2023
Entender “¿Por qué?”
Febrero de 2023


“Entender ‘¿Por qué?’” Liahona, febrero de 2023.

Jóvenes adultos

Entender “¿Por qué?”

Al afrontar una terrible prueba, me enojé y quise saber la razón.

Imagen
joven adulto de pie a orillas de un lago

Algunos de nosotros pasamos gran parte de nuestra vida preguntándonos “¿por qué?”.

“¿Por qué vine aquí?”,

“¿por qué tenemos tantos mandamientos?”,

“¿por qué permite Dios que sucedan cosas malas?”.

En la misión, muchas personas me hicieron este tipo de preguntas, y siempre tenía una respuesta para ellas. Tenía fe en el Evangelio y sabía que, sin importar lo que sucediera, Dios estaría para ayudarme.

O al menos pensé que la tenía.

A los catorce meses de la misión, me desperté una mañana y sentí que algo estaba mal. Me sentía sumamente mareado y empecé a trastabillar con las palabras. Cada día que pasaba, las cosas empeoraban. La vida se sentía confusa. Estaba exhausto. No podía mantener conversaciones, leer las Escrituras ni hacer ejercicio. Incluso mantenerme despierto parecía imposible.

Al poco tiempo, me encontraba en un avión de regreso a casa antes de lo que había planeado. Mi misión terminó muy bruscamente y mis planes para la vida no marchaban como esperaba. De repente, me planteaba la pregunta que muchos me habían hecho en la misión:

¿Por qué dejó Dios que esto me pase a mí?

Falta de respuestas

Busqué respuestas. ¡Estaba seguro de que regresaría a la misión porque todavía me quedaba mucho por hacer y aprender! Había sido fiel y obediente, así que tenía que ser bendecido por ello, ¿verdad? Todos los días me decía a mí mismo que los médicos encontrarían la cura y que regresaría. Oraba continuamente. Pero con el tiempo, sin respuestas, me vi obligado a aceptar que la misión realmente había terminado.

Sin respuestas, el tiempo pasó como un sueño. Nada parecía real. Siempre me sentía medio dormido. Mis pasatiempos favoritos eran incluso imposibles para mí. Me perdí espiritualmente y me aparté de Dios. En mi dolor, creía que no podía regresar a la luz. Así que me puse cómodo en la oscuridad.

Pero después de meses de oscuridad, ocurrió un milagro y un médico me diagnosticó narcolepsia con cataplejía, que es un trastorno autoinmune que daña la parte del cerebro que regula el ciclo de sueño y vigilia.

Mi afección no era curable, pero al menos podíamos tratar los síntomas. Y esa respuesta fue un rayo de esperanza que también me inspiró a volver a encontrar la luz de Cristo en mi vida.

Así que, humilde, hice una oración sincera y volví a preguntar:

¿Por qué me pasó esto a mí?

Y con mi renovada esperanza, el Espíritu me dijo que ya sabía la respuesta.

Aplicar las verdades a mi propia vida

Uno de mis pasajes preferidos de las Escrituras es Romanos 8:28: “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas obrarán juntamente para su bien”. Todas las cosas, incluso los problemas.

Conocía esa verdad.

La había enseñado muchas veces en la misión, pero no la había aplicado a mi propia vida. Me di cuenta de que había acumulado enojo contra Dios desde que había regresado a casa antes de tiempo de la misión. No había encontrado la paz que Él promete porque no le había permitido que me ofreciera esas bendiciones.

Como dijo el presidente Russell M. Nelson: “[E]l gozo que sentimos tiene poco que ver con las circunstancias de nuestra vida, y tiene todo que ver con el enfoque de nuestra vida”1.

Desde mi limitada perspectiva, me había resentido con Él y no quería ser feliz hasta que mi vida transcurriera como yo quería. Pero el Padre Celestial me recordó que mi dolor tenía un propósito más elevado: permitirme venir a Cristo, cambiarme y experimentar gozo. Después de todo, “Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los hombres para que tengan gozo” (2 Nefi 2:25).

El élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, ha enseñado: “[E]n medio de este fuego purificador, en lugar de enojarte con Dios, acércate a Él. Invoca al Padre en el nombre del Hijo. Camina con Ellos en el Espíritu, día a día. Permite que Ellos con el tiempo te manifiesten Su fidelidad a ti. Llega a conocerlos a Ellos de verdad y a conocerte a ti mismo verdaderamente. Deja que Dios prevalezca”2.

Ahora entiendo que el saber que el Padre Celestial y Jesucristo están con nosotros no siempre quitará los aguijones de esta vida. Todavía tengo problemas con mi enfermedad. Pero confiar en Ellos y amarlos siempre dará significado a los dolores y a los “porqués” aparentemente sin sentido que sobrellevemos. Toda aflicción, toda desilusión, todo dolor puede transformarse de ser un aguijón a ser una lección que enseñan amorosamente nuestro Padre Celestial y Su Hijo Jesucristo.

Al seguir buscándolos, Ellos continúan enseñándome y ofreciéndome gozo cada día.

El autor vive en Washington, EE. UU.

Notas

  1. Russell M. Nelson, “El gozo y la supervivencia espiritual”, Liahona, noviembre de 2016, pág. 82.

  2. D. Todd Christofferson, “Nuestra relación con Dios”, Liahona, mayo de 2022, pág. 79.