Antiguo Testamento 2022
Ideas a tener presentes: La lectura del Antiguo Testamento


“Ideas a tener presentes: La lectura del Antiguo Testamento”, Ven, sígueme — Para uso individual y familiar: Antiguo Testamento 2022 (2021)

“Ideas a tener presentes: La lectura del Antiguo Testamento”, Ven, sígueme — Para uso individual y familiar: 2022

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Ideas a tener presentes

La lectura del Antiguo Testamento

Buscar la aplicación personal

Al considerar la oportunidad de estudiar el Antiguo Testamento este año, ¿cómo se siente? ¿Deseoso de estudiarlo? ¿Inseguro? ¿Temeroso? Todas esas emociones son comprensibles. El Antiguo Testamento es uno de los conjuntos de escritos más antiguos del mundo, y esto puede despertar entusiasmo y temor al mismo tiempo. Estos escritos provienen de una cultura antigua que podría parecernos ajena y, en ocasiones, extraña o incluso incómoda. Sin embargo, en ellos hallamos personas que tienen experiencias que nos son familiares, y reconocemos temas del Evangelio que testifican de la divinidad de Jesucristo y Su evangelio.

Es cierto, las personas como Abraham, Sara, Ana y Daniel, por ejemplo, llevaron vidas que, en cierta forma, eran muy diferentes a las nuestras. No obstante, también experimentaron el gozo que produce la familia, así como también discordias familiares, momentos de fe y momentos de incertidumbre, y éxitos y fracasos, al igual que todos nosotros. Lo que es más importante, ejercieron la fe, se arrepintieron, hicieron convenios, tuvieron experiencias espirituales y nunca se dieron por vencidos en sus esfuerzos por obedecer a Dios.

Si se pregunta si usted y su familia pueden hallar elementos significativos en lo personal en el Antiguo Testamento este año, recuerde que la familia de Lehi y Saríah sí los hallaron. Cuando sus hermanos necesitaron ánimo o corrección, u otra forma de ver las cosas, Nefi compartió relatos sobre Moisés, así como las enseñanzas de Isaías. Cuando Nefi dijo: “… mi alma se deleita en las Escrituras” (2 Nefi 4:15), se refería a pasajes de las Escrituras que ahora son parte del Antiguo Testamento.

Busque al Salvador

Si se pregunta si usted y su familia pueden acercarse más a Jesucristo por medio del estudio del Antiguo Testamento, recuerde que el Salvador mismo nos ha invitado a hacerlo. Cuando dijo a los líderes de los judíos: “… las Escrituras […] dan testimonio de mí” (Juan 5:39), se refería a los escritos que nosotros llamamos el Antiguo Testamento. A fin de hallar al Salvador en lo que lea, quizá tenga que meditar pacientemente y procurar guía espiritual. En ocasiones, las referencias a Él son muy directas, como en la declaración de Isaías: “… un niño nos es nacido, hijo nos es dado […]; y se llamará su nombre […] Príncipe de paz” (Isaías 9:6). En otros pasajes, se representa al Salvador de una forma más sutil, por medio de símbolos y semejanzas; por ejemplo, mediante las descripciones de los sacrificios de animales (véase Levítico 1:3–4), o el relato de cuando José perdonó a sus hermanos y los salvó de la hambruna.

Si procura hallar una mayor fe en el Salvador al estudiar el Antiguo Testamento, la hallará. Quizás ese sea el objetivo de su estudio este año. Pida en oración que el Espíritu le guíe para hallar pasajes, relatos y profecías que le acercarán más a Jesucristo, y centrarse en ellos.

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Un profeta de la antigüedad escribiendo

Profeta del Antiguo Testamento, por Judith A. Mehr.

Preservado de manera divina

No espere que el Antiguo Testamento presente la historia del género humano de modo exhaustivo y preciso; eso no es lo que los autores y los compiladores originales trataban de crear. Su mayor preocupación era enseñar algo en cuanto a Dios: sobre Su plan para Sus hijos, lo que significa ser Su pueblo del convenio, y cómo hallar la redención cuando no vivamos a la altura de nuestros convenios. En ocasiones, lo hicieron relatando acontecimientos históricos tal como ellos los entendían, inclusive relatos sobre la vida de grandes profetas. El libro de Génesis es un ejemplo de ello, al igual que libros tales como Josué, Jueces, y 1 y 2 Reyes. No obstante, hubo otros escritores del Antiguo Testamento que no buscaron reflejar el aspecto histórico en lo absoluto. En su lugar, enseñaron mediante obras artísticas como la poesía y la literatura. Los Salmos y los Proverbios pertenecen a dicha categoría. Y luego están las preciadas palabras de los profetas, de Isaías a Malaquías, quienes comunicaban la palabra de Dios al antiguo Israel y, a través del milagro de la Biblia, aún nos hablan a nosotros hoy en día.

¿Sabían todos aquellos profetas, poetas y compiladores que habría personas en todo el mundo miles de años después que leerían sus palabras? No lo sabemos; no obstante, nos maravillamos de que eso sea lo que precisamente ha sucedido. Hubo naciones que surgieron y cayeron, hubo ciudades que fueron conquistadas, hubo reyes que vivieron y murieron; mas el Antiguo Testamento ha sobrevivido a todos ellos, de generación en generación, de escriba a escriba, de traducción a traducción. Por supuesto que se modificaron o perdieron algunas cosas, pero a pesar de eso, de alguna manera, hubo muchísimo que se ha preservado milagrosamente1.

Estas son solo algunas de las cosas a tener en cuenta al leer el Antiguo Testamento este año. Tal vez Dios haya preservado estos antiguos escritos debido a que Él le conoce y sabe por lo que está pasando. Quizás haya preparado un mensaje espiritual para usted en esas palabras, algo que le acercará más a Él y edificará su fe en Su plan y en Su Hijo Amado. Es posible que le guíe a algún pasaje o alguna reflexión que bendiga a alguien que conozca; algún mensaje que pueda compartir con un amigo, familiar o hermano de la Iglesia. Hay un sinnúmero de posibilidades. Es emocionante pensar al respecto, ¿no es así?

Los libros del Antiguo Testamento

En la mayoría de las versiones cristianas del Antiguo Testamento, los libros están organizados de forma diferente al modo en que se organizaron al compilarse por primera vez en un solo volumen. De modo que, mientras que la Biblia hebrea agrupa los libros en tres categorías: la ley, los profetas y los escritos, la mayoría de las Biblias cristianas los organizan en cuatro categorías: la ley (Génesis–Deuteronomio), los libros históricos (Josué–Ester), los libros poéticos (Job–Cantar de los Cantares de Salomón), y los profetas (Isaías–Malaquías).

¿Por qué son importantes tales categorías? Porque el saber qué clase de libro estudia puede ayudarle a entender cómo estudiarlo.

Lo siguiente es algo que hay que tener presente conforme se comience a leer “la ley”, es decir, los primeros cinco libros del Antiguo Testamento. Es probable que dichos libros, que se atribuyen a Moisés, hayan pasado por las manos de numerosos escribas y compiladores con el transcurso del tiempo. Aun así, los libros de Moisés son la inspirada palabra de Dios, a pesar de que estén sujetos a las imperfecciones humanas tal como cualquier obra de Dios que se transmita por medio de seres mortales (véanse Moisés 1:41; Artículos de Fe 1:8). Las palabras de Moroni en referencia al sagrado registro del Libro de Mormón que él contribuyó a compilar nos resultan de ayuda al respecto: “… si hay faltas, estas son equivocaciones de los hombres; por tanto, no condenéis las cosas de Dios” (Portada del Libro de Mormón). En otras palabras, los libros de Escrituras no necesitan estar libres de errores humanos a fin de ser la palabra de Dios.

Nota

  1. El presidente M. Russell Ballard dijo: “No es casualidad ni coincidencia que tengamos la Biblia en la actualidad. El Espíritu indujo a hombres rectos a registrar tanto las cosas sagradas que vieron como las inspiradas palabras que hablaron y oyeron. Otras personas devotas estuvieron prestas a proteger y a preservar esos registros” (“El milagro de la Santa Biblia”, Liahona, mayo de 2007, pág. 80).