Publicación semanal para jóvenes adultos
En tiempos de oscuridad y dificultad, busca la luz
Septiembre de 2025


Aplicar Doctrina y Convenios a tu vida

En tiempos de oscuridad y dificultad, busca la luz

Las partes oscuras de la vida nos dan la oportunidad de “allegarnos” a la luz del Señor y apreciarla.

una joven adulta con un telescopio mirando al cielo

Si tuviera que pintar una imagen de uno de los momentos más difíciles de mi vida, creo que se vería como el cielo nocturno, mayormente oscuro, pero intercalado con pequeñas manchas de luz parpadeantes.

Cuando digo que fue una época oscura, lo digo literalmente. Tenía frecuentes dolores de cabeza y migrañas que se agravaban con la exposición a la luz, así que pasaba muchos días adentro con las luces apagadas. Preparaba las comidas con la escasa luz que se filtraba a través de las cortinas de las ventanas de la cocina. Bajaba el brillo de la pantalla de mi computadora a casi nada cuando tenía que hacer las tareas de la escuela.

El mundo, y mi espíritu, se sentían grises y tenues.

Por el contrario, aquellos días en los que me sentía saludable parecían increíblemente brillantes. Recuerdo salir a la calle, a plena luz del sol, y casi no podía creer lo vibrante y vivo que estaba el mundo.

cielo nocturno estrellado

La oscuridad que precede a la luz

No soy la única que ha experimentado momentos de oscuridad literal o metafórica. Durante su visión del árbol de la vida, Lehi vio “un sumamente extenso vapor de tinieblas” (1 Nefi 8:23). José Smith describió la “densa obscuridad” que se formó a su alrededor cuando buscaba respuesta a su oración (José Smith—Historia 1:15). Después de la muerte del Salvador en la cruz, “hubo tinieblas sobre la faz de la tierra”(3 Nefi 8:19).

En cada uno de esos casos, un difícil período de oscuridad precedió a un momento significativo de luz y revelación que cambió la vida. Para Lehi, la oscuridad rodeaba a los que casi habían llegado al glorioso árbol de la vida. José Smith fue librado del adversario cuando “una columna de luz, más brillante que el sol” apareció sobre él (José Smith—Historia 1:16). Y lo más importante, la Luz del mundo resucitó y regresó a la tierra después de tres días de oscuridad.

En 1833, los primeros santos se enfrentaron a una de las épocas más oscuras de la historia de la Iglesia moderna. Los populachos los habían expulsado de sus hogares, habían destruido sus cosechas y propiedades, e incluso habían proferido amenazas de muerte contra muchos de ellos. Al hablar de sus circunstancias, el Señor se refiere a ellos como “afligidos, perseguidos y expulsados” (Doctrina y Convenios 101:1).

¿Dónde estaba la luz que necesitaban?

¿Nos “allega[mos]” al Señor?

En momentos de oscuridad, hay un espacio importante antes de que esa luz venga a darnos alivio, uno en el que aprendemos a confiar en el Señor y depender de Su poder. Es un espacio difícil pero decisivo, en el que elegimos si tenemos la fe para esperar “a que se revele [el] brazo [de Dios]” (Doctrina y Convenios 123:17).

En su mayor parte, no podemos escoger qué pruebas afrontaremos, pero sí podemos escoger cómo reaccionamos ante ellas, pues “el éxito y la felicidad de cada persona, tanto ahora como en las eternidades, dependen en gran medida de cómo responda a las dificultades de la vida”.

Entonces, ¿cómo reaccionaron aquellos primeros santos ante sus pruebas? Aunque habían “estima[do] ligeramente” el consejo del Señor, lo cual los llevó a esa adversidad, “en el día de sus dificultades por necesidad se allega[ron] a [Él]” (Doctrina y Convenios 101:8).

Cuando afrontamos momentos de oscuridad y dificultad, ¿nos “allega[mos]” al Señor? ¿Nos volvemos hacia Su luz o nos alejamos de Él?

En Doctrina y Convenios 98, el Señor nos da lo que considero un plan de tres pasos para volvernos a Él y soportar los tiempos de oscuridad:

Y en Doctrina y Convenios 101, el Señor da estas promesas a quienes perseveren:

  • “Los que han estado esparcidos serán congregados” (versículo 13).

  • “Los que se hayan lamentado serán consolados” (versículo 14).

  • “Los que hayan dado su vida por mi nombre serán coronados” (versículo 15).

Esta es la promesa del Señor: que nuestras pruebas se pueden convertir en gozo. “Porque todos los que no quieren soportar la disciplina, antes me niegan, no pueden ser santificados” (Doctrina y Convenios 101:5). La oscuridad de la adversidad puede aumentar nuestra capacidad de buscar y disfrutar de la luz.

una constelación brillante y hermosa detrás de un telescopio

Encontrar un propósito en las pruebas

Volviendo al tema de mis dolores de cabeza provocados por la luz, recuerdo el día en que recibí una bendición durante lo que iba a ser la peor migraña de mi vida. Y aunque aquella bendición me dio la esperanza de que mi condición mejoraría, también fui bendecida con resiliencia, crecimiento, mayor compasión por los demás y mayor conocimiento sobre cómo manejar mis dolores de cabeza.

Aquella terminó siendo la luz que necesitaba en ese momento, una promesa de que mis tiempos difíciles no eran sin propósito. Y aunque el Evangelio de Jesucristo no promete que podamos evitar todas las dificultades de la vida, sí promete que nuestras pruebas pueden tener un propósito. Por medio de Cristo, nuestras pruebas son oportunidades para que lleguemos a ser santificados.

Así que aférrate a esos pequeños destellos de luz en tu vida. Permite que el recuerdo de los momentos hermosos y llenos de luz te sostenga en los momentos de oscuridad.

Recuerda que, aunque los tiempos oscuros de la vida terrenal pueden ensombrecernos, la luz de Cristo siempre está a nuestro alcance.

Nota

  1. Temas y preguntas, “Adversidad”, Biblioteca del Evangelio.