2021
Cómo sanar de cualquier lucha, paso a paso
Junio de 2021


Jóvenes adultos

Cómo sanar de cualquier lucha, paso a paso

Ya sea que estés tratando de sanar de una lucha con la pornografía, los problema de salud mental, los traumas pasados o cualquier otra cosa, esta guía puede ayudarte a encontrar sanación por medio de Jesucristo.

Imagen
woman climbs stairs going from darkness to light

“¡Y fui sanado al instante!”.

“¡Y nunca más volví a sentir tentación por la pornografía!”.

“Y mi depresión se fue completamente. ¡Ya ni siquiera me pongo triste!”.

Estas exclamaciones suenan demasiado bien para ser verdad, ¿no?

Todos hemos leído historias con “finales felices” que podrían sonar muy parecidas a estas. Historias acerca de personas que luchan con desafíos difíciles, solo para que, en un momento glorioso, superen sus tentaciones, debilidades o aflicciones y sean sanadas completamente.

Al leer este tipo de historias, sin duda podemos sentirnos inspirados y llenarnos de esperanza de que nuestras luchas y desafíos también se pueden curar para siempre, pero con frecuencia otros pensamientos pueden infiltrarse en nuestra mente, como:

  • “¿Por qué estoy todavía luchando con esto cuando he hecho muchas cosas para superarlo?”.

  • “Estoy haciendo mi mejor esfuerzo por acudir al Salvador, pero todavía no puedo perdonar a la persona que me hizo daño”.

  • “Llegado a este punto, creo que nunca voy a superar esta lucha”.

Nuestra mente trata de convencernos de lo contrario, pero la verdad es que todos podemos ser sanados. Esa es la promesa que el Salvador nos brinda. Tal vez la sanación no suceda en un solo momento —de hecho, probablemente no lo hará—, pero con nuestros esfuerzos sinceros y Su ayuda, es completamente posible. A continuación se muestran algunos consejos sobre cómo buscar el poder sanador del Señor, paso a paso.

Reconoce que la sanación es una trayectoria

Lo primero que debemos comprender cuando progresamos hacia la sanación es que es una trayectoria de crecimiento. Estas son algunas verdades sobre esta trayectoria que hay que tener en cuenta:

  • A medida que acudamos al Salvador a lo largo de esta trayectoria, Él puede guiarnos hacia los recursos y la ayuda que necesitamos y darnos fortaleza y orientación en nuestros esfuerzos. “Cuando el Salvador sepa que ustedes realmente desean acudir a Él —cuando Él pueda sentir que el mayor deseo de sus corazones es obtener el poder de Él en sus vidas—, serán guiados por el Espíritu Santo para saber exactamente lo que deben hacer”1.

  • El crecimiento no se logra en un día, un mes y, algunas veces, ni siquiera en años. El plazo de tiempo de la sanación será distinto para todos.

  • Ya sea que estés tratando de sanar de hábitos, adicciones, problemas de salud mental o incluso trauma no deseados, recuerda que la sanación a menudo implica cambiar los hábitos arraigados en cuanto a la manera en que pensamos y reaccionamos. Y eso requiere tiempo.

  • A menudo tenemos que aprender a reconocer los problemas básicos, como patrones de pensamiento poco saludables y sentimientos difíciles, antes de poder trabajar para superar nuestros problemas.

  • El proceso de sanación está lleno de altibajos.

Si te sientes desanimado, debes saber que no estás solo; incluso Nefi tuvo dificultades algunas veces y cedió a sus debilidades (véase 2 Nefi 4). Después de que su padre muriera, este profeta de fe inquebrantable escribió acerca de cuán frustrado estaba hasta el punto de tener dificultades con la tristeza, el pesar y las tentaciones. No obstante, Nefi testifica, en definitiva, que seguiría tratando y confiando en el Señor porque sabía que al final Él lo ayudaría a superar sus problemas.

Conoce el poder de intentarlo y de tener deseos justos

A menudo no anticipamos que el camino de sanación de las experiencias difíciles puede estar lleno de contratiempos, errores, desánimo, impaciencia y turbulencia. Probablemente no será un camino directo que funcione a la perfección y sin esfuerzo la primera vez que lo intentemos. Pero está bien, porque esos contratiempos son lo que nos ayudará a confiar más en nuestro Salvador.

El Señor no espera que superemos todo ahora mismo. Sin embargo, Él espera que nos esforcemos y deseemos ser sanados, porque los verdaderos deseos de nuestro corazón son los que marcarán toda la diferencia en conseguir nuestras metas y llegar a ser quien queremos ser. El Señor trabaja con los deseos de nuestro corazón. Como enseñó el presidente Russell M. Nelson, “el Señor ama el esfuerzo, porque el esfuerzo brinda recompensas que no pueden recibirse sin él”2.

De modo que cuando todavía estés luchando para no ceder a la tentación, cuando todavía estés experimentando la oscuridad de los desafíos de la salud mental, o cuando los pensamientos de traumas pasados todavía te mantengan despierto por la noche, simplemente sigue intentándolo. Haz el esfuerzo, trabaja para perseverar y aférrate a la fe y esperanza en Jesucristo.

A medida que sigas intentándolo, los deseos justos de tu corazón se cumplirán, y experimentarás los milagros de la sanación (véase Mosíah 2:41).

Practica la autocompasión

Es normal encontrarnos batallando a través de diferentes aspectos del proceso de sanación. Sin embargo, ser amables y pacientes con nosotros mismos es tan importante como trabajar hacia la sanación. El autodesprecio nunca ha ayudado a nadie a tener éxito. Sin importar en qué etapa de sanación estés, sé amable contigo mismo y recuerda que el Salvador siempre tendrá compasión por ti. A continuación figuran algunas ideas para practicar la autocompasión:

  • Recuérdate a ti mismo del tiempo que lleva la sanación y del gran esfuerzo que requiere de tu parte.

  • Date cuenta de que muchos problemas provienen de necesidades insatisfechas o de mecanismos de defensa que aprendiste de pequeño y que son difíciles de cambiar.

  • Reconoce que, aunque tengas contratiempos, estás cambiando. Recuerda que los deseos de tu corazón te ayudarán a hacer un cambio duradero.

  • Céntrate en tu progreso. Mira lo mucho que has logrado. (Si todavía no lo has hecho, encuentra una manera de hacer un seguimiento de tu progreso).

  • Trátate a ti mismo como tratarías a alguien que amas y que está tratando de sanar.

  • Considera lo que has aprendido y de qué manera tus dificultades te han ayudado a crecer espiritualmente. El Padre Celestial tiene una manera de convertir nuestros desafíos difíciles en experiencias para nuestro bien (véase Doctrina y Convenios 122:7).

  • Comparte tus luchas con alguien que te apoye y te ame en tu trayectoria hacia la sanación, pero asegúrate de mantener límites y pedirle que respete tu privacidad.

Utiliza tanto herramientas prácticas como espirituales

El Padre Celestial y Jesucristo siempre están ahí para ayudarnos y guiarnos a través de nuestro proceso de sanación. Nos han proporcionado innumerables herramientas espirituales, como la oración, el ayuno, las Escrituras y la asistencia regular a la capilla y al templo, que pueden tener una influencia en nuestro camino hacia la sanación.

El Padre Celestial también nos ha dado recursos aparte de las herramientas espirituales para ayudarnos a sanar, y Él quiere que los utilicemos. Por ejemplo, el élder Kyle S. McKay, de los Setenta, habló de una mujer que tenía una adicción a las drogas. Y aunque ella experimentó la “cercana bondad de Dios”, en su punto más bajo también necesitó la ayuda de otras personas. El élder McKay explicó: “La sanación y la liberación final […] tomaron mucho tiempo; meses de tratamiento, capacitación y terapia, durante los cuales fue sostenida y, algunas veces llevada en brazos, por Su bondad”3.

Nuestra sanación requerirá esfuerzo y herramientas. Los médicos, los medicamentos, los profesionales de la salud mental y los grupos de apoyo son recursos asombrosos para ayudarnos a sanar. El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, aconsejó: “Busquen el consejo de personas certificadas y con buena reputación, aptitud profesional y buenos valores […]. Nuestro Padre en los Cielos espera que usemos todos los maravillosos dones que Él nos ha proporcionado en esta gloriosa dispensación”4.

Recuerda el poder sanador de Jesucristo

En definitiva, dondequiera que estemos en nuestro camino hacia la sanación, debemos saber que todos podemos ser sanados completamente gracias a nuestro Salvador, Jesucristo, y Su expiación.

A veces hablamos sobre la expiación de Jesucristo sin saber realmente cómo tener acceso a Su bálsamo sanador, pero el proceso de hacerlo en realidad es bastante sencillo y personal (véase 1 Nefi 15:14). A medida que implementemos las herramientas espirituales que se nos han dado —como la oración, el ayuno, la asistencia regular a la capilla y al templo— podemos conectar con el Salvador de forma individual. Buscar Su influencia en nuestras vidas cada día también puede ayudarnos a ver que Él está con nosotros.

Recuerda que la sanación viene en etapas al avanzar hacia el Salvador, aunque también es importante darnos cuenta de que tal vez nuestros más profundos dolores y dificultades no sanen por completo en esta vida. Sin embargo, Su gracia puede llevarnos y sostenernos, cambiar nuestra perspectiva o darnos la fuerza para seguir adelante y encontrar gozo verdadero de todas formas.

Hasta entonces, mantengamos en nuestro corazón la promesa del élder Ulisses Soares, del Cuórum de los Doce Apóstoles: “Testifico que, conforme nos esforcemos continuamente por superar nuestros retos, Dios nos bendecirá con el don de la fe para ser sanados y con el de obrar milagros. Él hará por nosotros lo que nosotros no seamos capaces de hacer por nuestra cuenta”5.

Algún día, “todo será restablecido” (Alma 11:44), y seremos capaces de afirmar: “He sido sanado por completo”.

¡Qué glorioso será ese día!

Notas

  1. Russell M. Nelson, “Cómo obtener el poder de Jesucristo en nuestra vida”, Liahona, mayo de 2017, pág. 42.

  2. Russell M. Nelson, en Joy D. Jones, “Un llamamiento especialmente noble”, Liahona, mayo de 2020, pág. 16.

  3. Kyle S. McKay, “La cercana bondad de Dios”, Liahona, mayo de 2019, pág. 106.

  4. Jeffrey R. Holland, “Como una vasija quebrada”, Liahona, noviembre de 2013, pág. 42.

  5. Ulisses Soares, “Tomar nuestra cruz”, Liahona, noviembre de 2019, pág. 114.