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CAPÍTULO 1: EL PLAN DE SALVACIÓN PARA LOS HIJOS DE NUESTRO PADRE CELESTIAL


CAPÍTULO 1

EL PLAN DE SALVACIÓN PARA LOS HIJOS DE NUESTRO PADRE CELESTIAL

INTRODUCCIÓN

Nuestro Padre Celestial tiene una plenitud de gozo. Él ama a Sus hijos y desea que lleguemos a ser como Él; preparó el plan de salvación, al cual también se le llama plan de felicidad, con el fin de que también nosotros podamos experimentar ese mismo gozo. Al progresar en nuestro conocimiento del plan de nuestro Padre Celestial y al guardar Sus mandamientos, llegamos a ser más semejantes a Él.

PRINCIPIOS PARA COMPRENDER

  • Nuestro Padre Celestial preparó un plan de salvación, el cual nos enseña de dónde venimos, por qué estamos aquí y a dónde vamos después de la vida.

  • Al comprender el lugar que ocupamos en el plan de salvación, cultivamos nuestra fe y encontramos gozo en un mundo en el que se cometen muchas injusticias.

  • Podemos valernos de nuestro conocimiento del plan de salvación para afrontar mejor nuestros desafíos terrenales.

CITAS Y PASAJES CORROBORATIVOS

Nuestro Padre Celestial preparó un plan de salvación, el cual nos enseña de dónde vinimos, por qué estamos aquí y a dónde vamos después de la vida terrenal.

“…tomaremos de estos materiales y haremos una tierra sobre la cual éstos puedan morar;

“y con esto los probaremos, para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare;

“y a los que guarden su primer estado les será añadido; y aquellos que no guarden su primer estado no tendrán gloria en el mismo reino con los que guarden su primer estado; y a quienes guarden su segundo estado, les será aumentada gloria sobre su cabeza para siempre jamás” (Abraham 3:24–26).

“…Dios conversó con ellos y les hizo saber del plan de redención que se había preparado desde la fundación del mundo; y esto él les manifestó según su fe y arrepentimiento y sus obras santas” (véase Alma 12:30).

“Porque, he aquí, ésta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39 [Dominio de las Escrituras]).

Élder Richard G. Scott, del Quórum de los Doce Apóstoles: “Aunque se nos ha privado de la memoria de ello, antes de venir a esta tierra vivíamos en la presencia de Dios el Eterno Padre y de Su Hijo Jesucristo. Prorrumpimos en exclamaciones de gozo cuando se nos dio el privilegio de venir a esta tierra para recibir un cuerpo y avanzar en el plan de Dios para nuestra felicidad; sabíamos que aquí se nos probaría; teníamos la determinación de vivir con obediencia a fin de poder regresar a morar con nuestro Padre para siempre. Parte de esa prueba aquí es tener tantas cosas aparentemente interesantes para hacer que haga posible que olvidemos los principales propósitos de estar acá, ya que Satanás se esfuerza mucho por impedir que suceda todo lo esencial para lograr ese propósito” (véase “Jesucristo, nuestro Redentor”, Liahona, julio de 1997, pág. 65).

Élder Joseph B. Wirthlin, del Quórum de los Doce Apóstoles: “En un concilio premortal en el que todos estuvimos presentes, [Jesucristo] aceptó el gran plan de felicidad de nuestro Padre para Sus hijos y fue elegido por el Padre para ponerlo en práctica. Él dirigió las fuerzas del bien práctica. Él dirigió las fuerzas del bien en una batalla por las almas de los hombres que comenzó antes de la fundación del mundo contra las fuerzas de Satanás y sus seguidores. Ese conflicto continúa hoy. Estábamos del lado de Jesús entonces y estamos de Su lado ahora” (“Cristianos en creencia y en acción”, Liahona, enero de 1997, pág. 79 o diciembre de 1997, pág. 14).

La Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles: “La familia es ordenada por Dios. El matrimonio entre el hombre y la mujer es esencial para Su plan eterno” (“La Familia: Una proclamación para el mundo”, Liahona, noviembre de 1995, pág. 102).

Élder Joseph B. Wirthlin:

“Nosotros comprendemos que viviremos una vida posmortal de duración infinita, y que somos nosotros los que determinamos, por medio de nuestros pensamientos y acciones en la mortalidad, la clase de vida que será. La mortalidad es muy breve, pero enormemente importante…

“Sabemos que la muerte es una transición indispensable y que nos llegará tarde o temprano a cada uno de nosotros; nuestro cuerpo terrenal regresará a la tierra y nuestro espíritu regresará al mundo de los espíritus; y, en virtud del sacrificio expiatorio del Salvador, todos resucitaremos, cada uno de nosotros se encontrará ante el tribunal del juicio del gran Jehová y se nos recompensará de acuerdo con nuestros actos en la vida terrenal.

“Si tomamos cada decisión terrenal con ese criterio en mente, habremos utilizado nuestra probación terrenal con sabiduría, y recibiremos la paz en este mundo y la vida eterna en el mundo venidero” (véase “Un tiempo de preparación”, Liahona, julio de 1998, págs. 13, 16).

Élder L. Tom Perry, del Quórum de los Doce Apóstoles: “Dios proporcionó una expiación por medio de Jesucristo para superar los efectos de la Caída. Éste es el medio por el cual el hombre caído e imperfecto es reconciliado con un Dios perfecto. La Expiación ofrece una resurrección a todos los que hayan vivido en la mortalidad y hace que regresen a la presencia de Dios para ser juzgados. Además, aquellos que acepten y practiquen los principios del Evangelio y tengan confianza en los méritos [y en la misericordia] de Jesucristo vencerán para siempre la muerte espiritual y recibirán la exaltación en el reino celestial” (“Escuchen la palabra del Señor”, Transmisión del Sistema Educativo de la Iglesia, efectuada el 2 de mayo de 1999).

Presidente Boyd K. Packer, Presidente en Funciones del Quórum de los Doce Apóstoles:

“Al morir, vamos al mundo de los espíritus [véase Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 379]. Para los justos es felicidad, un paraíso; para los inicuos, un tormento (véase 2 Nefi 9:10–16; Alma 40:7–14). En ambos estados, seguimos aprendiendo y somos responsables de nuestros hechos (véase D. y C. 138:10–22).

“Una vez que a todos se nos haya tratado con igualdad, seremos juzgados (véase Mosíah 3:18; véase también Enseñanzas del Profeta José Smith, págs. 218–219). Cada uno resucitará en su propio orden (véase 1 Corintios 15:21–23). Sin embargo, la gloria que alguien reciba dependerá de la obediencia a las leyes y a las ordenanzas del plan de nuestro Padre (véase 1 Corintios 15:40–42).

“Quienes se hayan purificado por medio del arrepentimiento obtendrán la vida eterna y regresarán a la presencia de Dios. Ellos serán exaltados como ‘herederos de Dios y coherederos con Cristo’ (Romanos 8:17; véase también D. y C. 76:94–95; 84:35; 132:19–20; véase también Enseñanzas del Profeta José Smith, págs. 465–466)” (The Play and the Plan; citado en El Libro de Mormón, Manual de consulta del maestro, pág. 295).

Al comprender el lugar que ocupamos en el plan de salvación, cultivamos nuestra fe y encontramos gozo en un mundo en el que se cometen muchas injusticias.

“Y Eva, su esposa, oyó todas estas cosas y se regocijó, diciendo: De no haber sido por nuestra transgresión, nunca habríamos tenido posteridad, ni hubiéramos conocido jamás el bien y el mal, ni el gozo de nuestra redención, ni la vida eterna que Dios concede a todos los que son obedientes” (Moisés 5:11).

“Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los hombres para que tengan gozo” (2 Nefi 2:25 [Dominio de las Escrituras]).

El élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles, dijo: “El comprender el Evangelio de Jesucristo y seguirlo [a Él] como nuestro Salvador y Redentor influirá en todos los aspectos de nuestra vida, incluso en todas nuestras decisiones personales. Quienes vivan de acuerdo con el plan eterno de nuestro Padre Celestial no desearán absorber ninguna información impropia o indeseable, ni querrán destruir su sensibilidad espiritual por medio de hechos inmorales o de la consumición de substancias dañinas; tampoco buscarán pretextos doctrinales con el fin de hallar una razón para dudar de los líderes ordenados de la Iglesia, ni para tratar de cambiar las verdades sencillas del Evangelio; no se empeñarán en justificar ningún modo de vida que sea contrario al plan de felicidad. Porque si hacen cualquiera de esas cosas, jamás encontrarán la paz interior y el gozo que brinda vivir el Evangelio. Por medio de la oración, todos los hijos de nuestro Padre Celestial pueden tratar de saber quiénes son en realidad y encontrar la verdadera felicidad, siempre y cuando obedezcan los mandamientos de Dios y perseveren hasta el fin” (“Las respuestas a los interrogantes de la vida”, Liahona, julio de 1995, pág. 27).

Presidente Boyd K. Packer: “Por alguna razón pensamos que la expiación de Cristo se aplica solamente al final de la vida mortal para redimirnos de la Caída, de la muerte espiritual, pero es mucho más que eso. Se trata de un poder en constante vigencia al que podemos recurrir a diario. Cuando estamos siendo atormentados, atribulados o torturados por la culpa o agobiados por las tribulaciones, Él puede sanarnos. Aunque no entendamos cabalmente cómo fue realizada la expiación de Cristo, podemos, sí, experimentar ‘la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento’ [Filipenses 4:7]” (“El toque de la mano del Maestro”, Liahona, julio de 2001, pág. 26).

Élder Richard G. Scott: “Te prometo que, a través de tu obediencia y continua fe en el Señor Jesucristo y tu comprensión de todo el plan de felicidad, aun cuando todavía no se cumplan aspectos importantes de ese plan en tu vida, se cumplirán en el debido tiempo del Señor. Te prometo también que puedes alcanzar progreso y felicidad significativos ahora, en las circunstancias en las que te encuentres. Como hija o hijo de Dios, vive lo que puedas del plan haciendo lo mejor posible” (“El gozo de vivir el gran plan de felicidad”, Liahona, enero de 1997, pág. 84).

Podemos valernos de nuestro conocimiento del plan de salvación para afrontar mejor nuestros desafíos terrenales.

“Doy a los hombres debilidad para que sean humildes; y basta mi gracia a todos los hombres que se humillan ante mí; porque si se humillan ante mí, y tienen fe en mí, entonces haré que las cosas débiles sean fuertes para ellos” (Éter 12:27 [Dominio de las Escrituras]).

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.

“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;

“porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:28–30).

Élder Bruce R. McConkie, del Quórum de los Doce Apóstoles:

“Confiando siempre en el Señor, debemos hacernos independientes del mundo; debemos ser autosuficientes y, utilizando el albedrío que Dios nos ha dado, resolver nuestros propios problemas económicos y temporales.

“Estamos aquí para trabajar largas horas, dura y arduamente, hasta que nuestra espalda nos duela y nuestros músculos se entumezcan; estamos aquí para trabajar todos nuestros días. En esta probación terrenal, debemos comer el pan con el sudor de nuestro rostro hasta que volvamos al polvo del que fuimos tomados.

“El trabajo es la ley de la vida, el principio que gobierna la vida de los santos. No debemos, mientras seamos físicamente aptos, pasar voluntariamente a otros la carga de nuestro sostén. En lo gratuito abunda la maldad. La laboriosidad, la economía y el respeto a uno mismo son imprescindibles para la salvación.

“Debemos cuidar de nuestra salud, cultivar nuestros huertos, almacenar nuestros alimentos, educarnos y prepararnos para hacernos cargo de las situaciones de la vida diaria. Ninguna otra persona puede hacerse cargo de nuestra salvación, ni temporal ni espiritualmente.

“Estamos aquí sobre la tierra para satisfacer las necesidades de nuestros familiares. Los maridos tienen la obligación de mantener a sus esposas, los padres de mantener a sus hijos, los hijos de mantener a sus padres ancianos o desvalidos, los hermanos de mantenerse los unos a los otros, así como los parientes de ayudarse mutuamente” (véase “Independiente de todas las otras criaturas”, Liahona, agosto de 1979, pág. 140).

Élder Richard G. Scott: “¡Ah, cómo quisiera exhortarte a grabar profundamente en tu alma el reconocimiento de que ahora tu vida forma parte de un plan mucho más grande que el Señor tiene para ti! Viviste parte de él en la vida premortal; allí fuiste valiente y viniste acá porque querías progresar y disfrutar de mayor felicidad. Lo que decidas hacer ahora afectará el cumplimiento de ese plan divino [y personal] que Él tiene para ti” (“¡Él vive!”, Liahona, enero de 2000, pág. 105).

Élder Richard G. Scott: “Tu Padre Celestial te asignó para que nacieras de un linaje específico, del cual recibiste tu patrimonio de raza, cultura y tradiciones; ese linaje puede proporcionarte una rica herencia y grandes motivos de regocijo. No obstante, tienes la responsabilidad de determinar si alguna parte de ese patrimonio debe desecharse porque está en oposición al plan de felicidad del Señor” (“Cómo eliminar las barreras que nos separan de la felicidad”, Liahona, julio de 1998, pág. 93).

Presidente Gordon B. Hinckley, decimoquinto Presidente de la Iglesia: “Ustedes tendrán que hacer frente a los grandes retos del futuro. Están entrando en un mundo extremadamente competitivo; adquieran la mayor educación posible. El Señor nos ha exhortado en lo concerniente a la importancia de la educación; ésta los calificará para mayores oportunidades; los preparará para hacer algo que valga la pena en el gran mundo de oportunidad que yace adelante. Si pueden ir a la universidad y desean hacerlo, háganlo. Si no tienen el deseo de asistir a la universidad, vayan entonces a un colegio vocacional o de negocios a fin de mejorar sus habilidades y aumentar su capacidad” (“Los conversos y los hombres jóvenes”, Liahona, julio de 1997, pág. 56).

APLICACIÓN Y EJEMPLOS

El presidente Marion G. Romney, de la Primera Presidencia, dijo: “Hace algunos meses, estaba sentado en un avión al lado de un hombre originario del Lejano Oriente. Después de un agradable intercambio de palabras, él, contestando a una pregunta que le hice, me contó acerca de sus ocupaciones empresariales y me preguntó a su vez a qué me dedicaba yo. Esto llevó la conversación al tema de la religión. Él no era religioso, a pesar de que su madre era cristiana; ni tampoco tenía un concepto de Dios ni idea de que él hubiese tenido una existencia preterrenal o de si viviría después de la muerte. No tenía ningún otro propósito en la vida más que trabajar mucho como para obtener un ‘nivel de vida razonable’. Después de conversar sobre unas cuantas verdades fundamentales del Evangelio, me dijo: ‘Por supuesto que tales conceptos le darían a uno un motivo para vivir’ “ (véase “El único camino”, Liahona, agosto de 1976, pág. 76).

  • ¿Por qué el conocer el plan de salvación de nuestro Padre Celestial nos ayuda a conocer el propósito de los desafíos de la vida terrenal y les da la perspectiva correcta?

La vida es difícil para muchas personas que residen en la comunidad en la que vive Carlos. Siendo nuevo converso a la Iglesia, siente gran entusiasmo hacia su nueva religión. Muchas de las preguntas acerca de la vida se han contestado para él; sin embargo, hay algo que aún le preocupa. Mucha gente en todo el mundo, e incluso en su propio país, tiene más bienes materiales que la gente que él conoce; y él se pregunta por qué es así. ¿Por qué Dios permite que tanta gente buena tenga que luchar tanto en la vida, aun cuando todos escogimos seguir Su plan antes de venir a la tierra?

  • ¿Qué responderían a la pregunta de Carlos?

  • ¿Qué consejo le darían a Carlos?

RESUMEN ANALÍTICO

  • ¿De qué modo difiere de otras religiones o filosofías la descripción que ofrece el plan de salvación acerca de quiénes somos?

  • ¿Por qué el conocimiento del plan de salvación nos ayuda a afrontar las pruebas y las injusticias?

  • ¿De qué manera cambiaría el mundo si todos entendieran que somos hijos e hijas de nuestro Padre Celestial?

NOTAS E IMPRESIONES:

Nuestro Padre Celestial explica el plan de salvación.