2009
Encendamos la luz de la esperanza
April 2009


Encendamos la luz de la esperanza

Para miles de Santos de los Últimos Días en Brasil, el Fondo Perpetuo para la Educación es una bendición trascendental.

Dilson Maciel de Castro, hijo, había perdido su trabajo en São Paulo. Su esposa y él se mudaron entonces a Recife, una importante ciudad portuaria de la región noreste de Brasil, para vivir con sus padres. A pesar de la experiencia que Dilson tenía en la industria de las telecomunicaciones, en Recife sólo encontró una serie de empleos de bajo nivel.

“Pasamos por dificultades en aquella época”, recuerda Dilson. Sus desafíos se agravaron cuando la pareja perdió todas sus pertenencias en una inundación.

En aquel momento crítico, Dilson, que había servido en la Misión Brasil São Paulo Sur, se reunió con el élder Gutenberg Amorim, Setenta de Área y director del instituto de religión, para hablar acerca de posibilidades vocacionales y educativas. Mientras Dilson hablaba de sus intereses, el Espíritu le susurró que debía estudiar algo relacionado con la medicina. Gracias al Fondo Perpetuo para la Educación, el cual la Iglesia había establecido hacía poco, Dilson consiguió en 2003 convertir aquel sentimiento en una profesión, tras un curso en enfermería de 18 meses de duración.

“Sin la ayuda del fondo, habría sido imposible que siguiera los cursos que necesitaba”, dice Dilson, que trabaja en un hospital público en Recife. Del mismo modo, su esposa, Alexsandra, no habría conseguido un préstamo para pagar sus gastos educativos para convertirse en maestra de escuela.

“Hace seis años estábamos sin empleo”, dice Dilson. “El FPE fue clave en todo lo que hemos conseguido. Nos ha cambiado la vida”.

Una respuesta del Señor

Cuando los miembros de la Iglesia de Brasil describen el Fondo Perpetuo para la Educación, no pueden evitar emplear adjetivos sumamente entusiastas: milagroso, inspirado, maravilloso. Esto se debe a que el fondo está cumpliendo lo que el presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) predijo: “Será una bendición para todos aquellos cuyas vidas toque: para los hombres y las mujeres jóvenes, para sus futuros hijos, y para la Iglesia que será bendecida con el sólido liderazgo local de ellos”. También permitirá sacar a “miles del fango de la pobreza hacia la luz del conocimiento y la prosperidad”1.

Cuando el presidente Hinckley anunció el programa, líderes de la Iglesia como Paulo R. Grahl, director de área de seminarios e institutos de religión en Brasil, estaban luchando por superar los problemas de educación y empleo de los Santos de los Últimos Días brasileños, especialmente ex misioneros recién relevados.

“No encontramos ninguna respuesta hasta que el Señor reveló al presidente Hinckley que debía establecer este maravilloso fondo”, dice el hermano Grahl. “Antes, muchos de nuestros jóvenes regresaban de la misión y no podían procurarse una educación académica ni una profesión. Ahora saben que cuando regresen, existe un fondo si lo necesitan. Es una enorme bendición que beneficia a los jóvenes y les brinda esperanza”.

Aproximadamente 10.000 Santos de los Últimos Días de Brasil se apoyan en los préstamos del FPE para ampliar su educación y, con ello, sus perspectivas laborales. Brasil cuenta con una economía sólida, con numerosas oportunidades para personas calificadas, especialmente cuando la educación se combina con los atributos que los jóvenes cultivan en el campo misional.

Puertas que se abren

El élder Pedro Penha, Setenta de Área y director del Instituto de Religión de Recife Norte, dice que los ex misioneros tienen las aptitudes que las compañías están buscando. “Las puertas se abren rápidamente hacia oportunidades de empleo gracias a su experiencia, hábitos de estudio, aspecto y conducta limpia”, dice. “Progresan con rapidez, y su comportamiento atrae a personas a la Iglesia”.

Tras terminar su servicio en la Misión Brasil São Paulo Norte en 2002, Ricardo Aurélio da Silva Fiusa utilizó un préstamo del FPE para cursar una licenciatura en administración de empresas.

“El fondo me ha ayudado a crecer, a prepararme para el trabajo y el matrimonio y a servir mejor en la Iglesia”, dice Ricardo. Como muchos beneficiarios del FPE, recibió ofertas de empleo incluso antes de terminar sus estudios. “El fondo ha supuesto una gran bendición en mi vida. Me siento agradecido por los pagos mensuales que envío para reembolsar mi préstamo y que otras personas puedan utilizar el fondo a su vez”.

En su misión, Ricardo aprendió a hablar con las personas, a estudiar mucho y a obedecer; estas cualidades han hecho de él un buen estudiante y empleado.

“Muchos de mis profesores me dijeron que yo tenía algo diferente de los demás que no podían explicar”, dice Ricardo, que trabaja en la logística de una compañía de Port Suape, al sur de Recife. “Les dije que esto se debía a mis principios religiosos”. Esa respuesta le ha ofrecido oportunidades de hablar con sus profesores y otras personas acerca de la Iglesia.

Mauricio A. Araújo, uno de los primeros misioneros brasileños que regresaron y participaron en el programa del FPE, agrega: “Gracias al progreso de mi carrera, tengo más oportunidades de influir en personas mediante el ejemplo. A veces algunos me dicen: ‘Oye, tú eres diferente. Eres fiel a tu esposa y predicas con el ejemplo’. Al aprovechar las oportunidades que ofrece el FPE y hacer nuestra parte, recibimos bendiciones y también bendecimos a los demás”.

Mauricio, que sirvió en la Misión Brasil Río de Janeiro a finales de la década de los noventa, ha obtenido una serie de ascensos de cargo desde que cursó un programa de gestión de relaciones con el cliente financiado por el FPE: empezó como empleado comercial y después pasó a supervisor de equipos, a la dirección y finalmente al consejo ejecutivo de una compañía internacional de São Paulo que ofrece capacitación en gestión del tiempo.

“El Fondo Perpetuo para la Educación está inspirado por Dios”, dice. “Este fondo fue la clave que necesité para terminar mis estudios y progresar en mi carrera”.

Una buena inversión

Aunque Gabriel Salomão Neto no es Santo de los Últimos Días, se siente igualmente bendecido por el Fondo Perpetuo para la Educación. “Su Iglesia está haciendo algo fantástico”, dice en nombre de muchas compañías de Brasil.

Gabriel, gerente y copropietario de una gran compañía de São Paulo especializada en máquinas dispensadoras, tiene motivos para sentirse agradecido. Quedó tan impresionado con las calificaciones de Silvia O. H. Parra, miembro de la Iglesia que obtuvo un diploma en administración de empresas con ayuda de un préstamo del FPE, que la contrató como su secretaria ejecutiva.

“Lleva a cabo un trabajo estupendo. Es muy trabajadora y eficiente. Creemos y confiamos en ella”, dice el señor Neto. “La inversión que su Iglesia realizó en ella ha sido muy rentable, tanto para ustedes como para ella y para nosotros”.

Agradecida por el Fondo Perpetuo para la Educación y por pertenecer a la Iglesia, Silvia enseña clases de inglés en su barrio de São Paulo tanto a miembros como a no miembros. “Teniendo en cuenta todo lo que he recibido, también deseo dar”.

Como lo ilustra el éxito de Silvia, no sólo los jóvenes varones están beneficiándose del Fondo Perpetuo para la Educación en Brasil. Por razones económicas, muchas hermanas brasileñas que son miembros de la Iglesia también se ven obligadas a buscar empleo.

“La mayoría de las mujeres brasileñas trabajan, pero no porque deseen un nuevo vehículo o ropa cara, sino por necesidad”, explica Lorival Viana de Aguirra, gerente del centro de recursos de empleo de la Iglesia en Curitiba, en la región sur de Brasil. “Desean que su familia coma mejor y que sus hijos disfruten de ropa adecuada y de una educación de calidad”.

Mayor felicidad y testimonios más firmes

Keite de Lima A. Ahmed y Viviana Torres Noguera tenían dificultad para satisfacer sus necesidades aunque sus esposos trabajaban mucho para sus familias. Para ambas, el FPE fue una enorme bendición.

No obstante, los miembros menos activos de la familia de Keite expresaron sus dudas cuando se matriculó en un programa de capacitación de técnicos en seguridad de dieciocho meses de duración. Sin embargo, terminó el curso de manera excelente y en 2007 se le ofreció un puesto a jornada completa en este campo.

“El fondo hizo mucho más que ayudarme a obtener educación y empleo; también me ayudó a sentirme mejor conmigo misma y a aumentar la confianza en mis aptitudes”, dice Keite, una de las primeras mujeres contratadas para llevar a cabo inspecciones, capacitación y aplicación de medidas de seguridad por una compañía de São José dos Pinhais, cerca de Curitiba. “Este programa inspirado ha brindado una mayor felicidad y un testimonio más firme a nuestra familia”, dice.

Los padres y los hermanos de Keite, impresionados con sus resultados y su determinación y con la manera en que el FPE bendijo a su familia, han regresado a la Iglesia como miembros activos. “Recordaron que la Iglesia eleva a las personas y les ayuda a crecer de muchas maneras, no sólo espiritualmente sino también en todos los aspectos importantes que componen una vida plena”, dice.

Viviana y su esposo, Rafael, se mudaron en 2002 de Colombia a Manaus, un importante centro industrial del norte de Brasil, en busca de oportunidades económicas. “La oración, los consejos de familia, la guía de los líderes del sacerdocio y las clases de los talleres vocacionales nos hicieron saber que nuestro Padre Celestial deseaba que tomáramos la decisión correcta en el momento correcto”, dice Viviana, que sintió que debía utilizar un préstamo del FPE para estudiar comercio internacional.

En 2007, Viviana comenzó a trabajar como supervisora de importaciones para un supermercado de Manaus. Su familia necesitaba estos ingresos adicionales, pero dado que estaba embarazada, tuvo que abandonar el puesto. Unos meses después de que naciera el bebé, el cuarto de este matrimonio, Viviana recibió otra oferta de trabajo como directora de comercio internacional para otra compañía. Para aquel momento ya había aprendido a hablar portugués, y el español que hablaba como lengua materna fue un elemento inestimable a la hora de hacer negocios con los vecinos hispanohablantes de Brasil.

“Cuando se me ofreció el trabajo, dije: ‘Tengo cuatro hijos. No puedo comprometerme a trabajar de las ocho de la mañana a las seis de la tarde’”, dice Viviana. “Mi jefe me dijo que confiaba mucho en mis capacidades y me dijo: ‘Necesito a alguien en quien pueda confiar. Trabaje desde su casa’. Aquello me dejó muy sorprendida”.

Utilizando su computadora e Internet, Viviana trabaja desde su casa mientras sus hijos mayores asisten a la escuela y el bebé duerme la siesta. Sólo tiene que acudir a la oficina de manera ocasional.

Rafael atribuye las bendiciones de la familia a algo más que una mera coincidencia. “Las bendiciones que hemos recibido procedieron de una serie de decisiones basadas en la oración, así como de acciones que pudimos llevar a cabo empleando las herramientas proporcionadas por la Iglesia”, dice.

La luz de la esperanza

Gilmar Dias da Silva, director del FPE en Brasil, dice que algunos Santos de los Últimos Días de Brasil afrontan dificultades en la búsqueda de empleo tras terminar sus estudios, “pero la mayoría de nuestros participantes en el FPE están progresando en su trabajo y mejorando su vida. El fondo es todo un éxito aquí”.

Ese éxito, en palabras del presidente Thomas S. Monson: “…ha encendido la luz de esperanza en los que pensaban que se hallaban condenados a vivir en la mediocridad y que ahora tienen la oportunidad de un futuro mejor”.2

Notas

  1. Gordon B. Hinckley, “El Fondo Perpetuo para la Educación”, Liahona, julio de 2001, pág. 62; “La necesidad de más bondad”, Liahona, mayo de 2006, pág. 61.

  2. Thomas S. Monson, “Nos marcaron el camino a seguir”, Liahona, octubre de 2007, pág. 6.

Fotografías por Michael R. Morris

Logotipo del FPE por Beth M. Whittaker

Con la ayuda del Fondo Perpetuo para la Educación, Dilson Maciel de Castro, hijo, convirtió un susurro del Espíritu en una profesión y llegó a ser enfermero en Recife, Brasil. Abajo: Vista de Recife desde la ciudad colonial de Olinda.

De arriba a abajo: Establecimientos comerciales en Largo da Ordem, en el centro histórico de Curitiba. El Fondo Perpetuo para la Educación fue clave en el progreso educativo y profesional de Ricardo Aurélio da Silva Fiusa; Mauricio A. Araújo en una reunión de negocios con Renato A. Romero (izquierda) y João B. Moreira (centro), todos ellos Santos de los Últimos Días; y Silvia O. H. Parra, con Adan Tallmann, secretario de área de seminarios e institutos de religión.

Arriba: Keite de Lima A. Ahmed analiza cuestiones de seguridad con Lorival Viana de Aguirra, gerente del centro de recursos de empleo de la Iglesia en Curitiba. Abajo: Viviana Torres Noguera trabaja desde su casa en Manaus. Inserción: Viviana, su esposo, Rafael, y sus hijos.