Oración dedicatoria

Templo de Ciudad Juárez, México, 26 de febrero de 2000

Nuestro Amado Padre Celestial, el gran Elohim, inclinamos la cabeza en solemne oración ante Ti al congregarnos para dedicar esta Sagrada Casa. Expresamos nuestra gratitud por ella, y ofrecemos nuestro agradecimiento a todos los que han contribuido de alguna manera para que esta obra se completara. Alabados sean Tus maravillosos caminos, querido Padre.

Y ahora, en el nombre del Señor Jesucristo, Tu Hijo Amado, dedicamos y consagramos a Ti y a Él este Templo de Ciudad Juárez, México, de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Te rogamos que lo aceptes como ofrenda de nuestras manos y corazones. Para repetir lo que se dijo en la dedicación del Templo de Kirtland, “que tu gloria descanse sobre tu pueblo y sobre esta, tu casa, que ahora te dedicamos, a fin de que sea santificada y consagrada, y para que tu santa presencia esté continuamente en ella;

“y para que todas las personas […] sientan tu poder y se sientan constreñidas a reconocer que tú la has santificado y que es tu casa, lugar de tu santidad” (D. y C. 109:12–13).

Padre, al dedicar esta casa invocamos Tu protección sobre toda la estructura y todas sus instalaciones, incluso el terreno sobre el que se erige, a fin de que todo funcione debidamente para la gran obra, eterna en sus consecuencias, que se efectuará dentro de estas paredes. Presérvala con el brazo de Tu poder en contra de cualquier fuerza destructiva del hombre o la naturaleza.

Que sea una casa de paz en la que aquellos que presten servicio puedan dejar de lado los afanes del mundo. Que sea una casa de amor en la que aquellos que trabajen puedan darse cuenta de que las ordenanzas que aquí se administran, tanto para los vivos como para los muertos, contribuyen a llevar a cabo las grandes disposiciones de la expiación de Tu Hijo. Que sea una casa de adoración en la que Tus hijos e hijas puedan estar en comunión contigo.

Santo Padre, permite que el conocimiento del poder redentor del sacrificio del Señor Jesucristo descanse sobre todos los que aquí prestarán servicio. Pedimos por aquellos que tomen parte en las bendiciones que aquí se pueden hallar, ya sean oficiantes o participantes, para que todos se regocijen de ser dignos de las ordenanzas más elevadas del Evangelio.

Bendice a esta gran nación de México para que se levante y resplandezca entre las naciones de la tierra. Levanta la carga de la pobreza de la espalda de la gente. Bendice a los líderes del Gobierno para que reciban a Tus siervos, y que el mensaje que Tus siervos lleven se arraigue en el corazón de muchas almas.

Amado Padre, permite que Tu Espíritu susurre paz a Tus santos por toda la tierra. Que todos sepan que son miembros de una gran familia unida por el amor a Ti y a Tu Hijo. Que todos obren según el modelo que Tú has establecido, incluyendo el servicio en Tus santos templos. Abre las ventanas de los cielos y derrama bendiciones sobre los fieles que consagran sus diezmos y ofrendas, lo que hace posible la construcción de estas sagradas Casas del Señor.

Te pedimos por los integrantes de la presidencia del templo para que tengan la fortaleza y la sabiduría para hacer avanzar Tu obra. Rogamos que no se cansen a causa de la gran responsabilidad que tienen. Igualmente pedimos por la directora de las obreras y sus ayudantes para que sean bendecidas con energía y vitalidad para hacer avanzar su responsabilidad tan importante. Que todos aquellos que presten servicio aquí amen y veneren esta Santa Casa y que hagan todo lo que esté a su alcance para mantenerla limpia y bella en todo momento. Que el corazón de los de Tu pueblo se sienta constreñido a venir aquí con frecuencia y a participar en el servicio que aquí se llevará a cabo. Que puedan salir de aquí con gratitud y agradecimiento por la maravillosa oportunidad que tienen.

Ahora, querido Padre, Tú eres el Gobernante Todopoderoso del universo; eres omnisciente y tienes todo poder. No obstante, también eres nuestro Padre a quien acudimos con amor. Así como te amamos a Ti, amamos a Tu Hijo, el Salvador de la humanidad, en cuyo nombre venimos a Ti con amor, honra y adoración.

Acepta nuestro agradecimiento; sonríenos con Tu aprobación. Esto es lo que te pedimos en el nombre de Él que es nuestro Redentor, sí, el Señor Jesucristo. Amén.