Otros recursos
El desarrollo de nuestros talentos


Lección 19

El desarrollo de nuestros talentos

Esta lección debe motivarnos a mejorar nuestros talentos e inspirar a los miembros de nuestra familia para que hagan lo mismo.

Introducción

Nuestro Padre Celestial le ha dado talentos a cada uno de sus hijos y desea que los usemos. En una parábola que se encuentra en Mateo, el Señor cuenta acerca de un hombre que iba a salir en un largo viaje. Antes de salir llamó a sus siervos y les encomendó ciertos bienes: a un siervo le entregó cinco talentos (en esta parábola, la palabra talentos se usa por dinero); a otro le dio dos talentos y aún a otro le dio uno; a cada hombre le dio talentos que iban de acuerdo con la habilidad que tenían.

Mientras el Señor estaba lejos, el siervo que recibió cinco talentos los usó y ganó otros cinco; el siervo con dos talentos tomó los dos talentos y ganó otros dos más; pero el siervo que tenía uno lo escondió en la tierra.

Más tarde, el Señor volvió y preguntó a sus siervos qué habían hecho con sus talentos. A los siervos que habían duplicado sus talentos les dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:21). Pero del siervo que escondió su talento, su señor lo llamó: “Siervo malo y negligente”; además, les dijo que tomaría su talento y lo daría al siervo que tenía diez talentos. (Véase Mateo 25:14–30 para leer la parábola entera.)

El Señor usó esta parábola para enseñar la importancia de usar sabiamente nuestras habilidades y talentos. Sin duda, se esperaba más del hombre que había recibido muchos talentos que de aquel que había recibido menos; sin embargo, se esperaba que todos ellos aumentaran los que habían recibido. Aun del hombre que solamente había recibido uno se esperaba que lo usara sabiamente.

Todos tenemos talentos y habilidades

El presidente Spencer W. Kimball ha declarado: “Dios nos ha dotado con talentos y con tiempo, con habilidades latentes y con oportunidades para utilizarlas y desarrollarlas en Su servicio. Por tanto, espera mucho de nosotros, Sus hijos privilegiados” (El Milagro del Perdón, pág. 98).

Todos hemos sido bendecidos con talentos y, en vista de que éstos provienen de Dios, muchas veces son llamados dones. Estos dones nos fueron dados para hacernos felices, tanto a nosotros como a los demás.

Pida a los miembros de la clase que lean la lista de talentos que está escrita en la pizarra y a cada miembro que identifique uno de los talentos que él tenga, o alguno que no esté incluido en la lista.

Los talentos que se nos han dado pueden ser personales, de naturaleza artística o creativa; algunos de ellos se mencionan en la lista que se encuentra a continuación:

Personales

  • Autocontrol.

  • Paciencia.

  • Valor.

  • Bondad.

  • Sentido del humor.

  • Saber escuchar.

  • Ver cosas buenas en los demás.

  • Hacer felices a los demás.

  • Perdonar fácilmente.

  • Inspirar confianza en los demás.

  • Ser feliz y alegre.

  • Tener fe.

  • Tener amor hacia nuestros semejantes.

  • Tener un fuerte testimonio.

  • Ser activo en la Iglesia.

  • Apoyar a los líderes de la Iglesia.

Artístico y creativo

  • Cantar.

  • Bailar.

  • Narrar cuentos.

  • Actuar.

  • Tocar un instrumento musical.

  • Tener aptitudes deportivas.

  • Coser.

  • Tejer.

  • Pintar.

  • Tallar en madera.

  • Trabajar con cerámica.

  • Esculpir.

  • Hornear.

  • Tener habilidades en jardinería.

  • Escribir.

  • Componer canciones.

El Señor le dijo a José Smith: “Porque no a todos se da cada uno de los dones; pues hay muchos dones, y a todo hombre le es dado un don por el Espíritu de Dios. A algunos les es dado uno y a otros otro, para que así todos se beneficien” (D. y C. 46:11–12). Este pasaje de las Escrituras se refiere principalmente a los dones espirituales que nos han sido dados por el Señor; pero también significa que el propósito por el que todos tenemos talentos es el de ayudar a los demás.

Debemos esforzarnos por descubrir nuestros talentos

El apóstol Pablo dijo a su joven amigo Timoteo: “No descuides el don que hay en ti” (1 Timoteo 4:14). Si no queremos descuidar nuestros talentos, primero debemos descubrir cuáles son.

¿Cómo podemos descubrir los talentos y las habilidades que tenemos?

A medida que buscamos los talentos personales, debemos pedir la guía de nuestro Padre Celestial, solicitando ayuda especial para reconocerlos.

Otra manera de descubrirlos es recibir una bendición patriarcal (véase Deberes y bendiciones del sacerdocio, Parte A, capítulo 10). A menudo en estas bendiciones se revelan dones y talentos especiales. Las bendiciones patriarcales pueden por lo tanto guiarnos a buscar y desarrollar nuestros talentos. El presidente Spencer W. Kimball ha declarado: “Es nuestra gran esperanza de que cada persona, inclusive los jóvenes, tenga la oportunidad de recibir una bendición patriarcal” (Church News, 8 de octubre de 1977, pág. 3). Aunque los patriarcas solamente operan donde hay estacas organizadas, un miembro digno que vive en una región en desarrollo de la Iglesia puede recibir su bendición patriarcal del patriarca de la estaca más cercana.

También podemos descubrir nuestros talentos a través de otras personas que nos ayuden a reconocer un talento determinado. La siguiente historia fue narrada por el élder Franklin D. Richards y muestra la forma en que el presidente Spencer W. Kimball ayudó a un hombre a reconocer uno de sus talentos:

“Hace algunos años el presidente Kimball y yo nos encontrábamos en Cuzco, Perú, un día domingo y asistimos a la Escuela Dominical de la rama local. Un joven misionero norteamericano tocaba el piano. Después del servicio, el presidente Kimball preguntó si alguno de los miembros locales sabía tocar el piano y el presidente de la rama respondió que uno de sus consejeros sabía tocar dos himnos; por lo que el presidente Kimball le pidió a ese hermano que tocara los dos himnos que sabía en la reunión sacramental, y él así lo hizo. Después de dicha reunión el presidente Kimball le instó a que continuara desarrollando su talento musical y siguiera tocando el piano en todas las reuniones de la Iglesia” (en Conference Report, Conferencia de Área de São Paulo, 1975, pág. 24).

El hombre de esta historia probablemente nunca había reconocido que tenía un talento; necesitó que alguien se lo mencionara para que comenzara a desarrollarlo.

Otra manera de reconocer nuestros talentos es mediante nuestro servicio en la Iglesia. A medida que acudimos en busca de la ayuda del Señor en nuestros llamamientos, Él nos guiará con el fin de descubrir los talentos que necesitamos para llevar a cabo nuestras responsabilidades. El élder Franklin D. Richards ha dicho: “A menudo, algunas personas a quienes se les llama para ocupar un cargo en la Iglesia se inclinan a decir: ‘No, no estoy en condiciones de hacerlo. No tengo tanta experiencia ni educación como otra persona que haya servido’. Mas con fe, estudio, esfuerzo y oración, el Señor hará posible que logremos aquello que nos parezca imposible” (en Conference Report, Conferencia de Área de São Paulo, 1975, pág. 23).

El desarrollo de nuestros talentos

Una vez que los hayamos descubierto, ¿cómo los desarrollamos?

Para algunos de nosotros el problema no es reconocer estos talentos, sino vencer el miedo que tenemos de usarlos. El Señor ha dicho: “Mas con algunos no estoy muy complacido, porque… esconden el talento que les he dado, a causa del temor de los hombres… Y acontecerá que si no me son más fieles, les será quitado aun lo que tienen” (D. y C. 60:2–3).

Una manera de desarrollar nuestros talentos es vencer el temor. Esto nunca es fácil de hacer, pero el Señor nos ha dado un buen consejo que puede ayudar: “Mas si estáis preparados,” dice Él, “no temeréis” (D. y C. 38:30). Si estamos preparados, generalmente sentimos la confianza de que podemos hacer lo que nos hemos preparado para hacer. Esta confianza vence el temor.

Una parte importante de la preparación es el estudio; se nos aconseja: “buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe” (D. y C. 88:118). El estudio nos dará confianza, y ésta nos ayudará a motivarnos para desarrollar nuestros talentos.

Otra manera de desarrollar nuestros talentos es usarlos. Aun cuando pensemos que son pequeños, podemos desarrollarlos y, si nuestro deseo es fuerte, practicamos y aprendemos, los talentos débiles llegarán a ser poderosos.

“Nuestra posibilidad más grande para la expansión y el desarrollo se origina en nuestros talentos, nuestras virtudes y nuestras habilidades…

“Si desea tener una espalda fuerte, todo lo que necesita hacer es llevar cargas pesadas. Con este mismo concepto podemos expandir la abundancia de nuestras habilidades a casi cualquier dimensión…

“El Señor nos concede [talentos y habilidades] en forma de préstamo-alquiler; por esa razón, toma para sí todo lo que no se utiliza. Estos son términos similares a los que dio a los hijos de Israel cuando les proporcionó el maná en el desierto. La tierra amanecía cubierta con una abundancia de maná todos los días para que las personas recogieran todo lo que quisieran, pero aquello que no se usaba se descomponía. Lo mismo ocurre con nuestras habilidades. Muchos de nosotros nunca llegamos a tener una espalda fuerte o una gran mente porque las tareas que les damos para cargar no han sido suficientemente pesadas o difíciles. Todo el potencial que no utilizamos, lo perdemos (Sterling W. Sill, “A Hundred–Hundred Marriage”, Ensign, marzo de 1971, págs. 34–35).

A veces miramos los talentos de otras personas y pensamos que los lograron con poco esfuerzo. No comprendemos, sin embargo, que ellos se han esforzado sobremanera para desarrollarlos. Un hombre que trabajó arduamente para desarrollar sus talentos fue el presidente Heber J. Grant. Explicando cómo los desarrolló, él dijo:

“Yo no era capaz de tirar la pelota de una base a otra y… no tenía la energía suficiente para correr o para batear la pelota. Cuando la tomaba, los niños generalmente se reían y se burlaban de mí. Tanta burla hicieron de mi ineptitud para lanzar la pelota que juré solemnemente que jugaría en el equipo de béisbol que ganaría el campeonato dentro del territorio de Utah… Ahorré un dólar, con el que me compré una pelota de béisbol y pasé horas y horas tirándola contra la pared del granero del obispo Edwin D. Woolley… Muchas veces mi brazo me dolía tanto que casi no podía dormir por la noche, pero seguí practicando hasta que finalmente tuve éxito en ingresar al equipo de reserva de nuestro club. Poco tiempo después me inscribí en un club mejor, y llegué a jugar en el equipo titular que finalmente ganó el campeonato de California, Colorado y Wyoming; de este modo cumplí con mi promesa y finalmente me retiré de las canchas de béisbol”.

El presidente Grant también se esforzó arduamente para desarrollar su talento de la caligrafía; “decidió que algún día sería uno de los contadores de la Compañía Bancaria de Wells Fargo”. Un buen contador tenía que escribir bien, de manera que comenzó a practicar para llegar a ser un buen calígrafo; tanto es así que un autor que escribió sobre la vida del presidente Grant dice lo siguiente:

“En los comienzos, su caligrafía era tan mala que cuando dos de sus amigos estaban una vez mirando una de sus páginas, uno le dijo al otro: ‘Este escrito se parece a huellas de gallina’. ‘No’, dijo el otro, ‘para mí es como si un rayo hubiese caído dentro de un tintero’. Sin duda, esto afectó el orgullo del hermano Heber, quien golpeó sobre su escritorio con el puño y dijo: ‘Algún día podré darles a ustedes, mis amigos, una lección de caligrafía’; y así fue como sucedió. Practicó hasta que su caligrafía fue grandemente apreciada por todos los que le conocían; incluso ganó dinero escribiendo tarjetas de Navidad”.

Al presidente Grant siempre le gustaba decir: “Aquello que persistimos en hacer se vuelve más fácil de realizar, no porque haya cambiado la naturaleza de la tarea en sí, sino porque ha aumentado nuestro potencial para realizarla” (véase Leon R. Hartshorn, Classic Stories from the Lives of Our Prophets, págs. 194–195, 166, 207).

Pídale al miembro de la clase que haya asignado que hable de la forma en que él reconoció y desarrolló uno de sus talentos.

Cómo ayudar a nuestra familia para que desarrolle sus talentos

Muestre la ayuda visual 19-a, “Los padres deben fomentar los talentos de sus hijos”.

¿Cómo podemos ayudar a los miembros de la familia a desarrollar sus talentos?

Debemos ayudar a nuestra familia a reconocer y a desarrollar los talentos que tengan, haciéndolos comprender que deben usarlos para servir al Señor.

Use una gráfica o lámina “Ayudando a la familia a desarrollar sus talentos” (véase en la sección “Preparación del maestro”).

A continuación se enumeran algunas de las formas en que podemos ayudar a nuestra familia a desarrollar sus talentos:

1. Aliente a cada miembro de la familia para que reciba una bendición paterna o del sacerdocio.

Muestre la ayuda visual 2-c, “Las bendiciones del sacerdocio están a disposición de todos los miembros de la familia”, o 12-a, “Las bendiciones paternas pueden fortalecer a los miembros de la familia”.

Los padres pueden dar bendiciones a los miembros de la familia para ayudarlos a originar el deseo y la capacidad de desarrollar sus talentos. Si una persona no pudiera recibir una bendición paterna, puede solicitar una bendición del sacerdocio con el mismo propósito, ya sea de un maestro orientador o de un líder del sacerdocio.

2. Desarrolle una buena actitud familiar hacia los talentos.

Debemos enseñar y demostrar que es bueno desarrollar los talentos por medio de nuestro ejemplo. También debemos elogiar constantemente a nuestra esposa e hijos cuando hayan logrado algo, y consolarlos cuando hayan fracasado. Los hombres jóvenes nunca deben criticar a sus padres y hermanos, sino elogiarlos.

3. Ayude a los miembros de la familia a seleccionar los talentos que quieran desarrollar.

Haga un bosquejo con los miembros de la familia de un programa activo para desarrollar los talentos; después, permítales que practiquen dichos talentos. Uno de los mejores momentos para practicarlos es durante la noche de hogar.

4. Aliente a los miembros de la familia para que oren en procura de la fortaleza, el valor y la inspiración para desarrollar sus talentos.

Si en nuestras oraciones familiares le pedimos al Señor que ayude a los miembros de la familia a desarrollar y a usar sus talentos, ellos también se sentirán inspirados para orar por esas bendiciones.

“…buscad diligentemente los mejores dones, recordando siempre para qué son dados; porque de cierto os digo, que se dan para el beneficio de los que me aman y guardan todos mis mandamientos, y de los que procuran hacerlo” (D. y C. 46:8–9).

Conclusión

Nuestro Padre Celestial le ha dado a cada uno de sus hijos dones, talentos y habilidades. Como forma de reconocimiento y porque se trata de un mandamiento, debemos descubrir y desarrollar estos dones. Nuestro Padre Celestial desea que los usemos sabiamente para ayudar a otras personas. En realidad, uno de los propósitos de la Iglesia es ayudarnos a usar y desarrollar los dones y los talentos que Dios nos ha dado al proporcionarnos la oportunidad de servirnos los unos a los otros.

Cometidos

  1. Desarrolle una actitud familiar positiva hacia el desarrollo y uso de los talentos.

  2. Haga un plan para desarrollar uno de sus talentos.

  3. Si usted es poseedor del Sacerdocio de Melquisedec, dé a cada miembro de la familia una bendición para ayudarlos a descubrir sus talentos.

  4. Ayude a los miembros de la familia a seleccionar uno o dos talentos que ellos quieran desarrollar.

  5. Aliente a los miembros de la familia a fin de que oren pidiendo fortaleza, valor e inspiración para desarrollar sus talentos.

Pasajes adicionales de las Escrituras

Lucas 12:47–48 (mucho se requiere de aquellos a quienes mucho les es dado).

Éter 12:35 (si no se comparten, los talentos se nos quitan).

Preparación del maestro

Antes de presentar esta lección:

  1. Lea el capítulo 34 de Principios del Evangelio, “Debemos desarrollar nuestros talentos”.

  2. Pida a un miembro de la clase que relate cómo él descubrió y desarrolló uno de sus talentos.

  3. Prepare la siguiente gráfica o lámina sobre cómo podemos ayudar a los miembros de nuestra familia a desarrollar sus talentos, o escriba esta información en la pizarra.

Cómo ayudar a los miembros de la familia a desarrollar sus talentos

  1. Aliente a cada miembro de la familia para que reciba una bendición paterna o del sacerdocio.

  2. Desarrolle buenas actitudes familiares hacia los talentos.

  3. Ayude a los miembros de la familia a seleccionar los talentos que deseen desarrollar.

  4. Aliente a los miembros de la familia para que oren pidiendo fortaleza, valor e inspiración.

  5. Pida a varios miembros de la clase que lean o presenten las historias y los pasajes de las Escrituras que se encuentran en esta lección.