2015
El rescate del colibrí
Junio de 2015


Reflexiones

El rescate del colibrí

El autor vive en California, EE. UU.

Al rescatar un colibrí, aprendimos cómo ayudar a las personas espiritualmente débiles.

Imagen
Hummingbird on a color background

Fotografía por Kojihirano/iStock/Thinkstock.

Durante el campamento de Mujeres Jóvenes en las montañas de California, jóvenes y líderes esperábamos la cena en el refugio. Mientras aguardábamos, algunas jóvenes vieron algo debajo de una mesa. De algún modo, un colibrí había entrado en la cabaña, no pudo encontrar la salida y finalmente cayó al suelo. Me pidieron que las ayudara.

El pájaro parecía estar a punto de morir; tenía el pico cubierto de telarañas y las plumas torcidas. Lo coloqué suavemente en una taza y lo llevé afuera. Esperaba que se recuperara por sí mismo pero, siendo realista, supuse que pronto moriría. Sin embargo, cuando incliné la taza para depositar con suavidad el colibrí en la tierra, éste, al deslizarse, se sujetó al borde de la taza con sus diminutas garras. Enderecé la taza y el pájaro se posó en el borde, con los ojos cerrados. ¿Y ahora qué?

Al ver el pájaro, una líder mezcló una solución de azúcar y agua y me la llevó. Primero retiré las telarañas del afiladísimo pico; el pájaro ni se inmutó. Después metí un dedo en el agua dulce, tomé una gota y la acerqué a la punta del pico. La gota desapareció, aun cuando el pájaro no se movió. ¿Se habría escurrido la gota por el pico? Volví a mojar el dedo y lo acerqué al pico del pájaro. Esta vez, una diminuta lengua, más fina que un cabello, lamió la punta de mi dedo.

Durante diez o quince minutos, el colibrí bebió una gota tras otra. Para entonces, varios líderes se habían juntado a mi alrededor y dejé que lo alimentaran.

De pronto, el pájaro abrió los ojos y sus arrugadas plumas se acomodaron al instante. Tras beber unas cuantas gotas más, comenzó a batir las alas, las movió durante un segundo y voló derecho hacia arriba. Por un instante voló sobre nosotros, y luego salió disparado como una bala.

Nos quedamos ahí, estupefactos. Entonces, tan repentinamente como el pájaro había salido volando, percibimos las lecciones espirituales:

  • Con frecuencia, al tender una mano a los menos activos, nuestros empeños no parecen marcar una diferencia; pero el amor que ofrecemos se cuela por cada grieta, como el néctar por el inmóvil pico del colibrí, y proporciona nutrición espiritual que un día producirá resultados.

  • En ocasiones, no podemos avanzar por nosotros mismos; necesitamos una mano amable y bondadosa que nos ayude.

  • Algunas veces, las personas se ven enredadas en las telarañas del pecado o de la adicción, y necesitan el socorro de un amigo o líder del sacerdocio y la ayuda del Salvador para librarse.

  • A fin de perseverar, necesitamos nutrición espiritual constante; de otro modo nos quedamos sin fuerza espiritual y somos víctimas de las malas influencias.

  • El colibrí siguió aferrado; literalmente. El aferrarse fue lo que marcó toda la diferencia. A veces, simplemente tenemos que perseverar con fe a medida que nos enfrentamos a los dolorosos y en ocasiones trágicos desafíos de la vida.

En el Nuevo Testamento dice que el Señor está al tanto aun de la caída de un pajarillo (véase Mateo 10:29–31). Ahora sé que también está al tanto de la caída de un colibrí; y Él está al tanto de ti.