Historia de la Iglesia
“Ahora el mormonismo lo es todo para mí en este mundo”


“Ahora el mormonismo lo es todo para mí en este mundo”

En París, los misioneros dedicaban su tiempo a traducir el Libro de Mormón al francés, predicar sermones de vez en cuando y reunirse con parisinos que sentían curiosidad acerca de la nueva religión. A mediados del verano de 1850, John Taylor y Curtis Bolton pasaron por las oficinas de Le Populaire, el periódico de Étienne Cabet, fundador del movimiento comunitario icariano. Allí conocieron a un carismático editor que se hacía llamar Louis Alphonse Bertrand.

Bertrand, de cuarenta y dos años de edad, era un hombre idealista que había pasado gran parte de su vida en la búsqueda de aventura y libertad. Nacido como Jean-François Élie Flandin, adoptó el nombre de Louis Bertrand cuando él se radicalizó políticamente, a fin de proteger a su familia. Durante la Revolución de 1848, Bertrand fue miembro del consejo de ciudadanos y más tarde prestó servicio como editor político de Le Populaire. Bertrand dijo haber quedado “impresionado por la importancia universal de la obra que [los misioneros] habían sido comisionados a introducir en Francia”. Fue bautizado junto a otras cinco personas el 1 de diciembre de 1850. Estos seis conversos llegaron a ser el núcleo de la primera rama en París.

Bertrand se convirtió en un ardiente defensor de la Iglesia en Francia. Poco después de su bautismo, fue despedido de su cargo en Le Populaire y comenzó a ayudar a Curtis Bolton en la producción de L’Étoile du Déséret (La Estrella de Deseret), la publicación de la Iglesia en francés, y en la traducción del Libro de Mormón a ese idioma. A principios de 1851, John Taylor se vio obligado a huir del país tras publicar un folleto titulado: “El Reino de Dios”, que fue catalogado como políticamente sedicioso. Como resultado de ello, las actividades proselitistas de los misioneros fueron restringidas severamente y vigiladas de cerca.

Durante los trece años que siguieron, Bertrand sirvió varias veces como presidente de la misión en Francia. En 1855, tras ser expulsado por el gobierno a causa de sus actividades proselitistas, Bertrand emigró a Salt Lake City. En Utah llegó a ser hombre de confianza de Brigham Young, un firme defensor de la industria de gusanos de seda y un corresponsal para Deseret News.

“Ahora el mormonismo —escribió Bertrand a Brigham Young—, lo es todo para mí en este mundo”. Después de su traslado a Utah, Bertrand regresó ocasionalmente a Francia para compartir el mensaje del Evangelio restaurado con sus compatriotas. En 1864, después de serle denegadas varias solicitudes de permiso oficial para predicar en Francia, Young le indicó a Bertrand que regresara a Utah. Nunca más volvió a Francia. A pesar de su falta de éxito misional, Bertrand mantuvo su devoción hacia su país natal, y declaró: “Yo no sería un digno Santo de los Últimos Días si, estando cerca o lejos, cesara de amar a mi tierra natal, ¡un país como Francia!”.

Tras la partida de Bertrand, la misión languideció y, con el tiempo, fue cerrada. Las misiones Belga, Suiza y de los Países Bajos llevaron a cabo algunos intentos para hacer proselitismo en Francia; sin embargo, ninguno logró que se consolidara una presencia duradera.