Historia de la Iglesia
“Tenemos rodillas, y eso basta”


“Tenemos rodillas, y eso basta”

Entre 1970 y 1980, la cantidad de miembros en Italia se incrementó cerca de ocho veces. A medida que aumentaba el número de conversos, se fue llamando a santos italianos a cargos de liderazgo local. En ese tiempo, ninguno de los manuales de liderazgo de la Iglesia estaban traducidos al italiano. Sin amedrentarse por ello, los hermanos y las hermanas fieles se pusieron a trabajar, en ocasiones apoyándose exclusivamente en la fe y la oración.

En 1975, Leopoldo y Maria Larcher fueron los primeros miembros italianos llamados a presidir la Misión Italia Roma. Sin contar con materiales de capacitación, y sin poder comunicarse con otros presidentes de misión más experimentados, Leopoldo y Maria se vieron obligados a desarrollar por su cuenta programas de proselitismo para la misión. Llegaron a esta conclusión: “Tenemos rodillas, y eso basta”. Mediante la oración, la fe y la inspiración, cumplieron “una misión gozosa y productiva”.

La experiencia de Mario y Rosa Vaira fue similar. Luego de su bautismo en 1973, los Vaira decidieron que nunca iban a rechazar un llamamiento de los líderes de la Iglesia. “Nosotros somos de Él”, dijo Rosa, “y hacemos lo que nos pidan hacer”.

En 1981, el élder Ezra Taft Benson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, viajó a Milán para organizar la primera estaca en Italia. Mario se sorprendió de que fuera llamado a servir como presidente de la estaca.

“No tengo la capacidad”, le dijo al élder Benson. “No tengo idea de lo que debo hacer”.

“Es un llamamiento”, contestó el élder Benson. “¿Lo aceptará?”.

Fiel a su promesa, Mario aceptó el llamamiento. “Me sentía completamente incapaz… e insuficiente para recibir un llamamiento de esta clase… ¡Ni siquiera sabía lo que era una estaca!”. Conforme los Vaira sirvieron en este llamamiento y, posteriormente, como presidentes de la Misión Italia Catania y del Templo de Berna, Suiza, sintieron el amor y apoyo de los miembros, y que Dios los sostenía física y espiritualmente.

Al mismo tiempo, un número creciente de conversos italianos fueron llamados a servir misiones en el país. Cuando en 1970 los misioneros tocaron a la puerta de la familia De Feo en Tarento, Massimo, de 9 años, y su hermano mayor, Alberto, conocieron el Evangelio y se bautizaron posteriormente. Si bien los padres de Massimo y Alberto nunca se unieron a la Iglesia, ellos ayudaron a sus hijos a mantenerse activos en su nueva religión.

Cuando Massimo llegó a ser un joven adulto, sintió un fuerte deseo de servir una misión. No obstante, él sabía que una misión impondría una carga considerable sobre los limitados recursos económicos de la familia.

“¿Realmente deseas hacer esto?”, preguntó Vittorio De Feo a su hijo.

“Deseo servir al Señor con todo mi corazón”, contestó Massimo a su padre. Vittorio le prometió que le ayudaría a costear su misión. “Yo consideraba ese dinero como sagrado”, diría Massimo más tarde. “Era el fruto de un gran sacrificio de un hombre que no creía en la Iglesia”.

Massimo sirvió en la Misión Italia Roma desde 1981 hasta 1983 y contribuyó al rápido crecimiento de la Iglesia en Italia. Massimo y su esposa, Loredana, a quien conoció en la rama Tarento, han tenido muchas oportunidades de prestar servicio. En abril de 2016, Massimo De Feo fue sostenido como Setenta Autoridad General, convirtiéndose en la primera Autoridad General de origen italiano.