2016
El fundamento para mi testimonio
Febrero de 2016


Jóvenes

El fundamento para mi testimonio

La autora vive en Idaho, EE. UU.

Cuando tenía dieciséis años, un amigo apareció en nuestra casa con los misioneros y, un mes después de la primera charla, todas mis preguntas habían recibido una clara respuesta. Sentí el Espíritu Santo testificar de la veracidad de los mensajes acerca de la Restauración; no se parecía a nada de lo que había sentido antes, y supe que todo era verdad.

Sin embargo, experimenté más rechazo y oposición que nunca antes; me sentía sola, cansada y confusa. Si estaba haciendo lo correcto, ¿por qué hallaba tanta adversidad? No podía entender cómo mis pruebas eran para mi bien. Los misioneros me enseñaron a ayunar y a orar, aun en medio del día en la escuela. Cuando las cosas se hacían insoportables, oraba con fervor e inmediatamente sentía el consuelo del Espíritu.

La semana de mi bautismo estuvo lleno de pruebas: mi jefe me amenazó con despedirme si no iba a sustituir a otra persona el día de mi bautismo, acabé en el hospital con piedras en el riñón y mis padres me pidieron que me fuera de casa. Con tantas cosas fuera de mi control, lo único que podía hacer era volverme al Señor.

Cada una de esas pruebas resultó ser para mi beneficio; me ayudaron a aprender en cuanto a las doctrinas del Evangelio, y eso me proporcionó el fundamento para mi testimonio.