Liahona
Ama a Dios y ama a tu prójimo
Febrero de 2024


Mensaje de la Presidencia de Área

Ama a Dios y ama a tu prójimo

Los misioneros llegaron a mi casa por primera vez cuando yo era un niño de once años. Recuerdo sentir que algo especial los acompañaba, irradiaban una luz que envolvía mi hogar con amor y felicidad. Sentíamos que realmente nos amaban y se preocupaban sinceramente por nosotros.

En el transcurso de sus visitas nos enseñaron a orar a Dios en el nombre de Jesucristo y a leer las Escrituras para conocer Su voluntad. También nos enseñaron sobre la importancia del día de reposo y de participar de la Santa Cena. El poner en práctica esas acciones nos ayudó a edificar un amor más profundo por Dios y por Su Hijo Jesucristo.

Frecuentemente me preguntaba: “¿Cuál es la motivación de estos jóvenes misioneros para amarnos y servirnos? ¿Cuál es la clave para tener ese poder que nos impulsa a amar a Dios y a ser mejores personas?”. Con el paso del tiempo lo entendí, ellos amaban a Dios y ese amor se manifestaba en sus esfuerzos por amar a los demás, este conocimiento impactó poderosamente mi desarrollo espiritual. Esas enseñanzas aprendidas de estos maravillosos misioneros hoy las puedo describir en los siguientes principios:

Jesucristo nos enseñó que debemos amar a Dios y a nuestro prójimo

En Su diálogo con el intérprete de la ley, Jesús dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas”1.

El amor es más que un atributo, es también un mandamiento, la esencia básica del Evangelio. El amor a Dios y a nuestros semejantes nos brinda fe, con la que cualquier cosa es posible.

Demostramos nuestro amor al Padre Celestial al guardar Sus mandamientos

El Salvador Jesucristo nos dio una clave cuando dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”2.

Amar a Dios requiere un esfuerzo consciente por conocerlo y luego armonizar nuestras vidas con Su voluntad. La experiencia del apóstol Pablo de camino a Damasco es un ejemplo de esto:

Al aparecérsele Jesucristo, Pablo le preguntó: “¿Quién eres, Señor?” y luego agregó: “¿Qué quieres que yo haga?”3.

Toda persona que ama Dios y se esfuerza por conocer y hacer Su voluntad recibe una porción adicional del Espíritu Santo, esa influencia poderosa da luz y perspectiva eterna a nuestra vida, y de manera natural amamos a nuestros semejantes, y al amar a nuestros semejantes, más amaremos a Dios.

Hay una conexión directa entre amar a Dios y amar a nuestros semejantes

El rey Benjamín describió de manera perfecta esta conexión cuando dijo: “Y he aquí, os digo estas cosas para que aprendáis sabiduría; para que sepáis que cuando os halláis al servicio de vuestros semejantes, solo estáis al servicio de vuestro Dios”4.

El presidente Ezra Taft Benson enseñó: “Solamente aquellos que conocen y aman a Dios pueden amar y servir mejor a sus hijos, pues solamente Dios comprende plenamente a sus hijos y sabe qué es mejor para su bienestar. Por lo tanto, uno tiene que estar a tono con Dios para ayudar mejor a Sus hijos”5.

Los mandamientos de Dios son una manifestación de Su amor y nos muestran la manera de ser felices

El presidente Nelson enseñó: “Las leyes de Dios están motivadas exclusivamente por Su infinito amor por nosotros y Su deseo de que lleguemos a ser todo lo que podemos llegar a ser”6.

La felicidad, las bendiciones y la guía vienen mediante la obediencia. El Padre Celestial desea que seamos felices y libres porque nos ama, y esa es la razón por la que da mandamientos. A fin de hallar la paz que no se encuentra en este mundo, debemos aprender que someter nuestra voluntad a la del Padre Celestial es el único camino hacia la felicidad.

Han pasado muchos años desde el día en que el élder Gallegos, el élder Sevy y el élder Noches llegaron a mi casa para enseñarnos el Evangelio restaurado de Jesucristo, el amor sincero de estos jóvenes por Dios y por nosotros bendijo a toda mi familia. Luego de ellos vinieron líderes y amigos de la Iglesia que afianzaron nuestra fe incipiente por medio de su amor y servicio.

Jesucristo es el ejemplo perfecto de amor a Dios y al prójimo. Testifico que Él es nuestro Salvador y Redentor y que al escuchar Su voz y seguir Sus pasos, hallaremos gozo duradero.

Notas

  1. Mateo 22:37–40.

  2. Juan 14:15.

  3. Hechos 9:5–6.

  4. Mosíah 2:17.

  5. La vida y enseñanzas de Cristo y Sus Apóstoles, Capítulo 16: Los dos grandes mandamientos.

  6. Russell M. Nelson, “The Love and Laws of God”, devocional en la Universidad Brigham Young, 17 de septiembre de 2019, speeches.byu.edu.