¿Debemos “amar a nuestros enemigos” incluso en el campo de juego?

¿Has tenido alguna vez un rival? ¿Alguien que quiere conseguir lo mismo que tú, pero solo uno puede tenerlo?

Carolyn sí. Ella y otra chica de su equipo de fútbol competían por la misma posición en el equipo. Una noche, antes de un partido, los entrenadores le dijeron a Carolyn que pondrían a su rival como titular en lugar de a ella.

Así que Carolyn tuvo que sentarse a un lado y ver el partido. No estaban jugando muy bien y, después de un tiempo, retiraron del partido a esa rival de su equipo. Cuando salía del campo, se le veía muy decepcionada.

Debería hablar con ella, pensó Carolyn; tal vez la puedo animar. Nunca habían sido muy amigables la una con la otra, pero Carolyn se acercó de todos modos. Su compañera de equipo se sorprendió cuando Carolyn le ofreció palabras de aliento.

Después de que hablaron, Carolyn sintió que le sobrevenía gozo y paz. Ese fue el fin de su rivalidad y, a partir de ese día, las dos jugadoras se hicieron amigas.

“Aprendí que incluso en el fútbol puedo esforzarme por seguir el ejemplo del Salvador”, dijo Carolyn. “Como deportista, no puedo controlar las lesiones, cuánto tiempo juego, las victorias ni las derrotas, pero puedo controlar mi actitud y cómo trato a los demás. El ejemplo del Salvador siempre puede ayudar y yo puedo escoger seguirlo”¹.

El Presidente Russell M. Nelson dijo: “[L]os invito a procurar poner fin a un conflicto personal que los ha abrumado […]. Si lo hacen, les prometo paz personal y un súbito aumento de su ímpetu espiritual”².

Notas

1. Adaptado de Carolyn Esplin,“Esforzarse por ser como Cristo dentro y fuera del campo de juego”, Para la Fortaleza de la Juventud, diciembre de 2022, pág. 7.
2. Russell M. Nelson, “El poder del ímpetu espiritual”, Conferencia General de abril de 2022.