2022
Estamos aquí para apoyarlo
Abril de 2022


“Estamos aquí para apoyarlo”, Liahona, abril de 2022.

Voces de los Santos de los Últimos Días

Estamos aquí para apoyarlo

Siempre recordaré las conversaciones y el amor que me ayudaron en mi difícil viaje de regreso a casa.

Imagen
un hombre manejando un auto por la noche

Acababa de terminar una ronda de tratamiento contra el cáncer en San Diego, California, EE. UU., y tenía que conducir hasta mi casa, a más de novecientos kilómetros de distancia. Estaba cansado y solo, y oré para pedir ayuda y guía.

Ya había hecho más de cincuenta viajes semanales a San Diego para recibir tratamiento en un centro oncológico de allí, pero ese viaje era más difícil debido a la pandemia del COVID-19. Las restricciones de la pandemia impedían que mi esposa viajara conmigo y yo no podía volar en un avión porque a mis médicos les preocupaba que pudiera contraer el virus. Si enfermaba, probablemente no sobreviviría. Ir en auto yo solo era la única opción.

Mi esposa y mi madre me llamaron porque estaban preocupadas por mí; iba a ser una noche muy larga.

Cuando mi hermano ministrante, el hermano Brough, se enteró de que yo estaba en San Diego y estaba a punto de manejar hasta casa, también se preocupó. Me llamó para saber cómo estaba y luego organizó una brigada telefónica. Pidió a varios miembros de nuestro cuórum de élderes que se turnasen para llamarme y hablar conmigo durante una hora. Sus llamadas me harían compañía y me mantendrían despierto y alerta.

Durante mi viaje de diez horas, disfruté de la compañía de esos buenos hermanos mientras conversaban conmigo. En cuanto terminaba cada hora de llamada, nos despedíamos. Entonces mi teléfono volvía a sonar y yo ponía alegremente a la nueva persona que llamaba en el altavoz de mi auto.

Al agradecer a cada una de las personas que llamaban, a menudo decían: “Me alegra poder ayudar. Estamos aquí para apoyarlo, hermano”.

El recordar la bondad de esos buenos hermanos que dedicaron una hora de su noche para guiarme a salvo hasta mi casa aún hace que me salten las lágrimas. En verdad fue una noche larga, pero siempre recordaré nuestras conversaciones y el amor que esos hermanos me demostraron.

Todos estamos en un largo, y a veces difícil, viaje de regreso a nuestro hogar celestial. Todos necesitamos a buenas personas que nos alienten a lo largo del camino.

Estoy agradecido por las muchas personas que han orado por mi familia y por mí, nos han prestado servicio y nos han amado durante mi larga lucha contra el cáncer, especialmente los hermanos de mi cuórum de élderes, que nos han ministrado, apoyado y guiado en cada paso del camino (véase Mateo 25:35–40).