Cuando David estaba sirviendo en una misión en Alemania, él y su entrenador enseñaron a una mujer mayor que tenía dificultades para leer las Escrituras. Daba respuestas breves a sus preguntas y ellos no sabían si realmente entendía algo. Sin embargo, se sintieron inspirados a seguir adelante y ¡en la siguiente lección, les dijo que quería bautizarse!
“No conocíamos su corazón, pero Dios sí”, dice David. “Me alegro de que nos sintiéramos inspirados a seguir enseñándole”.
Cualquier persona puede escoger venir a Jesucristo, hacer convenios con el Padre Celestial y seguir Sus sendas. No podemos limitarnos a ver las características exteriores de alguien y pensar que no se ajusta al “tipo adecuado” para el Evangelio.
Cuando Él bendice a Sus hijos, Dios no muestra favoritismos según la nacionalidad, la raza, el sexo, las riquezas, la formación académica, la capacidad, la apariencia ni ninguna otra diferencia que divida a las personas. Él no ve un conjunto de etiquetas, ve a una persona: Su hijo. Y así es como debemos ver a cada persona, como un hijo o una hija amados del Padre Celestial. Él quiere que todos decidan venir a Él.
Lee “Recoge, no esparzas” en la revista Para la Fortaleza de la Juventud de julio de 2023 para aprender más acerca de cómo Dios ve a Sus hijos (incluso algunos pensamientos interesantes sobre la historia de Pedro y Cornelio).