2009
Participar en sincera oración
Junio de 2009


Mensaje de las maestras visitantes

Participemos en sincera oración

Con espíritu de oración, enseñe estos pasajes de las Escrituras o citas o, si fuera necesario, otro principio que bendecirá la vida de las hermanas a las que visita. Comparta su testimonio de la doctrina. Invite a las hermanas a las que visita a compartir lo que hayan sentido y aprendido.

La oración sincera tiene poder para fortalecernos

Julie B. Beck, Presidenta General de la Sociedad de Socorro: “Piensen en nuestra fuerza combinada si toda hermana orara cada mañana y noche, o, mejor todavía, si orara sin cesar, como el Señor ha mandado. Si cada familia orara a diario…, seríamos más firmes” (“Lo que las mujeres Santos de los Últimos Días hacen mejor: Ser firmes e inquebrantables” Liahona, noviembre de 2007, pág. 110).

Élder Bruce R. McConkie (1915–1985), del Quórum de los Doce Apóstoles: “La oración cambia nuestra vida. Mediante ella nos acercamos al Señor, y Él extiende su mano y nos toca de manera que jamás volvemos a ser los mismos.

“La oración es una grandiosa torre de fortaleza, un pilar de inagotable rectitud, una fuerza poderosa que mueve montañas y salva almas” (“Nuestras oraciones”, Liahona, julio de 1984, pág. 55).

Élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles: “Cada oración verídica y sincera es un eslabón más que se suma a la armadura de hierro… Una de las maneras más importantes de vestirnos con la armadura de Dios es asegurarnos de que la oración —una oración ferviente, sincera y constante— sea parte de nuestra vida cotidiana” (“Be Strong in the Lord”, Ensign, julio de 2004, pág. 10).

D. y C. 112:10: “Sé humilde; y el Señor tu Dios te llevará de la mano y dará respuesta a tus oraciones”.

La oración sincera es comunicación santa

Presidente James E. Faust (1920–2007), Segundo Consejero de la Primera Presidencia: “Primero, la oración es un humilde reconocimiento de que Dios es nuestro Padre y de que el Señor Jesucristo es nuestro Salvador y Redentor. Segundo, es una sincera confesión de pecado y transgresión, y una petición de perdón. Tercero, es el reconocimiento de que necesitamos una ayuda que excede a nuestra propia capacidad. Cuarto, es una oportunidad de expresar acción de gracias y gratitud a nuestro Creador. Es importante que digamos con frecuencia: “Te damos gracias…”, “Reconocemos ante Ti…”, “Te estamos agradecidos por…”. Quinto, es un privilegio pedir a Dios bendiciones específicas. 

“… Las oraciones sinceras salen del corazón. En efecto, la sinceridad supone el que saquemos los sentimientos más fervientes de nuestro corazón” (“La cuerda de salvamento de la oración”, Liahona, julio de 2002, pág. 62). 

Élder David A. Bednar, del Quórum de los Doce Apóstoles: “La oración sincera requiere tanto comunicación sagrada como obras consagradas. Se requiere esfuerzo de nuestra parte antes de recibir bendiciones y, la oración, que es ‘un tipo de obra, es el medio señalado para lograr la más suprema de todas las bendiciones’ (Diccionario de la Biblia en inglés, ‘Oración’, pág. 753). Después de decir ‘amén’, seguimos adelante y perseveramos en la obra consagrada de la oración actuando según lo que hayamos expresado a nuestro Padre Celestial” (“Pedir con fe”, Liahona, mayo de 2008, pág. 95).

Presidente Thomas S. Monson: “Al ofrecerle al Señor nuestras oraciones tanto en familia como en forma individual, hagámoslo con fe y confianza en Él. Recordemos el mandato del apóstol Pablo a los hebreos: ‘Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan’. Si alguno de nosotros se ha demorado en escuchar el consejo de orar siempre, no existe mejor momento para comenzar que ahora mismo” (“Un real sacerdocio”, Liahona, noviembre de 2007, pág. 61).

Fondo © Corbis; ilustración fotográfica por Craig Dimond.