Siempre seré una mujer que fue violada, pero ese hecho no afecta quién soy como hija de Dios. Todavía acuden a mi mente los sentimientos de estar dañada, sucia o de no ser lo suficientemente buena, pero ahora soy capaz de recordar verdades eternas para contrarrestarlos. Con cada paso que doy, creo esas verdades cada vez más.