Oración dedicatoria

Templo de Bogotá, Colombia, 24 de abril de 1999

Oh Dios, Padre Eterno, nos hemos reunido en el nombre de Tu Amado Hijo para dedicar éste, el Templo de Bogotá, Colombia, de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Tú nos has bendecido, a Tus siervos, con el santo sacerdocio, sí, la plenitud del sacerdocio sempiterno, y, actuando con esta autoridad, y en el nombre de Jesucristo, nuestro Redentor y nuestro Señor, dedicamos y consagramos para Ti y para Él este sagrado edificio. Es en verdad la casa del Señor, Tu templo. ¿Quisieras aceptarlo como la ofrenda de Tus hijos e hijas de toda la tierra que han aportado sus diezmos para el progreso de Tu obra y que de ese modo han hecho posible esta sagrada estructura? Además, los santos fieles de Colombia han dado generosamente de sus medios para esta causa.

Bendícelos, amado Padre, por su fe. Abre las ventanas de los cielos y derrama bendiciones sobre ellos, y bendice a su posteridad después de ellos, para que continúen en fidelidad.

Dios Todopoderoso, Tú, Gran Elohim, nos inclinamos con reverencia y con amor ante Ti, y suplicamos Tu solícito cuidado sobre ésta, Tu sagrada casa. Dedicamos la estructura en su totalidad, desde los cimientos hasta la estatua de Moroni, con todas sus instalaciones, incluso los altares sagrados donde los de Tu pueblo harán convenios contigo.

Dedicamos los jardines con la vegetación que allí crece. Dedicamos la estructura auxiliar relacionada con este templo, la cual proporcionará albergue para los obreros y para los participantes, y servirá también para otros fines.

Rogamos que Tú protejas estos edificios de los elementos. Ampáralos para que no los profane nadie que procure entrar con mala intención. Rogamos que todos los que entren en la casa del Señor sean aceptables para Ti, y que lo hagan con limpieza ante Ti.

Rogamos que Tus santos se congreguen desde cerca y desde lejos en Tu casa para recibir las grandes bendiciones de la eternidad, y para hacerlas llegar a los que se encuentran más allá del velo de la muerte, a fin de que Tu divino plan para Tu hijos e hijas de todas las generaciones se concrete plenamente.

Rogamos por el presidente del templo y por sus consejeros, junto con sus respectivas esposas y por todos los que servirán aquí. Bendice a todos los que vengan como participantes para que encuentren regocijo e inspiración al prestar servicio en ésta, Tu santa casa.

Padre Eterno, somos Tus hijos que nos deleitamos en honrarte y que acudimos a Ti en busca de guía y de orientación en nuestras vidas. Te damos gracias por la doctrina y por la autoridad de Tu Iglesia restaurada, y por las inspiradas prácticas de Tu pueblo. Andamos a la luz del sol de la verdad sempiterna y rogamos que nunca nos apartemos de ella.

Bendice Tu obra en toda la tierra. Bendice a los de Tu pueblo en todas partes. Que la luz y el conocimiento destilen sobre ellos y les brinden alegría y paz al corazón.

Imploramos Tu divina gracia sobre esta nación de Colombia. Bendice a sus habitantes y a su gobierno por su amabilidad para con Tus siervos. Rogamos que la paz reine en el país y que se acalle el clamor del conflicto. Suplicamos que Tu obra siga adelante sin estorbo y que Tus siervos, cuyo mensaje es de paz, sean protegidos y guiados en su ministerio.

Padre Santo, bendice Tu Iglesia y a toda su gente dondequiera que se encuentren y bendice de un modo particular a los que les han sido dadas responsabilidades de liderazgo. Permite que el Espíritu de Revelación descanse sobre ellos. Sostenlos y magnifícalos delante de la gente.

Te damos gracias por el profeta José Smith y por todo lo que ha venido por conducto de él en el establecimiento de Tu Sión en la tierra. Rogamos que Tu Iglesia “salga del desierto de las tinieblas, y resplandezca hermosa como la luna, esclarecida como el sol e imponente como un ejército con sus pendones” (D. y C. 109:73).

Estamos agradecidos por los que nos han precedido en la tarea de establecer y fortalecer Tu reino en esta parte de la tierra. Ahora se levanta este hermoso templo como testigo y testimonio de la veracidad de todo lo que ellos enseñaron e hicieron. Ofrece la suprema bendición del Evangelio a todo el que acepte las ordenanzas que aquí se darán. Lleva Tu santa obra desde la vida terrenal hasta las eternidades que yacen más allá. Brinda una mejor comprensión de la expiación que llevó a cabo el Salvador de todo el género humano.

A Ti, amado Padre, sean dados el honor y la alabanza y la gloria, ahora y para siempre jamás, rogamos en el nombre de Tu Divino Hijo, el Redentor del mundo, sí, el Señor Jesucristo. Amén.