Liahona
Perseverar en el verdadero amor
Abril de 2024


Sección Doctrinal

Perseverar en el verdadero amor

Recuerdo que cuando yo era adolescente, entre las edades de los doce y los quince años, me enamoraba fácilmente de las niñas de mi edad. Como esos “amores” eran pasajeros, me confundían y me hacían sentirme poco seguro de mis sentimientos. Esa confusión llegó hasta el punto de que un día me puse de rodillas, y dije a Dios en oración sobre lo que estaba sintiendo en ese momento por una muchacha que vivía en nuestro vecindario: “Si, como me ha ocurrido con otras chicas, dejo de sentir por ella lo que estoy sintiendo ahora, ¡dejaré de creer en el amor!”.

Han pasado más de cincuenta años de aquella época de mi desarrollo espiritual, intelectual, emocional y físico. Y con el conocimiento que tengo ahora de lo que ha pasado en mi vida desde entonces, puedo imaginar lo que estaría pensando nuestro Padre Celestial al oír mi oración. Él me habría dicho: “Hijo, dentro de unos años, conocerás a dos misioneros estadounidenses que enviaré a España, y ellos te hablarán de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. A ti te bautizarán en esa que es Mi Iglesia y en ella conocerás a una joven. Y dos años después os casaréis y viajaréis a un templo de la Iglesia que hay en Suiza, y allí os sellarán como un matrimonio eterno”.

El matrimonio eterno requiere la capacidad para sentir el verdadero amor. A ese amor Moroni lo llama caridad; y dice que la caridad es el amor puro de Cristo, y que ese amor puro permanece para siempre. Y añade que quien posea ese amor puro en los últimos días le irá bien, y nos dice: “Por consiguiente, amados hermanos míos, pedid al Padre con toda la energía de vuestros corazones, que seáis llenos de este amor que él ha otorgado a todos los que son discípulos verdaderos de su Hijo Jesucristo” (Moroni 7:48).

El matrimonio eterno requiere amor eterno, y ese amor eterno es un don de Dios necesario para lograr la madurez necesaria que nos ayude a perseverar en un matrimonio que dure toda la eternidad.

Mi esposa y yo llevamos casados y sellados más de cincuenta años. Y seguimos unidos con ese amor puro de Cristo de que nos habla Moroni. Yo creo en el amor eterno. Y ese amor es el que me ha hecho tomar las dos decisiones más importantes de mi vida: bautizarme en la Iglesia de Jesucristo y sellarme en el templo con mi esposa, y en ambas he perseverado y perseveraré hasta el fin, con la esperanza de lograr la vida eterna.