2016
Decidida a dejarlo
Abril de 2016


Decidida a dejarlo

La autora vive en Nueva York, EE. UU.

Mi destreza para tocar el piano no mejoraba, aun después de años de práctica. Mis padres me dijeron que podría dejarlo, pero con una condición: tenía que aprender cincuenta himnos.

Imagen
playing piano

Di un portazo al entrar en la casa con los ojos bañados en lágrimas después de otra decepcionante lección de piano. Era mi cuarto año estudiando piano y apenas sabía tocar una sencilla canción infantil. Mi maestra había intentado decir algo positivo acerca de mi horrible manera de tocar, pero yo solo me sentía peor. Mis padres estaban pagando clases de piano que yo no quería y en las que no tenía esperanza.

Quería que me permitieran dejar de tocar. “Por favor”, les supliqué. “Haré lo que sea; lo que me pidan”.

Después de conversar entre ellos, dijeron: “Te permitiremos dejarlas si aprendes cincuenta himnos”.

Empecé a practicar de inmediato. Quería abandonar las clases tanto que estaba dispuesta a pasar tiempo extra en el piano. Tardé casi un mes en dominar el primero de los himnos: “Te damos, Señor, nuestras gracias” (Himnos, nro. 10). Seguía decidida a dejar de tocar, así que continué practicando.

Sucedió algo interesante: cada vez era más fácil tocar los himnos; me sentía más feliz durante la semana; me di cuenta de que tarareaba los himnos durante el día y cantaba más fuerte en la reunión sacramental.

Con el tiempo, dejé de llevar la cuenta de cuántos himnos sabía tocar. A medida que me volvía más diestra en el piano, me di cuenta de que podía aprender un himno nuevo casi a la perfección en menos de media hora.

Cuando finalmente sumé todos los himnos, vi que había aprendido muchos más que cincuenta; y ya ni se me ocurría hablar de dejar de tocar el piano. Había desarrollado mucha más confianza en mi habilidad para tocar y había sentido el poder de los himnos en mi vida.

Los himnos son como las Escrituras: ambos declaran la verdad. Cuando toco los himnos, siento como si me sumergiera en las Escrituras. Aprender a tocar los himnos ha sido el impulso inicial para edificar mi testimonio y aprender la verdad. A veces acudo a la letra de diversos himnos para ayudarme a sobrellevar el día. Tocar el piano ha fortalecido mi testimonio y me ha abierto puertas a dondequiera que voy.