2009
¡Nunca más haré visitas de orientación familiar!
Agosto 2009


¡Nunca más haré visitas de orientación familiar!

Christine Francom, California, E.U.A.

Mi hijo de quince años se sentía entusiasmado por las muchas cosas que lo mantenían ocupado: amigos, patinetes, automóviles y su licencia [carnet] de conducir de principiante. Lo que no lo entusiasmaba eran sus responsabilidades como maestro orientador.

Un domingo se me cayó el alma a los pies cuando dijo: “La orientación familiar es una pérdida de tiempo; voy a llamar al asesor y decirle que tendrá que buscarse a otra persona porque ¡nunca más haré visitas de orientación familiar!”.

No obstante, antes de que pudiera encontrar el nombre de su asesor del sacerdocio en el directorio del barrio, sonó el teléfono. Era su nuevo compañero de orientación familiar, el hermano Bernd Suckow, que hablaba con un marcado acento alemán.

“Toby, pasaré a recogerte ahora mismo”, dijo. “Eres mi nuevo compañero, y pensé que podríamos hacer unas visitas. ¿De acuerdo? Bien, hasta luego”.

El hermano Suckow sintió la inspiración de no esperar una respuesta, o supuso que el silencio sorpresivo de Toby equivalía a consentimiento. Lo cierto es que diez minutos más tarde alguien tocó a la puerta. Antes de que Toby pudiera protestar, un efusivo hermano se lo llevó afuera y le colocó un juego de llaves en la mano.

“¿Te llamas Toby? Encantado de conocerte”, dijo el hermano Suckow. “Toby, hoy es el día de reposo, y yo me dedico profesionalmente a probar automóviles. Considero que no es bueno que yo los maneje en el día de reposo, ya que es mi profesión. ¿Podrías ayudarme? ¿Tienes licencia de conducir? ¿Podrías manejar a nuestras citas de orientación familiar?”

Toby se quedó con la boca abierta cuando vio el flamante automóvil deportivo último modelo que el hermano Suckow estaba probando aquella semana. No tardó en darse cuenta de que había estado a punto de perderse de algo que prometía ser una memorable asignación de orientación familiar.

Cuando regresaron un rato más tarde, Toby le enseñó al hermano Suckow su nuevo equipo de computadora, y no tardaron en comenzar a hablar de los últimos avances de la tecnología. A la hora de marcharse, el hermano Suckow dijo: “Creo que sería bueno si termináramos las visitas de orientación familiar el domingo que viene. ¿Qué te parece, Toby?”

El hermanito de Toby se apresuró a decir: “¿Puedo ser maestro orientador yo también?”

Toby nunca vacilaba cuando llegaba el momento de ir a hacer las visitas de orientación familiar con el hermano Suckow. Unos meses más tarde, la orientación familiar ya no significaba los impresionantes autos que tenía la oportunidad de manejar; más bien, el hermano Suckow se había convertido en un verdadero amigo, y Toby se dio cuenta de lo importante que era la orientación familiar para las familias a las que visitaban.

Con el tiempo, el hermano Suckow y su esposa, Barbara, regresaron a Alemania. Nuestra estaca los echa mucho de menos. Nunca olvidaré el poderoso ejemplo de amor del hermano Suckow por un jovencito cuyo testimonio de la orientación familiar necesitaba un empujoncito.