Devocionales de Navidad
Cristo nació para salvar


Cristo nació para salvar

Devocional de Navidad de 2023 de la Primera Presidencia

Domingo 3 de diciembre de 2023

Me encanta la Navidad. El relato de las Escrituras, la música y los sentimientos de buena voluntad y generosidad parecen inundar gran parte de la tierra durante este tiempo sagrado.

En el transcurso de los años, mi esposa y yo hemos estado en varios países durante la época navideña. Nos ha encantado ver las diversas costumbres y las distintas maneras en que se celebra la Navidad. Pensar en esas experiencias me ha ayudado a darme cuenta de que la Navidad es para todas las personas. Es para los hijos, los padres, los abuelos, los tíos y los primos. Es para las personas cuya vida pasa sin contratiempos y para aquellas que sobrellevan una enfermedad, las que viven en la pobreza y las que afrontan pruebas. Es para quienes sufren los horrores de la guerra y para quienes viven en condiciones de paz y prosperidad. Es para quienes tratan de seguir al Salvador, para quienes nunca han oído Su nombre, e incluso para quienes lo rechazan. También es para quienes vivieron antes de que Él naciera. ¡La Navidad es para todas las personas!

La Navidad es para todas las personas porque Dios envió a Su hijo para todos y para cada uno de nosotros1. “Porque un niño nos es nacido”2.

Gracias a que el Salvador nació, que vivió una vida libre de pecado, que efectuó la Expiación por nosotros y que resucitó, todos recibimos el grandioso don de la Resurrección de entre los muertos. A ningún alma que haya vivido en la tierra se le priva de este extraordinario don. Además de ese don, las “cosas que ojo no vio, ni oído oyó […], son las que Dios ha preparado para aquellos que le aman”3.

Sin importar el período de tiempo ni las circunstancias, el nacimiento del Salvador siempre ha sido motivo de regocijo. Vino a ofrecer a cada uno de los hijos del Padre Celestial “la paz en este mundo, y la vida eterna en el mundo venidero”4.

Desde el tiempo de Adán y Eva, las personas rectas han anhelado el nacimiento del Salvador, quien hace posible el cumplimiento del plan del Padre para Sus hijos5. Isaías y Nefi profetizaron sobre Su nacimiento en el contexto de Su misión6. Su nacimiento no se puede separar de la razón por la que Él vino a la tierra.

Piensen en Ana y Simeón, quienes vieron al Niño Jesús y se dieron cuenta de que ese bebé era la “luz para revelación”7 que iluminaría a todo el mundo, y la esperanza de la redención8. No es de extrañar que el ángel haya denominado el mensaje “nuevas de gran gozo, que serán para todo el pueblo”9. Nos regocijamos con el nacimiento de cualquier bebé, pero este nacimiento y este bebé eran diferentes.

Jesucristo, la Luz y la Vida del mundo, nació como un pequeño bebé en un humilde establo y, sin embargo, una nueva estrella señaló Su nacimiento. El Libro de Mormón relata un acontecimiento impresionante: un día, una noche y un día sin oscuridad que señalaron Su venida. Esas señales milagrosas se dieron para proclamar el advenimiento de la Luz del mundo10 que nos libraría de la oscuridad del pecado y de la muerte. Podemos ayudar a compartir Su luz con el mundo.

En la época navideña, incluso los niños pequeños pueden sentir la influencia y el efecto del amor de nuestro Salvador. Hace varios años, una de nuestras hijas, Sonja, escribió sobre una conversación que tuvo con su hijo de cinco años.

“Andrew me dijo esta noche, mientras lo llevaba a la cama: ‘El próximo año no me voy a centrar tanto en los regalos, sino que me voy a centrar en lo que yo le doy a Jesús’. Le pregunté de dónde había sacado esa idea y me dijo que de su maestra de la Primaria. ¡Bravo por la Primaria!”11.

Sí, ¡bravo por la Primaria! Ahora, catorce años después, Andrew está sirviendo en una misión y está pasando esta época navideña dando el mensaje de Jesucristo a los demás. Hace poco escribió: “Jesús nos lo ha dado todo […] [y] tomará sobre sí todos nuestros pecados. Esa es la razón por la que estoy aquí en la misión”12.

La temporada navideña es un tiempo especial para pensar en dar lo que es más importante. Podemos ayudar a otras personas a percibir el “sentimiento de esperanza”13 que resulta de llegar a conocer al Salvador y de ofrecerle nuestros corazones.

Nuestra hija Alisa murió de cáncer hace varios años y me encanta su perspectiva sobre la Navidad, aun cuando afrontaba un desalentador pronóstico de salud. Un año, ella escribió:

“Recibí una sorpresa para Navidad. Una enorme sorpresa. […] Recibí un correo electrónico justo antes de Navidad del enfermero de la oficina de mi oncólogo, que decía: ‘Feliz Navidad. El análisis de su tumor muestra una mutación [genética específica]’. […] ¿Qué significa eso para mí? Se ha aprobado […] un medicamento […] que interfiere con las vías de señalización de las células cancerosas [para algunos que tienen esa mutación]. No es una cura, sino un medicamento milagroso que puede encoger […] los tumores rápidamente […]. Desafortunadamente, con el tiempo el cuerpo encuentra la manera de combatirlo y el cáncer regresa. […] Pero sentí que alguien acababa de darme más meses de vida. ¿Y qué podría significar eso? […] ¿Un verano más? ¿Otra temporada navideña con mis niños? Lloré cuando abrí el correo y agradecí a Dios por la mejor sorpresa que he recibido”14.

Alisa sí tuvo más tiempo preciado con su familia. Relató una experiencia que tuvo su familia cuando dejaron a la puerta de un vecino un regalo de Navidad anónimo. La cual ilustra que cada detalle de dar regalos puede no ser siempre perfecto. Ella escribió:

“Dejamos un regalo […] secreto la otra noche. Los niños planificaron sus mejores tácticas para escapar y esconderse.

“‘En caso de que nos vean […]’ —dijo Sam seriamente, y los otros dos se acercaron nerviosos para escuchar—, ‘es mejor que tengamos algunas bolas de nieve en las manos’”.

“James comprendió. ‘Sí, sí. ¿Para darle a la puerta para que se cierre?’.

“‘No’, [respondió Sam], ‘para darle en la cara’”15.

Alisa tuvo una conversación más tierna con su hijo menor, Luke, quien tenía seis años en ese tiempo. Ella escribió:

“Esta noche, al estar tendidos en su cama iluminada por las guirnaldas de luces de colores sobre su ventana, le pregunté: ‘¿Qué quieres pedir [para Navidad]?’.

“‘Bueno, se me ocurre algo’.

“‘¿Sí?’.

“‘Es algo para todas las temporadas’.

“‘¿Sí?’.

“Pausa dramática. ‘Un abrazo y un beso de mami’.

“Eso mereció darle al instante cien besos pequeños y grandes abrazos de oso. ‘¡Luke, esos puedes tenerlos en cualquier momento!’.

“Pero al salir por la puerta se me encogió un poco el corazón. Supongo que eso no es necesariamente cierto. Me siento muy agradecida de que este año él pueda tener eso y también regalos”16.

Me sentí particularmente impresionado por los pensamientos de Alisa sobre la esperanza que conlleva la Navidad. Ella escribió:

“En esta temporada me ha cautivado la esperanza. Al pensar en el milagro de Cristo y en los muchos dones de Dios, albergo esperanza en todo y en todas las personas. No necesariamente el tipo de esperanza de que todo será perfecto, sino de que todo va a estar bien y que al final la bondad prevalece en la vida de todos nosotros. Creo que nunca es demasiado tarde para los milagros, para el cambio, para la paz. Realmente lo creo muy dentro de mí y en cada partícula de mi ser. Admitiré que es más fácil albergar esperanza por los demás y más difícil aplicarla a mí misma, pero estoy aprendiendo. ‘Creerlo todo, esperarlo todo, sufrir todas las cosas’. Es sencillo y hermoso”.

Hablando de su hijo, continuó: “En Nochebuena, James tocó [una canción de Navidad] para mí [y me] encanta la letra de esa canción:

Buenos cristianos, regocíjense

con el corazón, el alma y la voz;

ya no deben temerle a la tumba:

¡Paz! ¡Paz!

¡Jesucristo nació para salvar!

Llama a uno y llama a todos

a volver a Su hogar eterno:

¡Cristo nació para salvar!

¡Cristo nació para salvar!”17.

Él nació para salvar. Para salvarlos a ustedes y para salvarme a mí. Es un don incomparable que solo Él puede dar. Independientemente de nuestra condición actual, ruego que percibamos Sus dones más plenamente en nuestra vida durante esta época navideña.

En el nombre de Jesucristo. Amén.