Devocionales de Navidad
Ha nacido Cristo, nuestro Salvador


Ha nacido Cristo, nuestro Salvador

Devocional de Navidad de 2023 de la Primera Presidencia

Domingo 3 de diciembre de 2023

Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz Navidad!

Estamos agradecidos por reunirnos con nuestra amada Primera Presidencia en este devocional de Navidad. Dondequiera que se encuentren en esta temporada navideña, les deseamos que sientan el amor de Dios al honrar a Jesucristo como el punto central de la Navidad.

La Navidad es una época de música, olores y sabores, expectación y generosidad. Un tiempo de reunión, vivamos cerca o lejos.

A menudo, la Navidad se convierte en Navidad cuando llevamos silenciosamente la alegría navideña a otras personas. Muchas familias actúan como substituto de Papá Noel. Muchas personas iluminan el mundo con la luz de Cristo.

Un recuerdo navideño que se rememora es un recuerdo navideño que se renueva. Con el tiempo, los recuerdos navideños se convierten en tradiciones, que pueden profundizar nuestro amor por Jesucristo, el Cordero de Dios, el Hijo del Eterno Padre, el Salvador del mundo1.

Si tienen recuerdos navideños favoritos, deseo que los disfruten con gozo esta temporada. Si todavía están creando sus tradiciones navideñas, ruego que estas profundicen su amor por Jesucristo y los bendigan cada año.

Permítanme compartir tres tradiciones navideñas favoritas de la familia Gong.

En primer lugar, cada año, a la hermana Gong y a mí nos encanta volver a ver los adornos navideños que cuentan la historia de nuestra familia.

Cuando estábamos recién casados, la hermana Gong y yo estudiábamos un posgrado en Inglaterra. Vivíamos en un pequeño apartamento con un ajustado presupuesto de estudiante. Contamos cada moneda antes de comprar un escuálido arbolito de Navidad por el que hasta Charlie Brown habría sentido lástima.

La hermana Gong, siempre creativa, utilizó pinzas de ropa para hacer pequeños adornos de soldaditos británicos para nuestro árbol de Navidad. A cada uno le puso un gorro negro de lana y una sonrisa.

Desde hace cuarenta y tres años, esos soldados británicos, hechos con pinzas de ropa, se han mantenido en posición de firmes en nuestro árbol de Navidad. Nos recuerdan nuestra primera Navidad de casados, lejos de casa, así como cada una de las Navidades siguientes.

La familia de nuestro hijo hizo esos “muñequitos” con pinzas de ropa. Representan misioneros alrededor del mundo. ¿Pueden ver sus sonrisas? ¿Sus trajes internacionales? ¿Sus placas de identificación? Me dicen que hicieron uno que se parece a mí.

Nuestros adornos navideños renuevan cálidos recuerdos de amigos y experiencias en muchos lugares. El feliz y diverso desfile de recuerdos navideños de cada año nos hace sonreír.

El profeta Alma testifica que la tierra y su movimiento regular indican que hay un Dios. La Navidad marca un punto familiar en el ciclo anual de 365 días y un cuarto de la Tierra alrededor del Sol. Conforme esa rotación anual nos devuelve a una atesorada temporada navideña cada año, pienso en lo que el autor E. B. White escribió sobre “El anillo del tiempo”2.

Él sugiere que solo con la experiencia comprendemos que “el tiempo no se mueve realmente en círculos”. El anillo del tiempo puede parecer “perfectamente formado, inmutable, predecible, sin principio ni fin”. Pero solo cuando somos jóvenes imaginamos que podemos dar una vuelta completa y acabar igual de viejos que cuando empezamos.

Para mí, el hecho de llegar a cada Navidad de algún modo igual y a la vez diferente nos indica cómo el tiempo (y el espacio) pueden ser simultáneamente lineales y circulares; y cómo un “sendero estrecho y angosto”3 y “un giro eterno”4 pueden ser descripciones complementarias de una realidad del convenio centrada en un Cristo niño, nacido en Belén.

De esta manera, para mí, parte de la magia de la Navidad consiste en ser un niño y un adulto al mismo tiempo. Nos deleitamos como adultos en lo que ahora deleita al niño que una vez fuimos. Y nos deleitamos con un niño mientras creamos y recreamos recuerdos y tradiciones juntos.

Una segunda tradición navideña favorita de la familia Gong es exponer nuestros pesebres o nacimientos, representaciones del nacimiento del Santo Niño Jesús.

¿No les encanta cómo los nacimientos se centran en Jesucristo y nos invitan a hacer lo mismo? Como dijo un misionero que ha regresado recientemente: “Antes de mi misión, Jesucristo era parte de mi vida. Ahora Él es mi vida”.

Nuestros nacimientos vienen en todos los tamaños y escenarios imaginables, hechos de todos los materiales imaginables, provenientes de todos los lugares imaginables. Cada nacimiento da testimonio de Jesucristo y de Su bendición a toda nación, tribu, lengua y pueblo.

Nos encanta que los hijos de Dios en todas partes representen al Niño Jesús, a María, a José, a los magos, a los pastores y a los animales con ambientaciones, características y detalles que son familiares y cercanos. Estos nacimientos también nos recuerdan que Dios ama a todos Sus hijos; vemos el amor de Dios en las características de nuestros pesebres y nacimientos, vengan de donde vengan.

Una tercera tradición favorita de la familia Gong, además de leer juntos los relatos de las Escrituras sobre el nacimiento de nuestro Salvador, es leer en familia Un cuento de Navidad, de Charles Dickens.

Si me pongo una bufanda y un sombrero de copa, ¿pueden imaginarme, por un momento, como Ebenezer Scrooge en Un cuento de Navidad?

Algunos años, nuestra familia lee Un cuento de Navidad de principio a fin. Le movemos al chocolate caliente con los bastones de caramelo y nos reímos con las referencias a “Norfolk biffins” (manzanas asadas de Norfolk) y al “smoking bishop” (un ponche). Nos estremecemos cuando el fantasma de Jacob Marley hace sonar sus cadenas. Nos reconforta cómo los espíritus de las Navidades pasadas, presentes y futuras ayudan a Ebenezer Scrooge a convertirse en un hombre nuevo.

Algunos años, nuestra familia lee una versión acortada de Un cuento de Navidad que nuestro hijo y nuestra nuera resumieron para adaptarse a los miembros más jóvenes de la familia que les cuesta más trabajo mantenerse concertados.

Y otros años, con sonrisas y buen humor, leemos la versión rápida de Un cuento de Navidad. Contiene solo dos líneas: “Bah, paparruchas” y “Dios nos bendiga a todos”.

Charles Dickens comenzó a escribir Un cuento de Navidad en octubre y terminó a principios de diciembre de 1843, un período de solo seis semanas. La primera tirada de 6000 ejemplares se publicó en Londres el 19 de diciembre de 1843. Para Nochebuena se había agotado.

Quienes documentan los antecedentes de Un cuento de Navidad explican que Charles Dickens escribía en un momento en que la Inglaterra victoriana estaba reconsiderando el significado de la Navidad. ¿Qué papel podían o debían desempeñar en la sociedad la Navidad, los árboles de Navidad, las felicitaciones navideñas, las reuniones familiares navideñas, las tarjetas de Navidad e incluso los villancicos?

En un tiempo en el que muchos se sentían inquietos, aislados y solos, Un cuento de Navidad de Dickens trató el profundo anhelo de amistad, amor y valores cristianos, de la misma manera en que Ebenezer Scrooge encontró paz y sanación para su pasado, presente y futuro.

Entonces, como ahora, el verdadero significado de la Navidad nos acerca a Jesucristo, nacido como un bebé, en un pesebre. Jesucristo sabe, según la carne, cómo socorrernos con entrañas llenas de misericordia. Entonces, como ahora, la Navidad celebra la pertenencia a un convenio, la comunión y la comunidad en Jesucristo y entre nosotros.

Permítanme hacer una pregunta diferente sobre Un cuento de Navidad. ¿Por qué, cuando pensamos en Scrooge, pensamos principalmente en un viejo avaro gruñón, alguien que se burla de la Navidad como una gran paparrucha?

¿Por qué no reconocemos más al nuevo Scrooge? ¿El nuevo Scrooge, que generosamente envía el mejor pavo como sorpresa navideña? ¿El nuevo Scrooge, que se reconcilia con su alegre sobrino, Freddie? ¿El nuevo Scrooge, que le aumenta el salario a Bob Cratchit y se preocupa por el pequeño Tim?

Que se burlen los escépticos. El nuevo Scrooge “lo hizo todo, y muchísimo más”. Se convirtió en tan buen hombre y tan buen amigo que el buen viejo mundo conoció.

Entonces, ¿por qué no recordamos a ese Sr. Scrooge? ¿Hay personas a nuestro alrededor, quizás nosotros mismos, que podrían ser una persona diferente si solo dejáramos de encasillarlas o categorizarlas como su viejo yo?

Ninguna persona ni ninguna familia es perfecta. Cada uno de nosotros tiene debilidades y faltas, cosas que desearíamos hacer mejor. Esta Navidad, quizás podamos recibir, y ofrecer, los preciosos dones de Jesucristo de cambio y arrepentimiento, de perdón y olvido, y de dar esos dones a los demás y a nosotros mismos.

Hagamos las paces con el año pasado. Dejemos ir la angustia y el ruido emocionales, las fricciones y las molestias que desordenan nuestra vida. Otorguémonos unos a otros nuestras nuevas posibilidades en lugar de enfocarnos en nuestras limitaciones pasadas. Demos al nuevo Scrooge que está en cada uno de nosotros la oportunidad de cambiar.

Nuestro Salvador vino en Navidad para liberar a los cautivos, y no solo a aquellos en prisión. Él puede liberarnos de los fantasmas de nuestro pasado y desligarnos de las cadenas y remordimientos de nuestros pecados y los de los demás. Él puede redimirnos de nuestro ser egoísta y egocéntrico mediante el renacimiento en Él.

“Que os ha nacido hoy […] un Salvador, que es CRISTO el Señor”5.

¡Feliz Navidad!

Que sus tradiciones y recuerdos navideños sean alegres y brillantes.

Que nos regocijemos en Jesucristo, en Navidad y todos los días.

Con gozo testifico de Él en Su sagrado y santo nombre, Jesucristo. Amén.