“Les aconsejamos que canalicen su relación con el sexo opuesto hacia formas de citas que tengan el potencial de madurar hacia el matrimonio”.

Recuerden, la vida eterna no es una cuestión del estado civil actual, sino del discipulado; es decir, ser “valientes en el testimonio de Jesús” (Doctrina y Convenios 76:79; véase también 121:29). Ustedes reciben acceso a la gracia de Cristo mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio. Además, los invito a centrarse en los convenios que han hecho. Asistan al templo con frecuencia y participen en la obra de historia familiar. Tomen la Santa Cena a conciencia cada semana. Al hacerlo, fortalecerán su conexión con Jesucristo (véase 3 Nefi 18:12–13).

Para aquellos que nunca han sido sellados a un cónyuge en esta vida o aquellos cuyo sellamiento no resultó como esperaban, consideren esta promesa consoladora hecha por el presidente Lorenzo Snow en 1899. Al hablar de las mujeres solteras, él declaró: “Parece haber considerable lamentación con respecto a esta condición. No hay necesidad de eso en particular […].[Pero] se ha presentado cierta doctrina muy insensata a algunas de las hermanas con respecto a esto y a otras cosas de naturaleza afín […]. Ningún Santo de los Últimos Días que muera, después de haber llevado una vida fiel, perderá bendición alguna por no haber hecho ciertas cosas si no se le presentaron las oportunidades de hacerlas […]. Tendrán todas las bendiciones, toda la exaltación y toda la gloria que tendrá cualquier hombre o mujer que haya tenido esa oportunidad […]. Se les proporcionarán los medios mediante los cuales podrán obtener todas las bendiciones necesarias para las personas que están casadas”.

Me siento obligado a añadir que no deben obsesionarse en cuanto a si tuvieron la oportunidad de sellarse a un cónyuge y la perdieron, o en cuanto a que su sellamiento en una Casa del Señor no haya resultado como esperaban. No se cuestionen a ustedes mismos. La gracia de Dios es suficiente para todos. “Todo lo que es injusto en la vida se puede remediar [y se remediará] por medio de la Expiación de Jesucristo”. Al aceptar esta invitación, eso también los acercará más a Dios.

Invitaciones a quienes se han sellado a un cónyuge

Para aquellos que han sido sellados a un cónyuge, este sellamiento es un hito en su vida, no el final de libro. Deben seguir adelante y centrarse en los convenios que han hecho, tal como he alentado a los demás a hacerlo: tomar la Santa Cena concienzudamente, adorar en el templo y hacer la obra de historia familiar. Además, procuren llegar a ser mejores cónyuges al adquirir atributos cristianos. Conviértanse en el cónyuge que su cónyuge se merece. Si tienen la bendición de ser padre o madre, conviértanse en el padre que sus hijos merecen. Al aceptar esta invitación, eso también los acercará más al Padre Celestial y a Jesucristo, y fortalecerá sus lazos de convenio con Ellos.

Invitaciones para todos

Ya sea que hayan hecho uno o más convenios, presten atención a la advertencia del Salvador:

“Pero existe la posibilidad de que el hombre caiga de la gracia y se aleje del Dios viviente;

“por lo tanto, cuídese la iglesia y ore siempre, no sea que caiga en tentación;

“sí, y cuídense aun los que son santificados” Doctrina y Convenios 20:32–34.

Dios estableció múltiples convenios para bendecirnos, no para condenarnos. Centrarnos concienzudamente en los convenios que hemos hecho y prepararnos para el siguiente es la mejor manera de prepararnos a fin de recibir todo lo que el Padre Celestial tiene. Es la manera en que “p[ensamos] de manera celestial”. Testifico que Jesucristo es poderoso para salvar. Él desea una relación cercana con ustedes, incluso una relación por convenio. Ruego que hagan convenios con verdadera intención y permitan que esos convenios los bendigan ahora y en las eternidades.

Notas

  1. Véase David A. Bednar, “Unidos al Salvador mediante convenios”, Para la Fortaleza de la Juventud, febrero de 2022, págs. 3–5.

  2. Una simple confesión o el reconocimiento de una creencia en Dios no es suficiente. Aunque nos reconciliamos con la voluntad de Dios por convenio, no nos salvamos a nosotros mismos. En las palabras del profeta Jacob del Libro de Mormón: “Recordad, después de haberos reconciliado con Dios, que tan solo en la gracia de Dios, y por ella, sois salvos” (2 Nefi 10:24). Incluso después de haber hecho y guardado esos múltiples convenios con Dios, solo somos salvos mediante la gracia, a pesar de todo lo que podamos hacer. La reconciliación con Dios por convenio es como concertar un tratado entre dos partes que han estado en desacuerdo entre sí.

  3. Véase Guía para el Estudio de las Escrituras, “Convenio”, Biblioteca del Evangelio.

  4. Solo hacemos el convenio cuando tenemos la intención de comprometernos a cumplirlo de un modo considerablemente excepcional. Véase Robert Bolt, A Man for All Seasons: A Play in Two Acts, XIII–XIV, pág. 140.

  5. Véase David A. Bednar, “Honorablemente [retener] un nombre y una posición”, Liahona, mayo de 2009, págs. 97–100. El proceso probablemente no se complete hasta que “seamos semejantes a él” (Moroni 7:48), cuando hayamos sido transformados de modo total.

  6. Russell M. Nelson, “Decisiones para la eternidad”, devocional mundial para jóvenes adultos, 15 de mayo de 2022, Biblioteca del Evangelio.

  7. Véase Russell M. Nelson, “Decisiones para la eternidad”, Biblioteca del Evangelio. El presidente Nelson concluye su declaración al prometer: “Y luego, al final de la vida terrenal, ¡qué preciada es la reunión de cada hijo del convenio con nuestro Padre Celestial! [véase Salmo 116:15]”.

  8. El Sacerdocio de Melquisedec es un requisito del convenio para los hombres fieles.

  9. Manual General: Servir en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días27.2, Biblioteca del Evangelio.

  10. Manual General27.2.

  11. Manual General27.2.

  12. Manual General27.2.

  13. Manual General27.2.

  14. Manual General27.2.

  15. Jeffrey R. Holland, “La pureza personal”, Liahona, octubre de 2000, pág. 42. Véanse también David A. Bednar, “Creemos en ser castos”, Liahona, mayo de 2013, págs. 41–44; Dale G. Renlund y Ruth Lybbert Renlund, “Los propósitos divinos de la intimidad sexual”, Liahona, agosto de 2020, págs. 13–17.

  16. Manual General, 27.2; véase también David A. Bednar, “Edifíquese esta casa a mi nombre”, Liahona, mayo de 2020, págs. 84–87.

  17. El albedrío permanece en vigor. Somos libres de quebrantar nuestros convenios y abandonarlos por completo, pero las consecuencias son calamitosas. Véanse Jeremías 17:5; Ezequiel 18:26; 33:12, 18; Malaquías 2:1–5; Mateo 7:27; 12:45; 13:21; Lucas 12:47; Hebreos 6:4–8; 10:26–27; 2 Pedro 2:22; Alma 24:30; 47:36; Helamán 12:2; Doctrina y Convenios 82:3; 84:41, 54.

  18. Dallin H. Oaks, “Reinos de gloria”, Liahona, noviembre de 2023, pág. 29.

  19. Manual General27.2.2.

  20. Dallin H. Oaks, “Defiende la verdad”, devocional mundial para jóvenes adultos, 21 de mayo de 2023, Biblioteca del Evangelio.

  21. M. Russell Ballard, “Esperanza en Cristo”, Liahona, mayo de 2021, pág. 55.

  22. Lorenzo Snow, “Discourse by President Lorenzo Snow”, Millennial Star , tomo LXI, nro. 35, pág. 547.

  23. Predicad Mi Evangelio: Una guía para compartir el Evangelio de Jesucristo, 2023, pág. 57.

  24. Russell M. Nelson, “¡Piensen de manera celestial!”, Liahona, noviembre de 2023, págs. 117–119.