2022
Compartir mi fe con mi terapeuta
Febrero de 2022


“Compartir mi fe con mi terapeuta”, Para la Fortaleza de la Juventud, febrero de 2022.

El lema y yo

Los jóvenes comparten la manera en que viven las palabras de los lemas de las Mujeres Jóvenes y de los cuórums del Sacerdocio Aarónico.

Compartir mi fe con mi terapeuta

“Ayudaré a preparar el mundo para el regreso del Salvador invitando a todos a venir a Cristo y a recibir las bendiciones de Su expiación”.

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Fotografía cortesía de Ethan Trujillo

Tengo ansiedad, así que voy a terapia cada semana. En las primeras sesiones, evité hablarle a mi terapeuta acerca de mis creencias. He sido víctima de acoso por ser diferente y tenía miedo de ser vulnerable otra vez.

Sin embargo, en enero pasado, mi papá viajó desde California a Nuevo México, EE. UU., para ordenarme al oficio de maestro. Mis padres están divorciados, así que mi terapeuta se preguntaba por qué mi papá recorrería 1600 kilómetros (1000 millas) para vernos a mí y a mis hermanos por tan solo un par de días.

Pensé: “¡Bueno, aquí va!”. Le expliqué que mi papá me ordenó al sacerdocio y lo especial que eso es.

¡Eso fue solo el principio! Comenzamos a hablar de forma más abierta acerca de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Me enteré de que ella tiene parientes que son miembros de la Iglesia y me contó que el escuchar acerca de mis creencias y experiencias la ayudaba a comprender mejor la Iglesia.

Esto no ha dado lugar a una historia asombrosa de conversión; mi terapeuta no está interesada en unirse a la Iglesia, pero lo importante para mí es que el hablar con ella me ha dado confianza para no quedarme callado acerca de lo que creo.

Solía tener miedo de hablar de religión, pero con mucha práctica ahora puedo ir directo al tema. No tengo duda de que el Padre Celestial tiene una obra para mí. Quizás mi obra sea diferente de lo que otras personas estén haciendo, pero ¿quién más puede compartir el Evangelio con las personas que conozco, como mi terapeuta? Esa es mi obra.

A todos se nos puso en la tierra para que aprendiéramos y nos desarrolláramos. Podemos ser las manos del Padre Celestial al amar a otras personas y plantar pequeñas semillas del Evangelio en sus corazones. Así que, cuando surge alguna oportunidad misional, la aprovecho, porque siento el Espíritu conmigo y disfruto cada minuto.

El autor vive en Nuevo México, EE. UU.