Oración dedicatoria

Templo de Colonia Juárez, Chihuahua, México, 6 de marzo de 1999

Oh Dios, nuestro Eterno Padre, Tú, el gran Elohim, a quien amamos y adoramos, nos presentamos ante Ti en solemne oración.

Nos hemos congregado en Tu casa para dedicarla a Ti y a Tu Hijo, el Señor Jesucristo.

Este es un día que Tus fieles santos en estas colonias de México han anhelado por mucho tiempo y por el que se sienten muy agradecidos.

Fue aquí, en el norte de México, que Tú revelaste la idea y el plan de un templo más pequeño, completo con todos los detalles necesarios, pero adaptado en tamaño a las necesidades y circunstancias de los miembros de la Iglesia de esta parte de Tu viña. Aquella revelación provino del deseo y de una súplica de ayudar a los de Tu pueblo de estas colonias, que han sido leales y fieles en el transcurso de más de un siglo que han vivido aquí. Ellos son merecedores de este sagrado edificio en el cual pueden obrar a favor de ellos mismos y de sus antepasados.

Por tanto, actuando con la autoridad del Santo Sacerdocio que se nos ha conferido, y en el nombre de Jesucristo, nuestro Señor y Maestro, dedicamos a Ti, y a Él, este Templo de Colonia Juárez, Chihuahua, de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Dedicamos el terreno sobre el cual se erige, con los arbustos, las flores y el césped, todo ello diseñado para embellecerlo. Dedicamos esta estructura desde sus bases hasta la figura de Moroni en lo alto de la aguja. Dedicamos todas las diversas instalaciones del templo, entre ellas la pila bautismal, los elementos para llevar a cabo las ordenanzas iniciatorias, las salas de ordenanzas y la sala de sellamientos con su altar sagrado. Dedicamos toda otra instalación que es parte de esta sagrada estructura.

Te suplicamos que aceptes esta, Tu Santa Casa, y que la santifiques y la bendigas. Te rogamos que la honres con Tu presencia y con la de Tu Hijo Amado. Es la Casa del Señor, descrita de esa manera en su fachada, donde lleva también el saludo: “Santidad al Señor”.

La presentamos a Ti y a Tu Hijo como la sagrada ofrenda de Tu pueblo agradecido. Agradecemos que hayas extendido, a nosotros, Tus favorecidos hijos e hijas, la oportunidad de utilizarlo para lograr Tus divinos propósitos. Reconocemos que venimos aquí como Tus invitados.

Nuestro corazón rebosa de gratitud, Amado Padre, por la restauración del Evangelio en esta, la dispensación del cumplimiento de los tiempos. En nuestro corazón abunda agradecimiento hacia el profeta José Smith, el instrumento en Tus manos para traer de nuevo a la tierra “la plenitud del sacerdocio”, la autoridad divina y todas las llaves pertenecientes a Tu santa obra. Esta es la era culminante de todas las otras dispensaciones, en la que Tú has restaurado Tu obra, la cual nunca más será quitada de la tierra.

Que Tu Santo Espíritu more aquí y que conmueva el corazón de todos aquellos que entren en este lugar. Bendice a los santos del distrito de este templo para que se hagan dignos de las bendiciones incomparables que aquí se pueden encontrar. Que acudan con frecuencia, vestidos de ropa blanca impecable, dejando de lado el estrés del mundo para concertar convenios solemnes contigo. Que ninguna cosa impura pase por las puertas de esta, Tu Santa Casa. Que todos los que vengan lleven en el corazón el conocimiento de que están a Tu servicio para llevar a cabo Tu obra.

Que esta hermosa estructura sea preservada de cualquier vandalismo o daño que manos malvadas pudieran causar. Que se mantenga a salvo de las tormentas y los estragos de la naturaleza. Que sea un lugar de santidad, y que sea considerado con reverencia y respeto, incluso por las personas de otras denominaciones.

Recordamos ante Ti a aquellos que hace más de un siglo vinieron aquí y establecieron estas y otras comunidades. Cuán fuerte trabajaron, cuán pesada fue su labor. Establecieron una Sion en esta parte de la tierra. Aquí construyeron centros de reuniones y escuelas; aquí establecieron sus hogares y sus granjas; hicieron que la tierra produjera cosechas, tal como una rosa que crece en el desierto.

Bendice a Tus santos para que continúen viviendo aquí sin ser molestados. Que vivan en paz y seguridad. Que sean prosperados conforme cultivan sus granjas y se dedican a sus vocaciones. Que los hijos e hijas del padre Lehi crezcan en fortaleza y en cumplimiento de las antiguas promesas que se hicieron en cuanto a ellos. Que haya paz constante entre las culturas y que moren juntos con amor y respeto el uno para con el otro. Bendice a todos Tus santos que viven en fidelidad ante Ti. Abre las ventanas de los cielos y destila bendiciones sobre ellos. Haz que llueva sobre sus sedientos campos. Bendice a su posteridad para que vayan por todo el mundo como maestros de la verdad eterna. “[O]h Señor, salva a tu pueblo de las calamidades de los inicuos; habilita a tus siervos para sellar la ley y atar el testimonio, a fin de que queden preparados para el día del fuego” (D. y C. 109:46).

Nuestro Amado Padre, cuán agradecidos nos sentimos por las bendiciones de este día especial en el que Tu Santa Casa es dedicada como “una casa de oración, una casa de ayuno, una casa de fe, una casa de gloria y de Dios, sí, tu casa” (D. y C. 109:16).

Bendice a esta nación, bajo cuya bandera ha vivido nuestro pueblo durante todos estos muchos años. Rogamos que los días de pobreza, las épocas de revolución, los tiempos de conflicto de cualquier tipo nunca vuelvan; que los oficiales de esta nación vean con ojos favorables a Tu pueblo.

Ahora, Padre, acepta nuestro agradecimiento. Acepta nuestro amor por Ti y por Tu Hijo. Acepta nuestro amor por Tu obra. Agradecemos el testimonio de la veracidad de esta obra que llevamos en el corazón y conforme al cual nos esforzamos por vivir nuestra vida cotidiana. Nos sentimos tan profundamente agradecidos y buscamos Tu continua bendición tanto para nosotros como para nuestra posteridad después de nosotros.

Todo esto lo hacemos como Tus hijos, con honor y gloria para Ti y Tu Hijo, en Su santo nombre, sí, el nombre de Jesucristo. Amén.