2011
Finalmente hallé una Iglesia
Marzo 2011


Finalmente hallé una Iglesia

Barbara De Giglio, Lombardía, Italia

Durante la mayor parte de mi vida sentí un vacío y anhelé algo firme a lo que aferrarme. Supuse que lo que estaba buscando podría hallarse en una iglesia, de modo que desde que era muy joven investigué varias religiones y filosofías. Muchas de ellas eran buenas y las integraban buenas personas; algunas eran extrañas y no ofrecían nada que se asemejara a lo que yo buscaba.

Después de muchos años de búsqueda, me cansé de hacerlo y me desalenté, de modo que me di por vencida. Decidí establecer una relación con Dios por mi cuenta y mantenerme alejada de la religión organizada.

Algún tiempo después de haber tomado esa decisión, estaba viendo un programa de televisión que se centraba en la espiritualidad. El presentador del programa estaba entrevistando a una familia Santo de los Últimos Días. Al escuchar a esa familia, sentí el amor y la fe firme que por tanto tiempo había estaba buscando. También me asombró saber que los Santos de los Últimos Días ponen gran énfasis en la familia. Tal vez investigaría sólo una iglesia más.

En la parte inferior de la pantalla del televisor había un número telefónico de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días de la zona de Milán. Llamé y hablé con algunos miembros en el centro de estaca, quienes hicieron arreglos para que los misioneros me llamaran.

Era una época particularmente ocupada para mí, así que cuando los misioneros llamaron para concertar una cita, les pregunté si podía llamarlos dentro de algunas semanas, después de que las cosas se hubieran calmado. Estuvieron de acuerdo y me dieron el número telefónico de la presidenta de la Sociedad de Socorro local, quien me llamó e invitó a asistir a la Iglesia el domingo; fui y me encantó todo lo que había allí: las clases, las personas y el espíritu. Salí sintiéndome muy feliz.

Asistí a la Iglesia todos los domingos durante los dos meses siguientes. Luego, en octubre de 2008, me bauticé. Mi búsqueda no sólo había terminado; se había completado. Ya no sentía el ansia ni el anhelo que una vez había sentido.

Estoy inmensamente agradecida por haber hallado la verdad, pero de cierta manera estoy triste porque me tomó tanto tiempo encontrar el evangelio de Jesucristo. No obstante, estoy agradecida por las experiencias que tuve durante mi búsqueda. Debido a que busqué en tantos otros sitios, me siento sumamente contenta al saber que he encontrado el lugar correcto, el lugar al que pertenezco.

Decidí establecer una relación con Dios por mi cuenta y mantenerme alejada de la religión organizada. No obstante, algún tiempo después de haber tomado esa decisión, vi que entrevistaban por televisión a una familia Santo de los Últimos Días.