Cuando Dios nos envió aquí a la tierra para aprender y progresar, Él sabía que cometeríamos errores. Por eso nos envió un Salvador, Jesucristo, para proporcionar una manera de que nos arrepintiéramos y nos salváramos de la muerte física.
Creemos en la divinidad de Jesucristo como Hijo literal de Dios y miembro diferenciado de la Trinidad junto con Dios el Padre y el Espíritu Santo. Jesús vino a la tierra para experimentar las pruebas de una vida mortal, enseñar y testificar de Dios, realizar poderosos milagros y completar Su sacrificio expiatorio, que nos permitiría ser limpiados del pecado y ser resucitados.
Él hizo todo esto por nosotros, por ti.
El ejemplo de Jesús es de amor puro. Nos mostró cómo amar a Dios al esforzarnos por hacer Su voluntad por encima de todo. Sanó con compasión a los enfermos y discapacitados, alimentó a los hambrientos, resucitó a los muertos, cuidó de los pobres, acogió a los marginados sociales y atendió a todos los que lo buscaron con fidelidad.
Puedes tener fe en que el Salvador te extiende ese mismo amor y compasión.
Como cristianos, nos esforzamos por ser semejantes a Jesús y reflejar Su amor.
Jesucristo fue el Maestro de maestros. A los doce años, se sentó con venerados maestros religiosos en el templo de Jerusalén, y “todos los que le oían se asombraban de su entendimiento y de sus respuestas” (Lucas 2:47).
Más tarde, miles de personas acudieron en masa a escuchar sus sermones, los cuales aún hoy inspiran a personas de todo el mundo a llevar una vida mejor. La Biblia muestra que Jesús también dedicó tiempo a dirigirse a la gente de manera individual con las lecciones que ellos personalmente necesitaban oír. El Libro de Mormón aumenta nuestro conocimiento del Salvador y Sus enseñanzas.
Puedes hallar mayor paz y felicidad al vivir las enseñanzas de Jesús tú mismo. Tu congregación local de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es un excelente lugar para aprender más sobre Sus enseñanzas y cómo se aplican a ti.
Aunque Jesús vivió una vida perfecta, muchos se sintieron amenazados por Su influencia o se enfadaron cuando Él denunció su hipocresía y conspiraron para matar a Jesús.
La noche anterior a Su crucifixión, Jesús se retiró al Jardín de Getsemaní para orar. Allí sufrió los dolores de cada uno de los hijos de Dios, incluido tu dolor. Luego fue traicionado, arrestado, golpeado, escarnecido y colgado en una cruz para morir. Todo lo que Jesucristo experimentó a lo largo de Su vida y de Su sacrificio expiatorio hizo posible que comprendiera perfectamente a cada uno de nosotros en cada circunstancia.
Gracias al sacrificio que Jesús hizo por ti, puedes arrepentirte y ser perdonado completamente. Además, toda injusticia que hayas sufrido será reparada algún día gracias a Jesucristo.
Por medio de Jesús podemos vencer no solo la muerte espiritual del pecado, sino también la muerte física. Gracias a que Él resucitó de entre los muertos al tercer día después de Su crucifixión, tú también podrás resucitar algún día y vivir con Dios y tus seres queridos en un cuerpo perfecto, libre de enfermedad y dolor.
Jesús te comprende. Él ha sentido el peso de todas tus pruebas más difíciles y ha sufrido por tus pecados. Te invita a seguirlo y a encontrar paz.