2009
Élder Donald L. Hallstrom
Mayo de 2009


Élder Donald L. Hallstrom

De la Presidencia de los Setenta

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Elder Donald L. Hallstrom

El servicio que el élder Donald Larry Hallstrom, de la Presidencia de los Setenta, ha dado a la Iglesia, ha combinado su testimonio bien cimentado con una afinidad de toda la vida por los pueblos y las culturas del mundo.

El élder Hallstrom nació en Honolulú, Hawai, E.U.A., el 27 de julio de 1949, hijo de James y Betty Jo Lambert Hallstrom, y creció con ricas experiencias multiculturales. Sus amigos eran de China, Japón, Corea, Filipinas, Samoa y Tonga. “Todos compartíamos distintas comidas y tradiciones, y todos las aceptábamos”, recuerda él.

A la edad de cinco años escuchó al presidente David O. McKay (1873–1970) hablar en el Tabernáculo de la Estaca Honolulú. “Cuando la congregación cantó ‘¿Quién sigue al Señor?’ (“¿Quién sigue al Señor?”, Himnos, Nº 170), yo quería levantarme y decir: ¡Yo! ¡Yo lo seguiré!’”, dice él. Más adelante llegó a ser el presidente de esa estaca.

Luego de servir en la Misión Inglaterra Central de 1969 a 1971, el élder Hallstrom asistió a la Universidad Brigham Young en Provo, Utah, en donde conoció a Diane Clifton, de Alberta, Canadá. Se casaron en el Templo de Cardston, Alberta, el 22 de julio de 1972, y tienen cuatro hijos. El élder Hallstrom recibió su licenciatura en Economía y regresó a Hawai, en donde fue presidente de una empresa de consultoría de bienes raíces.

En abril de 2000, el élder Hallstrom fue llamado al Primer Quórum de los Setenta; ha servido en la Presidencia del Área Asia Norte y en fecha más reciente en el Área Asia, que abarca China, India y 23 países más, y la mitad de la población de la tierra.

Al élder Hallstrom lo conmueven profundamente los santos pioneros que viven en la vasta región que abarca la Iglesia, muchos de los cuales hacen largos viajes para ir al templo más cercano.

“Continuamente me inspiran la fe y el valor de los que se levantan por encima de su cultura terrenal y aceptan la cultura del Evangelio”, dice él. “Es extraordinario ver a las personas establecer el Evangelio en su propia vida y en su propia familia”.