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1 Juan 2–4; 2 Juan


1 Juan 2–4; 2 Juan

Demostrar amor por el Padre Celestial y Jesucristo

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A women with her hands upward in prayer

A menudo, cuando alguien se siente amado o ama a otra persona, sus acciones cambian. Juan enseñó que nuestro amor por el Padre Celestial y Jesucristo puede motivarnos a guardar Sus mandamientos. El objetivo de esta lección es ayudarte a comprender cómo puedes demostrar amor por el Padre Celestial y Jesucristo al guardar los mandamientos.

Las amorosas protecciones de Dios

Mientras se encontraba en una playa de Australia, el élder Von G. Keetch (1960–2018), de los Setenta, conoció a algunos surfistas que se habían trasladado hasta allí para realizar un viaje único en sus vidas. Se quejaban de una barrera de malla pesada que había en el agua, la cual les impedía surfear las grandes olas.

Para descubrir lo que sucedió, mira el video “Benditos y felices son aquellos que guardan los mandamientos de Dios” (5:41) desde el minuto 0:00 hasta el 2:34. Este video está disponible en LaIglesiadeJesucristo.org. O bien, lee el siguiente relato.

Obedecer los mandamientos de Dios

Todos tenemos nuestras propias razones que influyen en nuestra elección de guardar los mandamientos de Dios o no hacerlo. Lee los siguientes versículos y busca lo que el apóstol Juan enseñó que puede motivarnos a guardarlos. Tal vez sea útil recordar que Juan escribió sus epístolas a los creyentes que se estaban enfrentando a enseñanzas falsas.

1 Juan 2:3–6

1 Juan 3:18–24

2 Juan 1:6, 8–9

(También podría ser útil leer las enseñanzas del Salvador que se encuentran en Juan 14:15, 23–24).

  • ¿Qué verdades encontraste?

  • ¿De qué manera el conocer estas verdades podría aumentar el deseo de alguien de guardar los mandamientos?

Juan enseñó varias verdades en estos versículos. Una de ellas que tal vez hayas reconocido es que, cuanto más conocemos y amamos al Padre Celestial y a Jesucristo, más dispuestos estamos a guardar Sus mandamientos (véanse 1 Juan 1:5–7 ; 2:3–6 ; 2 Juan 1:6–9).

1. Completa la siguiente actividad en tu diario de estudio:

Imagina que tu maestra de la Escuela Dominical desea ayudar a los miembros de tu clase a sentirse motivados para guardar los mandamientos. Te pide que medites sobre las siguientes preguntas y que te prepares para expresar tus pensamientos en clase:

  • ¿Por qué el guardar los mandamientos es una manera de mostrar amor por el Padre Celestial y Jesucristo?

  • ¿Qué sabes sobre el Padre Celestial y Jesucristo que te motiva a guardar Sus mandamientos? ¿Por qué te motiva saber eso?

  • ¿Qué has aprendido acerca de Ellos al guardar Sus mandamientos?

¿Cómo le demostrarás tu amor al Padre Celestial?

Mira esta imagen y piensa en lo que sabes acerca de Jesucristo y el Padre Celestial, y cómo se sienten Ellos con respecto a ti. Si lo deseas, también podrías pensar en lo que sientes por Ellos.

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A man standing and embracing Christ after being healed.

Aunque parezca difícil demostrar nuestro amor por el Padre Celestial y Jesucristo porque no están presentes físicamente con nosotros, podemos hacerlo al guardar Sus mandamientos. Dedica un momento a meditar sobre lo que te gustaría recordar o hacer debido a esta lección. Las siguientes son algunas formas en las que podrías hacer esto:

  • Anota una forma en la que te gustaría llegar a conocer y amar más al Padre Celestial y a Jesucristo.

  • Piensa en los mandamientos que estás guardando actualmente y por qué lo haces. Considera si estás motivado por el amor hacia el Padre Celestial y Jesucristo o si podrías mejorar en ese aspecto.

  • Identifica uno o más mandamientos que podrías guardar más plenamente para demostrar tu amor por el Padre Celestial y Jesucristo. Haz un plan sobre la forma en que guardarás más plenamente esos mandamientos.

Opcional: ¿Quieres aprender más?

¿De qué manera son los mandamientos una expresión del amor de Dios por nosotros?

El presidente Thomas S. Monson (1927–2018) declaró:

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Official portrait of President Thomas S. Monson, 2008.

Los mandamientos de Dios no son dados para que nos frustren ni para que se conviertan en obstáculos a nuestra felicidad, sino todo lo contrario. Aquel que nos creó y que nos ama a la perfección sabe cómo debemos vivir la vida a fin de obtener la mayor felicidad posible. Nos ha brindado pautas que, si las seguimos, nos guiarán por esta trayectoria terrenal que a menudo es peligrosa […].

… Él comprende que, si guardamos los mandamientos, nuestra vida será más feliz, más plena y menos complicada. Nuestros desafíos y problemas serán más fáciles de sobrellevar y recibiremos Sus bendiciones prometidas.

(Véase Thomas S. Monson, “Guarden los mandamientos”, Liahona, noviembre de 2015, pág. 83)

¿De qué manera el guardar los mandamientos le demuestra a Dios mi amor?

El élder Von G. Keetch (1960–2018), de los Setenta, declaró:

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Official Portrait of Elder Von G. Keetch. Photographed March 2017.

Demostramos nuestro amor por Dios, y nuestra fe en Él, al hacer lo mejor cada día para seguir el rumbo que Él ha establecido para nosotros y al guardar los mandamientos que nos ha dado. En especial manifestamos esa fe y ese amor en situaciones donde no comprendemos del todo la razón de los mandatos de Dios o el camino en particular que Él nos dice que tomemos.

(Von G. Keetch, “Benditos y felices son aquellos que guardan los mandamientos de Dios”, Liahona, noviembre de 2015, pág. 116)

¿Cómo puedo aumentar mi amor por Dios?

El presidente Dieter F. Uchtdorf, en ese entonces miembro de la Primera Presidencia, explicó:

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Official portrait of Elder Dieter F. Uchtdorf of the Quorum of the Twelve Apostles, 2006. Called as Second Counselor in the First Presidency, 3 February 2008. Made official portrait in 2008 replacing portrait taken in 2004.

Incrementamos nuestro amor por nuestro Padre Celestial y demostramos ese amor al poner nuestros pensamientos y hechos en armonía con la palabra de Dios. El amor puro de Él nos dirige y nos alienta a ser más puros y santos; nos inspira a andar en rectitud, no a causa del temor ni la obligación, sino por el deseo sincero de llegar a ser más semejantes a Él, porque lo amamos.

(Dieter F. Uchtdorf, “El amor de Dios”, Liahona, noviembre de 2009, pág. 23)