2020
“Refúgiense allí donde se encuentren” espiritual y físicamente, señala el élder Holland, mientras las órdenes de aislamiento continúan por todo el mundo
COVID-19: Mensajes de fe


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“Refúgiense allí donde se encuentren” espiritual y físicamente, señala el élder Holland, mientras las órdenes de aislamiento continúan por todo el mundo

Lea la parte 2 de una serie de entrevistas que contienen consejos de miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles durante el brote del COVID-19.

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El élder Jeffrey R. Holland ante el púlpito

Foto por Ravell Call, Deseret News

La continua y creciente pandemia del COVID-19 es una oportunidad para el examen de conciencia y la autoevaluación , el tipo de reflexión personal que purifica la fe, fortalece el carácter y “aumenta nuestra humildad ante el Señor”, dijo el élder Jeffrey R. Holland.

“Esta es una ocasión peculiar de soledad forzada, en la que no tenemos muchas distracciones ni ocupaciones superficiales que nos distraigan de considerar las cosas verdaderamente importantes en la vida”, declaró el miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles. “Tales momentos nos invitan a mirar dentro de nuestra alma y ver si nos gusta lo que vemos allí”.

El élder Holland habló con Church News el 28 de marzo de 2020, cuando millones de Santos de los Últimos Días en todo el mundo respondieron a los mandatos del gobierno destinados a contener la propagación del coronavirus que ha causado enfermedades y muertes, ha sofocado las economías, cerrado las escuelas y restringido las rutinas diarias en todo el mundo. En respuesta a la pandemia, los líderes de la Iglesia han suspendido reuniones, han cerrado templos y han transportado a miles de misioneros a sus países de origen.

El resultado es un “tipo de día de reposo obligatorio: un momento en el que nos alejamos de nuestra rutina cotidiana, de la vida como de costumbre, y consideramos nuestra dependencia de Dios y las bendiciones de Él que con tanta frecuencia damos por sentado”, dijo el élder Holland.

Citando una frase británica favorita, observó que “las cosas van a ‘salir bien’. Indudablemente, ya están en camino a ‘salir bien’, pero le debemos a nuestro Padre Celestial el ser un poco más agradecidos, un poco más inclinados a recordar cuántos problemas se resuelven gracias a Dios, los ángeles, las promesas de los convenios y la oración”.

“Refúgiense allí donde se encuentren”

“La oportunidad de responder a los problemas y a las turbulencias con una fe cada vez mayor se documenta una y otra vez en las Escrituras, donde el amor de Dios, el sacrificio de Cristo y las muchas manifestaciones de misericordia de Ellos son las grandes constantes a la hora de enfrentar la adversidad de una u otra clase”, dijo el élder Holland.

Esta pandemia actual presenta una “preciada oportunidad para demostrar fe”, declaró. “A menudo, esas oportunidades parecen escasas. En nuestra era moderna, no tenemos que preocuparnos por dividir las aguas del Mar Rojo porque tenemos ingenieros que pueden construir un puente sobre él. De vez en cuando, necesitamos algunos recordatorios de que esos puentes bellamente diseñados pueden colapsar, por así decirlo. Esta pandemia es simplemente un colapso”.

A medida que millones de personas en todo el mundo se enfrentan a la orden de buscar un “refugio allí donde se encuentren”, el élder Holland señaló que el término refugio tiene connotaciones espirituales así como físicas. Explicó que los versículos del Salmo 61:1-4 resumen la oportunidad que tienen los Santos de los Últimos Días de buscar refugio en el Señor:

“Oye, oh Dios, mi clamor; atiende a mi oración.

“Desde el extremo de la tierra clamaré a ti cuando mi corazón desmaye. Condúceme a la peña que es más alta que yo,

“porque tú has sido mi refugio, y torre fuerte delante del enemigo.

“Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre; estaré seguro bajo la cubierta de tus alas”.

Eso es “el mejor de los refugios”, dijo el élder Holland, señalando que la sociedad también debe ser obediente a las directivas gubernamentales con respecto al refugio temporal.

“El Señor es nuestro máximo refugio”, explicó. “Él es nuestra torre. Nos saca de las aguas turbulentas y nos coloca en la roca de nuestro Redentor. Nos cubre con Sus alas, poéticamente hablando”.

Al detenerse para reflexionar sobre este versículo de las Escrituras, el élder Holland dijo suavemente: “Siempre estamos hablando de no tener tiempo suficiente para pensar en esas cosas. Bueno, pues ahora tenemos algo de tiempo”.

Con ese tiempo, podemos “ocuparnos a fondo de las cosas del alma que siempre queremos abordar, y sabemos muy bien que debemos hacerlo, pero a veces, con el ajetreo de la vida diaria, no aprovechamos la oportunidad para hacerlo”.

Lamentando el ritmo de nuestra era moderna, el élder Holland recordó: “Ralph Waldo Emerson dijo una vez: ‘Las cosas llevan las riendas y dominan a la humanidad’1.

“Démonos cuenta de que esta es una de esas veces en las que podemos soltar las riendas, un momento en el que no tenemos tantas exigencias y podemos abordar cosas edificantes y eternamente importantes”.

“Las cosas del corazón”

Una de esas cosas es atender las necesidades de los demás, dijo el élder Holland. Los miembros pueden encontrar gozo al compartir las “cosas del corazón”: proveer, cuidar y allegarnos a otros de maneras que sean compatibles con la distancia física que se supone que debemos mantener. “Elevar a alguien espiritualmente es algo sumamente gozoso”, afirmó.

Mediante la ministración, el Señor se asegura de que se atienda a cada persona. En un momento en que el contacto físico es limitado, los miembros pueden confiar en la tecnología, como las redes sociales, el correo electrónico, Skype y FaceTime, dijo.

“Deberíamos dedicar cierta parte de nuestro día a comunicarnos con personas que necesitan un estímulo. Por supuesto, nosotros obtenemos un estímulo al hacerlo, así que todos somos ‘levantados’, para lo cual, tal y como dijo el Salvador, fue enviado a la tierra” (véase 3 Nefi 27:14–15).

El élder Holland dijo que está tratando de aprovechar su reducido horario de viajes enviando notas o haciendo llamadas telefónicas, “haciendo lo inesperado, pero muy apreciado y a veces realmente necesario, para alegrarle el día a alguien”.

“No hay ningún mérito particular en retorcernos las manos ante la visita que no podemos hacer o la presencia cara a cara que no podemos realizar”, advirtió. “Hagamos lo mejor que podamos”.

Los Santos de los Últimos Días deben ser los primeros en ser “positivos y optimistas, hacer las cosas que pueden hacer y confiar en el Señor para lo demás”.

Como dijo el profeta José Smith en la cárcel de Liberty: “Hagamos con buen ánimo cuanta cosa esté a nuestro alcance; y entonces podremos permanecer tranquilos, con la más completa seguridad, para ver la salvación de Dios y que se revele su brazo” (Doctrina y Convenios 123:17).

El élder Holland dijo que esta época de no poder estar con los santos en todo el mundo y con los hermanos de las Autoridades Generales “es una pérdida tremenda” para él personalmente.

“Me gusta demostrar afecto con un abrazo, como los irlandeses”, dijo. “De verdad amo a la gente; así que extraño estar con los miembros”.

Por otro lado, agregó, “lo gratificante para mí ha sido tener un poco más de tiempo de quietud” para “meditar un poco más en mi propia alma en vez de la de otra persona”.

Cuando participamos en asuntos de la sociedad, la mente de una persona a menudo se ocupa con asuntos de actualidad y conversaciones triviales, añadió.

“Pero cuando estamos solos, esos son momentos para hacer una evaluación del carácter. Es cuando piensas en quién eres en realidad y qué es lo que de verdad importa”. “Estar tranquilo, estar solo contigo mismo, es un ejercicio aleccionador. La pregunta obvia es: ¿Te gusta la compañía que tienes cuando eres el único en la sala?”

“Mucho por lo que animarse”

El élder Holland dijo que los Santos de los Últimos Días pueden aprender mucho al volver la vista hacia la confusión del pasado. Uno de esos momentos en la Iglesia fue “mucho más desgarrador que cualquier cosa que enfrentamos ahora”.

Los Santos de los Últimos Días, tanto en Kirtland, Ohio, como en el condado de Jackson, Misuri, sufrían gran persecución. La apostasía comenzaba en el primer lugar mencionado y las turbas habían expulsado a los santos de sus casas en el segundo. En ambos lugares, los miembros habían perdido hogares, granjas, ganado y posesiones personales.

En esa miserable situación, el Señor les envió un mensaje en una revelación dada a José Smith en Kirtland, del 16 al 17 de diciembre de 1833:

“Consuélense, pues, vuestros corazones en lo concerniente a Sion, porque toda carne está en mis manos; quedaos tranquilos y sabed que yo soy Dios.

“Sion no será quitada de su lugar […].

“… volverán a sus heredades, ellos y sus hijos, con cantos de gozo sempiterno” (Doctrina y Convenios 101:16–18).

¿“Cantos de gozo sempiterno” en medio de tal tribulación? “¡Sí! Y ¿por qué no? Hay mucho de qué alegrarse al purificar nuestra fe, confiar más en el Señor y ver el milagro de Su liberación”, dijo el élder Holland.

Hay repetidas declaraciones en las Escrituras en donde tenemos las promesas del Señor de que Él “estará con nosotros en todas nuestras circunstancias, buenas, malas y de otro tipo”. Por ejemplo, Alma dijo: “… he sido sostenido en tribulaciones […] de todas clases, sí, y en todo género de aflicciones; […] pongo mi confianza en él, y todavía me librará”(Alma 36:27).

Ese consuelo puede ser una fuente de esperanza y aliento, declaró el élder Holland. “Pase lo que pase, nunca seremos separados del amor y de la compañía del Salvador, incluso si no lo reconocemos en ese momento”.

“Al Espíritu no lo obstruye un virus, ni las fronteras nacionales, ni las predicciones médicas […]. Hay “dones del cielo que no quedan restringidos por los problemas que hay en la tierra ni las enfermedades en el aire […]. Él, que creó este mundo maravilloso en el que vivimos, puede decir a cualquiera de los elementos: ‘Hasta aquí y no más allá’ […]. Eso es lo que Él dirá a esta peste que afrontamos. Ante la presencia de Su Majestad, aun las creaciones de tamaño subatómico deben inclinarse —aunque solo sea en sentido figurado— y cada una debe confesar en su propia manera, que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, el gran Redentor de todos. Bajo la dirección de Su Padre, el Salvador está a cargo del destino del mundo. Nos hallamos en manos muy seguras y amorosas”.

Nota

  1. Ralph Waldo Emerson, “Oda a W. H. Channing” en Del amanecer a la decadencia, de Jacques Barzum (2001), pág. 823.