Oración dedicatoria

Templo de Santiago, Chile, 12 de marzo de 2006

Oh Dios nuestro Padre Eterno, con reverencia nos inclinamos ante Ti en esta sagrada y solemne ocasión. Venimos ante Ti en el nombre de Tu Hijo Amado, nuestro Redentor, el Señor Jesucristo.

Hace veintidós años y medio, dedicamos y consagramos ésta, Tu santa casa. Durante esos años, una obra grande y maravillosa se ha llevado a cabo aquí. Millares han recibido las bendiciones y las ordenanzas que se brindan en Tus templos. Grandes números de los que están al otro lado del velo de la muerte han venido a ser los beneficiarios de las sagradas ordenanzas de la casa del Señor. Se han efectuado bautismos vicariamente por los muertos a fin de que puedan seguir adelante por el camino que conduce a “la inmortalidad y la vida eterna”.

Todo eso se ha realizado conforme a las revelaciones dadas a Tu instrumento escogido, es decir, el profeta José Smith.

Esta sagrada casa ha sido renovada, redecorada y ampliada, y se ha hecho más hermosa y adecuada para los fines para los que fue prevista.

Actuando en el nombre de Jesucristo, y con la autoridad del santo sacerdocio que se nos ha conferido, dedicamos, rededicamos y consagramos a Ti, nuestro Padre y nuestro Dios, y a Tu Hijo Amado, nuestro Salvador y Redentor, éste, el Templo de Santiago, Chile, de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Rededicamos el terreno sobre el cual se encuentra junto con la hermosa vegetación que lo adorna. Dedicamos y rededicamos el edificio con todas las paredes, las salas y las instalaciones, y con todo el mobiliario y el equipo que son parte de él, desde los cimientos hasta el coronamiento que es la estatua de Moroni.

Dedicamos el bello y nuevo baptisterio que realza en tan gran medida la función y el propósito de ésta, Tu santa casa y la realización de Tu obra por Tus hijos de todas las generaciones.

Todo esto se ha hecho posible con la consagración de Tus santos fieles de todo el mundo. Bendícelos por su explícito amor por Ti al observar la sagrada ley del diezmo. Abre las ventanas de los cielos y derrama bendiciones sobre ellos como Tú has prometido. Bendícelos para que nunca pierdan lo que han dado, antes bien, para que se complazcan en los frutos de Tu generosidad para con ellos.

Vela por ésta, Tu sagrada casa, Te suplicamos; que ninguna mano envilecida la profane en modo alguno; que se mantenga firme cuando los elementos se estrellen contra ella. Protégela de los temblores de la tierra. Imploramos que sea un lugar de refugio adonde Tus santos vengan y hallen paz mientras estén en comunión contigo.

Bendice Tu obra en esta gran nación de Chile. Suplicamos que sus ciudadanos disfruten de las bendiciones de la libertad. Rogamos que Tu obra crezca en fortaleza y en poder, así como en tamaño y en dimensión. Imploramos que las estacas de Sión sean halladas por todas partes en el país desde el extremo sur hasta el extremo norte.

Ahora bien, amado Padre, rogamos por Tus santos fieles. Que haya paz y amor en los hogares de los de Tu pueblo. Que sus hijos crezcan con rectitud ante Ti y con amor por Ti y por Tu Hijo. Suplicamos que Tus bendiciones descansen sobre todos los que tienen la responsabilidad de dirigir la obra de las misiones, de las estacas, de los distritos y de las ramas.

Recordamos ante Ti a Tu siervo que está con nosotros hoy día; él ha envejecido; fortalécelo en el cuerpo y en la mente. Dale sabiduría y revelación, y bendice a sus colaboradores entre las Autoridades Generales de la Iglesia.

Y, amado Padre, bendice a todos los que Te aman y Te sirven en toda la tierra. Suplicamos que Tu obra crezca y prospere en todas partes donde está establecida. Imploramos que los de Tu pueblo vivan juntos con aprecio y con respeto los unos para con los otros. Que andemos con fe ante Ti, buscando hacer Tu voluntad y guardando Tus mandamientos, rogamos humildemente, en el sagrado nombre de nuestro Redentor, Tu Hijo Amado, el Señor Emanuel, sí, Jesucristo. Amén.