Abuso o maltrato
Día a día


“Día a día”, Ayuda para las víctimas, 2018.

“Día a día”, Ayuda para las víctimas.

Día a día

Nota: Esta es una experiencia real compartida por una persona que sobrevivió al abuso. Los nombres e información reveladora sobre la identidad de los protagonistas han sido cambiados.

No recuerdo exactamente la edad que tenía cuando comenzó a producirse el abuso. Mi hermano, que es unos nueve años mayor que yo, comenzó a abusar de mí. A veces, el abuso tenía lugar durante el día cuando mis padres se habían ido y él estaba a cargo de cuidar a sus hermanos menores. Una vez tenía encendida su radio; todavía recuerdo la canción que estaba sonando. Odio esa canción.

Cuando cumplí ocho años, se suponía que mi padre me bautizaría. Resultó que no podía estar allí en la fecha programada y que mi madre no quería posponer mi bautismo, así que ella sugirió que mi hermano me bautizara. Yo no sabía qué decir, o sea que dejé que lo hiciera. Después, cuestioné mi bautismo durante mucho tiempo.

Mi otro agresor fue mi primo. Él comenzó a abusar de mí cuando su familia vino a visitarnos dos semanas. Yo tenía siete u ocho años. Odié todo eso.

Unos dos años después, la familia de mi primo se mudó más cerca de mi familia. Los visitábamos los fines de semana y durante el verano nos quedábamos con ellos durante semanas seguidas. El abuso continuó. Él siempre trataba de estar a solas conmigo. Me sentía asquerosa y sucia e impotente.

A los 12 años hablé con mi obispo acerca de obtener una recomendación para el templo para hacer bautismos por los muertos. Cuando mi obispo hizo una de las preguntas recomendadas para la entrevista, comencé a llorar. Él supo lo que aquello significaba. Todo lo que dijo fue: “¿Quién ha sido?”. Solo le dije que mi primo. Mi hermano estaba a punto de volver a casa después de su misión, así que no dije nada sobre él. Luché con esa decisión durante la mayor parte de mi vida.

Comencé a tomar alcohol en octavo o noveno grado. Durante mi adolescencia me involucré sexualmente con varios novios. Tenía una actitud de “no me importa” y hacía lo que se me pedía. Después de la secundaria terminé mudándome con mi novio durante aproximadamente un año hasta que terminamos la relación.

Un buen amigo me ayudó a pensar qué quería hacer con mi vida. Comencé a ir a la Iglesia de nuevo y a volver a encarrilar mi vida. Finalmente me casé con un hombre increíble. Cuando llevábamos 13 años de casados, le conté sobre el abuso. Simplemente me tomó en sus brazos y me abrazó. Él me ayudó a conseguir asesoramiento, y luego comencé a asistir a terapia de grupo. Me sentí deprimida durante meses después de hablarle a mi esposo sobre los abusos, pero después de participar en terapia individual y grupal he estado mucho mejor.

He experimentado muchos de los efectos secundarios del abuso. Soy una madre muy protectora. No confío en la gente fácilmente. Me cuesta mucho tomar decisiones por mí misma.

De alguna manera, he usado lo que he aprendido para ser una mejor madre. Mi esposo y yo enseñamos a nuestros hijos sobre lo que es el contacto físico apropiado. Tenemos una política de puertas abiertas y les decimos a nuestros hijos que pueden hablarnos sobre cualquier cosa.

Todavía tengo días malos, pero he aprendido a sobrellevar las cosas día a día. Ahora los días malos se dan con menos frecuencia. Tengo esperanza en el futuro.

Si usted o alguien que conoce ha sufrido abuso, busque ayuda de inmediato de las autoridades civiles, servicios de protección infantil o servicios de protección para adultos. También puede buscar ayuda de un abogado defensor para víctimas, de un profesional médico o de servicios sociales. Estos servicios pueden ayudarle a protegerse y prevenir más abuso o maltrato. Encontrará más información en la página “En crisis”.