Historia de la Iglesia
“Una bendición importante”


“Una bendición importante”

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La familia Turay

Mohamed y Abie Turay con sus hijos, alrededor de 1991

En 1989, un año después de que Mohamed Turay se uniera a la Iglesia en Caldwell, Liberia, estalló la guerra en el país. Mohamed sabía que él y su familia estaban en peligro. Luego de despertar de un sueño en el que una bomba caía cerca de su casa, leer en el periódico que habían decapitado a varias personas y que la gente de su comunidad se marchaba a medida que los rebeldes se acercaban a Caldwell, decidió huir. “Vamos”, le dijo a Abie, su esposa. “Hoy no dormiremos aquí”. Mohamed llevó a Abie y a sus hijos a la frontera y regresó él solo para hacer los preparativos finales. Mohamed se las arregló para escapar y se reunió con su familia unas horas antes de que los rebeldes tomaran la ciudad. Mohamed creyó que el sueño era una advertencia de Dios. “Fue una bendición para mi familia”, dijo. “Una bendición importante”.

Los Turay se establecieron en Bo, Sierra Leona. Aunque no había presencia de la Iglesia allí, se les alentó a quedarse y ayudar a establecer una rama. Comenzaron un grupo en su hogar con solo los cinco miembros de su familia. No mucho después de que comenzaran a hablar con la gente en cuanto a la Iglesia y de la llegada de los misioneros, tuvo lugar el primer servicio bautismal y 31 personas se bautizaron en el río Sewa. Pronto se llamó a Mohamed a presidir el Distrito Bo Sierra Leona a medida que una pequeña rama llegó a crecer hasta formar otras cuatro.

En 1991, la guerra estalló de nuevo, esta vez en Sierra Leona, dando como resultado más de una década de hambruna y violencia. “Los rebeldes mataban a los civiles”, dijo Mohamed. “El camino hacia Freetown estaba bloqueado”. Un día, cuando no había suficiente comida para alimentar a sus hijos, Mohamed y Abie decidieron orar. Después de hacerlo, un líder de la Iglesia llegó a su puerta con un paquete que contenía suficiente dinero para proveer una bolsa de arroz para cada familia del distrito.

Cuando los enfrentamientos llegaron a Bo, se señaló a Mohamed como líder religioso en la comunidad. Él se ocultó de la búsqueda de los rebeldes hasta que le fue posible reunirse con su familia y formular un plan. Mientras trataban de decidir a dónde dirigirse, se les acercó un joven que les preguntó a dónde iban. “Queremos huir de aquí”, dijeron ellos. “Síganme”, les respondió él. Después de seguir al joven entre la maleza por un tiempo, desapareció repentinamente. “Desapareció en un abrir y cerrar de ojos”, dijo Mohamed. “Aquel fue el mayor de los milagros; nunca lo olvidaremos”. Al continuar en el camino que el milagroso joven les había mostrado, les preocupaba que el llanto de su bebé los pudiera poner en riesgo, pero como Mohamed recordó más adelante, “los ángeles sellaron la boca del bebé y nunca lloró”. Continuaron su paso hasta las dos aldeas siguientes, pero sintieron que debían continuar hasta otra en la que tenían un familiar, aunque eso significaba tener que caminar otros 29 kilómetros. Afortunadamente, el trayecto que siguieron los puso a salvo.

Después de que pasara el peligro inmediato, Mohamed y Abie regresaron a Bo y se unieron a los otros santos para ayudarse unos a otros. “La unidad surgió entre los miembros de la Iglesia debido a que casi cada día nos visitábamos para saber cómo estaban los miembros”, dijo Mohamed. Además, las ofrendas de ayuno de santos de todo el mundo proveyeron alimentos, cobertores, ropa y kits de higiene, un obsequio que ayudó a los Turay a reconocer el valor de sus propios diezmos y ofrendas de ayuno.

Al término de la guerra, los santos de Bo ayudaron a reconstruir su comunidad. Abie trabajó en clínicas de salud y compartió sus conocimientos de reanimación neonatal con otros profesionales. En 2004, líderes civiles y tribales asistieron a la ceremonia de la palada inicial de la primera capilla que la Iglesia construyó en Sierra Leona. Dos años más tarde, Mohamed fue relevado tras servir catorce años como presidente de distrito. Reflexionando en cuanto a su servicio, dijo: “Sé que el Señor quiso utilizarme como un instrumento en Sus manos para hacer Su obra”.