2015
Élder G. Richard. Scott: Dedicar su mejor esfuerzo a la obra del Señor
En memoria delÉlder Richard G. Scott


Élder Richard G. Scott: DEDICÓ su mejor esfuerzo a la obra del Señor

“Como uno de Sus apóstoles autorizado para dar testimonio de Él, testifico solemnemente que sé que el Salvador vive, que Él es un personaje resucitado y glorificado de amor perfecto”1.

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Richard G. Scott with wood panel background

Arriba: Fotografía cortesía de Deseret News

Desde muy joven, el élder Richard G. Scott tuvo el deseo de hacer lo correcto, aun cuando fuera difícil. “Cuando era muy joven”, dijo, “hice un convenio con el Señor de que dedicaría mis mejores esfuerzos a Su obra”2. Su integridad para con ese convenio guió sus decisiones a lo largo de su vida. Sirvió como misionero de tiempo completo, presidente de misión y miembro de los Setenta; después, como apóstol del Señor.

El élder Scott nació en Pocatello, Idaho, EE. UU., el 7 de noviembre de 1928. Cuando Richard tenía cinco años de edad, él y su familia se mudaron a Washington, D.C., donde su padre trabajó para el Departamento de Agricultura de los EE. UU. bajo el élder Ezra Taft Benson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, quien prestaba servicio como secretario de agricultura.

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Kenneth and Mary Scott family

Arriba a la izquierda: Con el apoyo de sus padres, Richard disfrutaba de desarmar cosas, aprender cómo funcionaban y volver a armarlas. Arriba: Kenneth y Mary Scott con sus hijos (desde la izquierda): Gerald, Wayne, Walter, Mitchel y Richard.

Cuando Richard era joven, su familia no asistía a la Iglesia de forma regular. Sus padres, Kenneth y Mary, le enseñaron buenos valores, pero Kenneth no era miembro de la Iglesia en ese momento y Mary estaba menos activa. (Kenneth luego se unió a la Iglesia, y él y su esposa se convirtieron en miembros activos; sirvieron en el Templo de Washington D.C. durante muchos años). Richard asistía a la Iglesia ocasionalmente, gracias a la motivación de sus buenos amigos, obispos y maestros orientadores.

Durante sus años de secundaria (preparatoria), Richard era un joven sociable. Fue elegido presidente del grupo estudiantil, tocaba el clarinete en una banda y fue bastonero de la banda de música. Aunque fue buen estudiante en la escuela y tenía muchos amigos, se sentía solo y carecía de confianza. Se dio cuenta después, como misionero, “que si realmente entendía el Evangelio, no había lugar para esa clase de sentimientos en mi vida”3.

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brothers playing musical instruments

Arriba: Richard (en el centro) con sus hermanos menores. Arriba a la izquierda: Richard se graduó de la universidad en 1950 con una licenciatura en Ingeniería mecánica. Izquierda: Richard, tocando el clarinete, con sus hermanos.

Durante las vacaciones de verano de la escuela, Richard encontró varios trabajos para reunir dinero para la universidad. Un verano trabajó en un barco que recogía ostras en la costa de Long Island, Nueva York. Otro verano viajó a Utah para trabajar en el servicio forestal talando árboles; y también reparaba vagones de ferrocarril. Otro verano solicitó empleo en la Compañía de Parques de Utah, a pesar de que le habían dicho que no había puestos disponibles. Se ofreció a lavar los platos por dos semanas sin recibir salario. Pensó que al menos tendría un lugar donde dormir y comida para alimentarse. Después de demostrar la iniciativa de ayudar a cocinar, así como de lavar los platos, lo contrataron4.

Después de la escuela secundaria, el élder Scott asistió a la Universidad George Washington, en Washington D.C., donde obtuvo un título en Ingeniería Mecánica.

Pensar en servir en una misión

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Richard G. Scott as a missionary

Abajo: El élder Scott sirvió como misionero en Uruguay. Abajo: Después de su misión, se casó con Jeanene Watkins en el Templo de Manti, Utah, en julio de 1953.

A los 22 años, él no había pensado mucho en prestar servicio en una misión; pero comenzó a pensarlo después de que la joven con la que estaba saliendo, Jeanene Watkins, le dijo: “Cuando me case, lo haré en el templo y con un exmisionero”5. Él comenzó a orar acerca de servir en una misión y se reunió con su obispo para hablar sobre ello. Fue llamado a servir en Uruguay, de 1950 a 1953.

Jeanene estudió Danza Moderna y Sociología en la Universidad George Washington. Se graduó en 1951 y luego sirvió en una misión en el noroeste de los Estados Unidos. Dos semanas después de que el élder Scott regresó de su misión, él y Jeanene fueron sellados en el Templo de Manti, Utah, en julio de 1953. Con respecto al sellamiento, durante la conferencia general, dijo: “No tengo palabras para describir el sentimiento de paz y serenidad que viene al tener la seguridad de que, si continúo viviendo dignamente, podré estar con mi amada Jeanene y nuestros hijos para siempre en virtud de esa ordenanza sagrada efectuada mediante la debida autoridad del sacerdocio en la Casa del Señor”6.

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Richard and Jeanene Scott on wedding day

El élder Scott tomó decisiones correctas muchas veces en su vida, a pesar de la oposición y de la presión de sus compañeros. Tal fue el caso al aceptar el llamamiento de cumplir una misión. Él recuerda: “Profesores y amigos trataron de disuadirme de aceptar el llamamiento misional, diciéndome que dañaría severamente mi incipiente carrera de ingeniero. Pero, poco después de mi misión, fui seleccionado para el Programa Nuclear de la Marina… En una reunión que yo debía dirigir, descubrí que uno de los profesores que me había aconsejado no ir a la misión ocupaba una posición en un programa considerablemente menor que el mío. Fue un testimonio impresionante para mí ver cómo el Señor me había bendecido al poner mis prioridades en orden”7.

Unos cinco años después de que se casaron, el élder y la hermana Scott vivieron lo que él describió como “una experiencia de crecimiento”, una prueba difícil que terminó siendo una bendición en la vida de su familia. En esa época tenían una hija y un hijo, de tres y dos años. La hermana Scott estaba embarazada de una niña. Lamentablemente, la bebé falleció al nacer.

Seis semanas más tarde, Richard, su hijo de dos años, murió después de una cirugía para corregir un defecto congénito del corazón. El élder Scott dijo de esa experiencia:

“Mi padre, que entonces no era miembro de la Iglesia, amaba entrañablemente al pequeño Richard y le dijo a mi madre, que era inactiva: ‘No entiendo cómo Richard y Jeanene pueden aceptar la pérdida de esos hijos’.

“Mi madre, siguiendo una impresión que tuvo, le contestó: ‘Kenneth, ellos se han sellado en el templo y saben que tendrán a sus hijos en la eternidad si viven con rectitud. Pero tú y yo no tendremos a nuestros cinco hijos porque no hemos hecho esos convenios’.

“Mi padre meditó sobre esas palabras; después, empezó a reunirse con los misioneros de estaca y al poco tiempo se bautizó. Al año, mi mamá, mi papá y los cinco hijos nos sellamos en el templo”8.

El élder y la hermana Scott luego adoptaron cuatro hijos más.

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Richard and Jeanene Scott family

Arriba: La familia Scott en 1965, en la época de su llamamiento para servir como presidente de misión en Argentina, con sus hijos Mary Lee, Linda y Kenneth. Abajo (desde la izquierda): Kenneth, David, Linda, Jeanene, el élder Scott, Michael y Mary Lee. Página opuesta: Cuando trabajaba para la Fuerza Naval estadounidense, el élder Scott ayudó a diseñar un reactor nuclear para el primer submarino nuclear.

Su servicio como presidente de misión

Mientras trabajaba en el programa naval en Oak Ridge, Tennessee, el élder Scott completó el equivalente a un Doctorado en Ingeniería Nuclear. Debido a que el campo era confidencial, no le podían dar el título. El oficial naval que invitó a Richard a unirse al programa nuclear era Hyman Rickover, un innovador en el campo. Trabajaron juntos doce años, hasta que Richard fue llamado a servir como presidente de misión en Argentina en 1965. El élder Scott explicó cómo recibió el llamamiento:

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Richard G. Scott in navy uniform

Arriba: La familia Scott en 1965, en la época de su llamamiento para servir como presidente de misión en Argentina, con sus hijos Mary Lee, Linda y Kenneth. Abajo (desde la izquierda): Kenneth, David, Linda, Jeanene, el élder Scott, Michael y Mary Lee. Página opuesta: Cuando trabajaba para la Fuerza Naval estadounidense, el élder Scott ayudó a diseñar un reactor nuclear para el primer submarino nuclear.

“Cierta noche, me hallaba reunido con las personas encargadas de una parte esencial del equipo de propulsión, cuando mi secretaria nos interrumpió y me dijo: ‘Hay un hombre al teléfono que dice que si le digo su nombre, usted se pondrá al aparato’.

‘¿Cómo se llama?’, le pregunté.

‘Harold B. Lee’, respondió.

‘Tiene razón’, le contesté, y acepté la llamada. El élder Lee, que luego fue llamado a servir como Presidente de la Iglesia, me preguntó si podía verme esa misma noche. Se hallaba en la ciudad de Nueva York y yo estaba en Washington D.C. Tomé un vuelo para reunirme con él y mantuvimos una entrevista que derivó en mi llamamiento como presidente de misión”.

El élder Scott entonces sintió que debía hacerle saber inmediatamente al almirante Rickover, una persona muy trabajadora y exigente, acerca de su llamamiento.

“Mientras le explicaba en qué consistía el llamamiento misional y que me obligaría a tener que dejar mi empleo, él se molestó bastante, al grado de decirme cosas que ahora no puedo repetir y de romper la bandeja de los papeles que había sobre su escritorio; y con los comentarios que hizo después, dejó bien claros dos puntos:

“‘Scott, su trabajo en este programa de defensa es tan importante que nos costará un año poder reemplazarle, así que no puede irse. Segundo, si se va, se convertirá en un traidor a su país’.

“Le dije: ‘Puedo capacitar a mi sustituto en los dos meses que me restan, así no habrá riesgo alguno para el país’.

“La conversación siguió y finalmente me dijo: ‘Jamás volveré a dirigirle la palabra. No quiero volver a verlo. Está acabado, y no solo aquí; no se le ocurra ni pensar en volver a trabajar en el campo de la energía nuclear’”.

“Yo le respondí: ‘Almirante, puede echarme de su despacho, pero a menos que me lo impida, voy a entregar esta asignación a otra persona’”.

Fiel a su palabra, el almirante dejó de hablarle al élder Scott. Cuando había que tomar decisiones críticas, él enviaba un mensajero; y asignó a una persona para asumir la responsabilidad del élder Scott, a quien el élder Scott capacitó.

En su último día en el trabajo, el élder Scott solicitó una cita con el almirante. Su secretaria se quedó atónita. El élder Scott entró al despacho con un ejemplar del Libro de Mormón. El élder Scott explicó lo que pasó después:

“Él me miró y me dijo: ‘Siéntese, Scott. ¿Qué tiene? De toda manera posible he tratado de forzarlo a cambiar de idea. ¿Qué es lo que tiene?’. Entonces se produjo una conversación muy interesante y apacible. En esa ocasión se mostró más dispuesto a escuchar.

“Dijo que leería el Libro de Mormón y entonces sucedió algo que jamás pensé que ocurriera: ‘Cuando vuelva de la misión’, me dijo, ‘quiero que me llame. Habrá un puesto para usted’”9.

El élder Scott compartió una lección que aprendió de esa experiencia: “Tú tendrás que hacer frente a dificultades y tomar decisiones difíciles a lo largo de la vida. Ten desde ahora la determinación de hacer siempre lo justo por más que te cueste, pues, suceda lo que suceda, siempre será para tu beneficio”10.

En su servicio en Argentina, el presidente Richard G. Scott fue un presidente de misión eficiente y compasivo. Uno de sus misioneros, Wayne Gardner, recuerda haber tenido que hacer arreglos para una conferencia misional que se llevaría a cabo lejos de la casa de la misión y él tenía la responsabilidad de recoger al presidente Scott del aeropuerto. A último momento, el edificio que el élder Gardner había programado usar para la conferencia no estaba disponible. Por ello, a su compañero y a él se les hizo tarde para llegar al aeropuerto a recoger al presidente Scott. También olvidaron decirle al conductor del taxi que los esperara y no había otros taxis, así que, se quedaron varados.

“Aun cuando podía ver la frustración reflejada en el rostro del presidente”, el élder Gardner recuerda, “pasándome el brazo sobre los hombros, me expresó su cariño. Él fue muy comprensivo y paciente. Espero no olvidar nunca esa lección”11.

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Richard G. Scott holding up Book of Mormon

El presidente Scott confió en el Libro de Mormón como una fuente de inspiración para sí mismo y para los misioneros. En una ocasión, un misionero fue a su oficina con un problema. El élder Scott recordó:

“Mientras él hablaba, comencé a pensar en comentarios específicos para ayudarle a resolver su dificultad. Cuando terminó de hablar, le dije: ‘Sé cómo ayudarle’. Me miró con entusiasmo y de repente mi mente se quedó en blanco. No podía recordar nada de lo que había preparado para decirle.

“Con ansiedad, comencé a hojear el Libro de Mormón que tenía en mi mano hasta que mi atención se dirigió a un pasaje de las Escrituras muy significativo, el cual le leí. Eso ocurrió tres veces. Cada pasaje de las Escrituras se aplicó perfectamente a su situación. Entonces, como si una cortina se hubiera levantado de mi mente, recordé el consejo que había planeado darle. Ahora ese consejo tenía mucho más significado, porque estaba basado en un fundamento de gran valor de las Escrituras. Cuando terminé de hablar, él dijo: ‘Sé que el consejo que me ha dado ha sido inspirado porque usted repitió los mismos tres pasajes de las Escrituras que me dieron cuando fui apartado como misionero’”12.

Servicio continuo a la Iglesia en el hogar y lejos de casa

Cuando el élder y la hermana Scott culminaron su misión y regresaron a Washington, D.C., el élder Scott siguió trabajando en la industria de la ingeniería nuclear. Algunos de sus colegas que habían trabajado con él antes de su misión le pidieron que se uniera a su firma consultora privada. Trabajó para esa compañía desde 1969 hasta 1977. En la Iglesia, sirvió como consejero en una presidencia de estaca y después como representante regional.

En 1977, ocho años después de haber sido relevado como presidente de misión, el élder Richard G. Scott fue llamado al Primer Cuórum de los Setenta. Sus primeras asignaciones incluyeron prestar servicio como director ejecutivo del Departamento del Sacerdocio y luego como administrador ejecutivo en México y Centroamérica. Él y su familia vivieron en la Ciudad de México tres años durante esa asignación. Los miembros de Latinoamérica apreciaron su estilo de liderazgo amigable, su habilidad de hablar español y su sincero amor por la gente.

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Richard G. Scott with Mexican Saints

Arriba: El presidente Spencer W. Kimball y la hermana Camilla Kimball visitaron la Misión Argentina Norte, donde el élder Scott servía como presidente de misión. El élder Scott también abrió la obra misional entre los indios quechua en el sur de Bolivia. Abajo: El élder Scott, que hablaba español con fluidez, presidió la creación de la estaca número cien de México.

Abajo: fotografía cortesía de los archivos de Deseret News

Incluso en su función como Autoridad General, fue lo suficientemente humilde para aprender de los maestros y líderes locales. Recordó haber recibido revelación cuando estaba sentado en una reunión del sacerdocio en una rama de la Ciudad de México:

“Recuerdo vívidamente cómo un humilde líder del sacerdocio mexicano se esforzaba por comunicar las verdades del Evangelio del material de su lección. Su actitud evidenciaba su amor puro por el Salvador y el amor que sentía por aquellos a quienes enseñaba.

“Su sinceridad, su intención pura y su amor hicieron que una gran fortaleza espiritual envolviera el salón. Me sentí sumamente conmovido. Después, comencé a recibir impresiones personales como extensión de los principios que ese humilde maestro había enseñado…

“Al recibir cada impresión, la anotaba al detalle. En el proceso, recibí magníficas verdades que necesitaba enormemente para ser un siervo del Señor más eficiente”13.

Después de regresar de México, recibió otra asignación valiosa: Prestó servicio como director administrativo del Departamento de Historia Familiar. No solo ayudó a supervisar la obra de historia familiar de la Iglesia, sino que también estaba personalmente involucrado en la suya. Debido a que el padre del élder Scott era converso a la Iglesia, había que hacer mucha investigación en esa línea familiar; así que, el élder Scott y su esposa, junto con sus padres, dedicaron tiempo a investigar su historia familiar.

A mediados de los años ochenta, la tecnología comenzó a desempeñar un papel más grande en la obra de historia familiar, pero “aun con la ayuda de las computadoras, la participación personal en esta obra es y siempre será un requisito”, dijo el élder Scott, “para que los miembros de la Iglesia tengan las grandes experiencias espirituales que la acompañan”14.

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Quorum of the Twelve Apostles

Izquierda: Se llamó al élder Scott (bien a la derecha) al Cuórum de los Doce Apóstoles en 1988, donde sirvió veintisiete años. Abajo a la izquierda: Saluda al presidente Monson. Abajo: Se llamó al élder Scott a servir en la Presidencia de los Setenta en 1983. Abajo: Saliendo de la conferencia general con los élderes Jeffrey R. Holland y M. Russell Ballard.

En 1988 le llegó un llamamiento abrumador. Se reunió con el presidente Ezra Taft Benson (1899–1994), quien, “con ternura, amor y gran comprensión”, extendió al élder Scott el llamamiento para ser un apóstol del Señor. “No podía dejar de llorar”, dijo el élder Scott de esa experiencia. “Y entonces el presidente Benson me habló muy gentilmente de su propio llamamiento para darme consuelo. Él testificó de qué manera había recibido mi llamamiento. Siempre recordaré esa consideración y comprensión del profeta del Señor”15. El élder Scott fue sostenido dos días después en la conferencia general, el 1 de octubre.

Matrimonio

El élder Scott y su esposa, Jeanene, disfrutaron muchas actividades juntos, tales como el observar las aves, la pintura (él utilizaba acuarelas; ella usaba pasteles), así como escuchar jazz y música folclórica de Sudamérica.

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Richard and Jeanene Scott reading scriptures

Quienes han escuchado los discursos de conferencia general del élder Scott saben de su amor por Jeanene. Él hablada de ella a menudo, incluso después de que falleciera. En su primer discurso de conferencia general como miembro del Primer Cuórum de los Setenta en 1977, el élder Scott rindió tributo a su esposa, “mi amada compañera… Jeanene ha sido siempre un modelo de testimonio puro, amor y devoción, y mi torre de fortaleza”16.

Más recientemente, en un discurso inspirado sobre el matrimonio, recordó muchas de las expresiones de amor que él y Jeanene compartieron para fortalecer su matrimonio. Y concluyó: “Sé lo que es amar a una hija del Padre Celestial que, con gracia y devoción, vivió plenamente y con rectitud el esplendor de su condición justa como mujer. Tengo confianza de que cuando en el futuro la vuelva a ver detrás del velo, nos daremos cuenta de que estamos aún más profundamente enamorados. Nos valoraremos aún más por el hecho de haber pasado este tiempo separados por el velo”17.

Ahora están reunidos.

Notas

  1. Richard G. Scott, “¡Él vive!”, Liahona, enero de 2000, pág. 108.

  2. En “Elder Richard G. Scott of the Quorum of the Twelve”, Ensign, noviembre de 1988, pág. 101.

  3. En Marvin K. Gardner, “Élder Richard G. Scott: ‘El verdadero poder proviene del Señor’”, Liahona, febrero de 1990, pág. 18.

  4. Véase de Gardner, “Élder Richard G. Scott: ‘El verdadero poder proviene del Señor’”, Liahona, febrero de 1990, pág. 19.

  5. Jeanene Watkins, en Gardner, “Élder Richard G. Scott: ‘El verdadero poder proviene del Señor’”, Liahona, febrero de 1990, pág. 20.

  6. Richard G. Scott, “Las bendiciones eternas del matrimonio”, Liahona, mayo de 2011, pág. 94.

  7. En “Elder Richard G. Scott of the First Quorum of the Seventy”, Ensign, mayo de 1977, pág. 102–103.

  8. Véase de Richard G. Scott, “Recibe las bendiciones del templo”, Liahona, julio de 1999, pág. 31.

  9. Véase de Richard G. Scott, “La toma de decisiones difíciles”, Liahona, junio de 2005, págs. 8–9, 10.

  10. Richard G. Scott, “Haz tú lo justo”, Liahona, marzo de 2001, pág. 14.

  11. Wayne L. Gardner, en Gardner, “Élder Richard G. Scott: ‘El verdadero poder proviene del Señor’”, Liahona, febrero de 1990, pág. 21.

  12. Véase de Richard G. Scott, “The Power of the Book of Mormon in My Life”, Ensign, octubre de 1984, pág. 9.

  13. Richard G. Scott, “Cómo obtener guía espiritual”, Liahona, noviembre de 2009, pág. 7.

  14. En “Elder Richard G. Scott of the Quorum of the Twelve”, Ensign, noviembre de 1988, pág. 102.

  15. En “Elder Richard G. Scott of the Quorum of the Twelve”, Ensign, noviembre de 1988, pág. 101.

  16. Richard G. Scott, “Gratitud”, Liahona, octubre de 1977, pág. 58.

  17. Richard G. Scott, “Las bendiciones eternas del matrimonio”, Liahona, mayo de 2011, pág. 97.