2017
Me propuse encontrar un templo
Febrero de 2017


Me propuse encontrar un templo

La autora vive en Auvernia-Ródano-Alpes, Francia.

Andaba en busca de un lugar santo y encontré la manera de formar parte de una familia eterna.

Imagen
Illustrated scene of city in France

Ilustración por Andrea Cobb.

Corría el año 1973; mientras pasaba por algunas dificultades, sentí el fuerte deseo de conocer a Dios, así que decidí leer la Biblia. Un día leí sobre el templo de Salomón en 2 Crónicas 2–5 y tuve la sensación de que en la Tierra se encontraba un lugar tan santo como ese, de modo que ayuné y oré a fin de que el Espíritu Santo me guiara para encontrarlo. Sentía que si hallaba un templo, podría hablar con uno de los siervos del Señor sobre mis problemas y él me ayudaría a resolverlos.

Así que me propuse encontrar un templo. En esa época vivía en Fontenay-sous-Bois, un suburbio de París, y comencé a conducir hacia la ciudad en busca de un templo. Miré muchos edificios, inclusive iglesias y sinagogas, pero no encontré ningún templo. Al volver a casa, oré y me pregunté por qué no podía hallar un templo. ¿Acaso no era lo suficientemente pura? O, ¿simplemente no estaba preparada?

Olvidé por completo mi búsqueda fallida hasta que unas hermanas misioneras de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días vinieron a mi hogar en febrero de 1980. Me dijeron que el templo más cercano se encontraba en Zollikofen, Suiza: el Templo de Berna, Suiza.

Me bauticé el 12 de abril de 1980, y fui al templo por primera vez poco más de un año después, el 5 de mayo de 1981. Allí pude efectuar la obra del templo a favor de varias mujeres de mi familia, entre ellas mis abuelas, tías y primas.

De todas ellas, a la única que había conocido era a mi prima Olga;

ella era de Italia y se había casado muy joven, pero, lamentablemente, su esposo era violento y le era infiel. Con la ayuda de su padre y su hermano, Olga decidió huir cuando esperaba a su quinto hijo.

Ella se fue a vivir con sus padres y su hermano. Después del nacimiento de ese niño, Olga falleció y sus padres nunca se recuperaron del impacto de su muerte repentina.

Mientras llevaba a cabo las ordenanzas en el templo a favor de Olga, constantemente acudía una palabra a mi mente: misión. Sin embargo, me sentía confundida, ya que estaba ocupada criando a tres hijos yo sola y no había manera de que pudiera ir en una misión.

La respuesta llegó varios meses después. Un día, mi primo Renzo me dijo que la mamá de Olga, o sea mi tía Anita, había fallecido. De repente recordé que había efectuado la obra por Olga un día martes, y que su madre había fallecido el viernes siguiente. Con gran emoción, tuve la impresión de que Olga había estado ansiosa por recibir las ordenanzas del templo para poder recibir a su mamá en el mundo de los espíritus. Tal vez esa era la misión de Olga.

No obstante, yo también tenía la misión de ayudar a mis propios padres. En varias ocasiones había hecho el intento de hablarles sobre la Iglesia, pero no habían mostrado interés, de modo que después de que mi madre y mi padre fallecieron, realicé la obra del templo por ellos lo más pronto que pude.

Cuando mis padres fueron sellados, el corazón me latía con fuerza y los ojos se me llenaron de lágrimas de amor; después fui sellada a mis padres. No podía dejar de pensar en mi madre, y tuve el deseo de abrazar a la hermana que había servido como su representante. Le agradecí que hubiese representado a mi madre; la hermana también tenía lágrimas en los ojos y me agradeció que le permitiera tener esa experiencia. A pesar de que no la conocía, sentimos que pertenecíamos a la misma familia.

Después mis padres fueron sellados a sus padres, y Olga, a quien yo representaba en la ordenanza, fue sellada a sus padres, mi tío Marino y mi tía Anita.

Cada vez que recuerdo esas experiencias, me embarga la emoción. Pienso en Olga, y espero que ella esté cumpliendo su misión al otro lado del velo. Gracias a las ordenanzas del templo, ya no soy la única miembro de la Iglesia de mi familia. Tengo la creencia de que mis padres aceptaron las ordenanzas que se efectuaron a favor de ellos. Me llena de gozo y agradezco al Señor que hiciera posible que yo estableciera una familia eterna mediante las bendiciones de Su santo templo.